Miguel Ángel Solana Campins | 06 de abril de 2020
El objetivo por excelencia de todos los Gobiernos durante esta crisis de la COVID-19 es conseguir mascarillas, pero ¿cuáles son las más eficaces?
Desde el pasado viernes 13 de marzo, en que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció el estado de alarma como medida excepcional para la contención de la pandemia del coronavirus, España no volverá a ser la misma. Sabiendo lo que estaba pasando en Asia y lo que pasaba en Italia, país casi idéntico a España, había que haber tomado medidas con anterioridad.
Perdimos el mes de febrero, durante el cual teníamos que habernos preparado, comprando respiradores y equipos de protección personal de calidad y evitando que el 14% de los contagios se produzcan en personal sanitario. Somos el país del mundo con mayor número de sanitarios contagiados, más de 19.000, lo que está repercutiendo en la atención médica.
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El objetivo por excelencia de todos los Gobiernos durante esta crisis de la COVID-19 es conseguir mascarillas. La mascarilla es el símbolo de lo que estamos pasando, se ve en todas partes, influenciados desde en el comienzo de la crisis por su uso en China.
La alarma social generada por el que Donald Trump llama “chinavirus” ha provocado que se hayan disparado las ventas de mascarillas y que la OMS haya alertado de la «escasez crónica de equipos de protección individual«. En España, la venta de mascarillas en farmacias se incrementó a un 330% en el mes de enero y la estimación de necesidades semanales es de aproximadamente unos 8 millones de unidades. Las reservas mundiales de mascarillas y respiradores son insuficientes para la demanda de la OMS y sus socios, solo el Gobierno español ha comprado 669 millones de mascarillas.
La protección de cada una de estas va a depender del nivel de filtración y su eficacia. Por eso, antes de adquirirlas es necesario conocer los distintos tipos disponibles para la protección respiratoria, que, según la normativa europea EN 149, se pueden categorizar en:
Sirven de muy poco, ya que no hacen barrera antihumedad a 60 km por hora, que es la velocidad del estornudo o la tos. Solo tienen un efecto psicológico y protegen a los demás de nuestras secreciones, es como ponerse una mano en la boca. Es una tela fabricada por las empresas textiles en esta situación de crisis.
Protegen a los demás, ya que están diseñadas para filtrar las partículas emitidas por el usuario durante la respiración, impidiendo que lleguen al exterior. También protegen al usuario, son barrera antihumedad.
Son las que llevan filtros, que se denominan FFP, siendo “filtrantes”, en inglés “filtering facepieces”, y se clasifican en tres clases:
– FFP1: con un 78% de eficacia de filtración, son las que se usan para protegerse del polen, no valen para coronavirus, ya que este no vuela, va sobre partículas de saliva.
– FFP2: también denominadas como N95, tienen un 92% de eficacia y son las más demandadas para el coronavirus.
– FFP3: con un 98% de eficacia de filtración, se usan para personal sanitario que trabaje con pacientes que requieren intubación traqueal, traqueotomía, reanimación cardiopulmonar, etc.
Desde el Ministerio de Sanidad se aconseja el uso de la N95 o FFP2 para profesionales sanitarios que atiendan posibles casos de coronavirus o pacientes confirmados. Hay muy poca evidencia de un beneficio generalizado de su uso fuera del entorno clínico para el coronavirus.
Con esta información se entiende que todos los países están interesados en conseguir la mascarilla N95 o FFP2. España está sufriendo la insolidaridad de Francia y Alemania, que están acaparando equipos de protección personal. A esto hay que añadirle que hasta el 15 de marzo, en que se decretó el estado de alarma, no había una compra centralizada por el Ministerio de Sanidad, con la consiguiente falta de experiencia para conseguir material en un mercado tan competitivo.
Debido a esta falta de experiencia, se ha cometido el error de incautar el material sanitario que cruzaba por nuestras fronteras y ahora pocos proveedores quiere suministrar a España. Esto lo hemos visto en la petición de ayuda a la OTAN, que ha sido un gran fracaso. Solo nos ha ayudado uno de los países con menores casos de contagiados, la República Checa, y el Gobierno solo ha conseguido millón y medio de mascarillas, aproximadamente el consumo de un día.
Después de estos fracasos, el ministerio ha tenido que recurrir a China para comprar 669 millones de mascarillas. Esperemos que lleguen a tiempo y con la calidad adecuada, aunque surgen dudas, ya que la política china es exportar solo un diez por ciento de lo que producen y ya veremos dónde se quedan las buenas.
Los estudios para encontrar una vacuna, la mejora de los tratamientos, la llegada del calor… hay motivos para la esperanza frente al coronavirus.
La gestión del Gobierno español es un modelo de mala praxis destinado a ocultar su responsabilidad. El Ejecutivo es rehén de su impotencia para dirigir la lucha contra la pandemia.