Manuel Llamas | 10 de abril de 2019
El PSOE aspira a convertir a España en el paraíso del autoconsumo.
España se convirtió en uno de los grandes referentes a nivel mundial de la producción de energía renovable durante la pasada década, aunque gracias, eso sí, al ingente y desproporcionado sistema de primas que puso en marcha el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Como consecuencia de semejante despropósito, las familias y empresas españolas pasaron de disfrutar de una factura eléctrica más o menos razonable hace 20 años, en línea e incluso por debajo de la media de la Unión Europea, a tener que soportar uno de los costes más elevados de Europa.
Ahora, el PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza, no solo pretende repetir los graves errores del pasado, creando de nuevo una gran burbuja renovable, sino que aspira a convertir España en el paraíso del autoconsumo, incentivando que empresas y particulares generen su propia electricidad con la instalación de paneles solares. Lo que no dirán los socialistas es el coste extra que ello tendrá para la inmensa mayoría de consumidores.
El Ejecutivo aprobó el esperado decretazo de autoconsumo el pasado 5 de abril, por el que se regulan las condiciones administrativas, técnicas y económicas de esta forma de producción eléctrica en España, y que viene a completar la eliminación del mal llamado “impuesto al Sol” a finales del pasado año. Entre otras novedades, se facilita el autoconsumo colectivo, de modo que varios consumidores puedan asociarse a una misma planta de generación para proveer de energía a comunidades de propietarios o empresas ubicadas en una misma zona, al tiempo que se establece un sistema para retribuir los kilovatios hora que produzcan estos paneles, pero que, al no ser consumidos, se viertan a la red en forma de excedente.
Lo que no dicen los políticos es el coste oculto que implicará el citado decretazo de autoconsumo
Hasta aquí la versión oficial. Lo que no dicen los políticos es el coste oculto que implicará el citado decretazo de autoconsumo. En primer lugar, conviene aclarar que, a diferencia del mensaje que se ha transmitido a la opinión pública en los últimos años, ni el autoconsumo estaba prohibido en España ni ha existido nunca el manido “impuesto al Sol”.
Esta forma de producción no solo estaba permitida, sino que ya había sido regulada, y el citado impuesto no es tal, sino un canon que se cobraba a los autoconsumidores que se conectaban a la red, como cualquier otro particular o empresa, para disponer de luz de forma permanente y no estar al albur de las siempre caprichosas condiciones meteorológicas -ni fotovoltaica ni eólica funcionan las 24 horas del día-.
Hasta ahora, cualquiera que contara con su propia planta de generación de renovable en casa, ya sea con paneles solares o un pequeño molinillo de viento, no pagaba nada, dependiendo así de su propia energía, siempre y cuando no estuviera enchufado a la red eléctrica. Sin embargo, una vez conectado, el autoconsumidor tenía que contribuir, como cualquier otro cliente, a sufragar los costes fijos del sistema eléctrico mediante el abono de ese particular peaje (mal llamado “impuesto al Sol”), que es justo lo que ha eliminado el PSOE.
La eliminación del “impuesto al Sol”, que ni es impuesto ni es al Sol, no deja de ser una nueva subvención encubierta a las renovables
Los elevados costes fijos que padece el sistema eléctrico español incluyen, entre otros, el transporte y la distribución de electricidad, pero también numerosas subvenciones y las famosas primas renovables, y su mantenimiento es sufragado por todos los clientes conectados a la red en función de la potencia instalada (término fijo en la factura) y el consumo de electricidad (término variable). El problema ahora es que, si los autoconsumidores ya no tienen que abonar peaje alguno para disponer de energía de respaldo -y tener luz todo el día-, su contribución para mantener el sistema se repartirá entre el resto de familias y empresas, con la consiguiente subida del recibo para estos últimos.
La eliminación del “impuesto al Sol”, que ni es impuesto ni es al Sol, no deja de ser una nueva subvención encubierta a las renovables, ya que la inmensa mayoría de españoles se hará cargo de los costes fijos del sistema eléctrico de los que también disfrutan y se benefician los autoconsumidores.
¿Es justo? Evidentemente, no. Si tan solo dependieran de la energía que producen, poco o nada habría que objetar, pero si se conectan a la red para contar con electricidad permanente, deberían pagar los costes fijos del sistema, al igual que el resto. Al no no hacerlo, y conforme el número de autoconsumidores aumente con el tiempo, el recibo de la luz subirá para todas aquellas familias que carecen de los medios suficientes para comprarse una casa unifamiliar con paneles solares y para las pequeñas y medianas empresas sin capacidad para construir su propia planta de generación.
Y lo mismo sucede con el nuevo mecanismo de retribución que el PSOE ha introducido en el decretazo de autoconsumo. Si estos productores son compensados por la energía sobrante no consumida que vierten a la red, la gran paradoja es que no solo no contribuirán a mantener los costes del sistema en función de la potencia instalada (término fijo en la factura), sino que también verán reducida su aportación en función de su consumo eléctrico procedente de la red, incrementando así la subvención de la que disfrutan a cargo del resto de españoles.
Sánchez busca una España con fuerte peso del Estado y Casado quiere ciudadanos libres.
Sánchez y Zapatero siguen el mismo patrón. Si el Gobierno dispara el déficit, intensifica el intervencionismo y sube los impuestos, se creará el caldo de cultivo para una nueva crisis.