Javier Morillas | 18 de mayo de 2021
El Gobierno acumula culpas en cuanto a incumplimientos de sus propias previsiones en las cuentas públicas.
Como en la conocida película All the President’s Men, basada en el Watergate, el Gobierno acumula culpas, en este caso en cuanto a incumplimientos de sus propias previsiones en las cuentas públicas. Así, los ingresos para 2021 por fiscalidad medioambiental se quedarán en 313 millones de euros, de los 1.124 previstos. Del Impuesto sobre plásticos de un solo uso, como nueva figura impositiva, se quedarían en 98, de los 123 previstos. Del impuesto sobre residuos, también nueva figura «verde», quedaría en 215 sobre 431. De las medidas de imposición indirecta, quedarían en 641 de 660. Del cambio de tipo del IVA en bebidas azucaradas, por exclusión de los yogures líquidos, se quedan en 189 de los 208. De la lucha contra el fraude, se quedan en 217 de 491 previstos.
La previsión de recaudación se ve disminuida por la paralización del impuesto al diésel, después de haber demonizado a sus consumidores y a nuestra propia industria automovilística, esperando que el grupo de expertos penalice el gasóleo en un nuevo impuesto de los hidrocarburos. En total, de una recaudación prevista originalmente por el Gobierno para 2021 en tales partidas de 6.100 millones de euros, y luego en 4.002 millones, se quedará en 2.898 millones.
Por otra parte, están los 27.000 millones de euros de Bruselas consignados en el presupuesto como ingresos, que no llegarán hasta después del verano, Tribunal Constitucional alemán por medio. Y para terminar, la ministra de Economía rebaja también las previsiones de crecimiento del 7,2 al 6,5% este año, aunque el consenso internacional lo cifra en el 5%, cargando más el déficit estructural.
Y nos extrañaría que ese «comité de expertos» fiscalistas, antes de proponer reducir gasto político, vaya a avalar subidas en el Impuesto de Sucesiones, llamado de la muerte. O restablecer en la práctica Patrimonio, que si existe en el semiparaíso de Luxemburgo ha sido ya eliminado de los países de la Unión Europea, como Holanda o Francia, que lo mantenían. Contra los criterios de la propia OCDE, bajo el señuelo de acercar la presión fiscal española a la media comunitaria, como si fueran comparables nuestras rentas per cápita, y lo fuera una suma fiscal asumida por unos pocos ciudadanos contribuyentes pertenecientes a una población activa con una menor tasa de actividad y una tasa de paro del 18%.
Y el presidente Sánchez saltó a la melé electoral, preocupado como está por redimirnos a impuestos, cuando la OCDE nos señala lo negativo de más subidas excepto en IVA, de mayor capacidad recaudatoria, y cuyo tipo efectivo en España del 15,3% es de los 3 más bajos de la Unión Europea. Un aspecto positivo es que, en 2020, la deuda consolidada de empresas y hogares fue de 1,653 billones de euros (datos del Banco de España), un 2,5% más que en 2019, equivalente al 147,4% del PIB, frente a una deuda estatal del 120% del PIB. Y Sánchez parece querer saldar esta a costa del ahorro de la sociedad civil.
Aunque aquel repunte se debe especialmente al descenso del PIB, y solo parcialmente al mayor ahorro de las familias, cuyo endeudamiento bajó de 709.000 a 701.000 millones, pero aumentando el de las empresas de 904.000 millones a 952.000, anunciando las alzas del Impuesto de Sociedades, que siendo apenas el 20% de la recaudación total amenaza con cargarse el aparato productivo, además de retraer la inversión tanto interior como exterior, especialmente en pymes que pueden preferir la liquidación ante las amenazas para 2022 de las otras subidas ya mencionadas.
No nos engañemos, el aumento del ahorro de las familias es el objeto oscuro del deseo del Gobierno. Mientras, divulgan el mantra de la menor presión fiscal respecto a la Unión Europea, como si fuera lo mismo pagar el 46,5% de impuestos sobre una renta de 40.000 €, que el 39,1% de 24.000 y triple de paro. Y somos el país de la Unión Europea con un mayor déficit y el cuarto de mayor deuda. Porque la gran subida está siendo la del gasto público, que ha rebasado por primera vez al gasto privado, pasando del 42,1% de gasto público sobre PIB, en 2019, al 52%, en 2020. Y las previsiones lo mantienen en el 50,8% para 2021. Además, en el primer trimestre de este año hemos sido el país de la Unión Europea de menor incremento del PIB, junto a Portugal.
María Blanco, autora de Hacienda somos todos, cariño, advierte de los recursos utilizados por la Administración para justificar un nivel de impuestos tan alto: «El truco está en hacerte ver que si no pagas estás traicionando a los españoles».
Las rentas altas aportan más del 41% de los ingresos totales del Estado, según un estudio de la OCDE, muy por encima de la media del resto de países ricos.