Manuel Llamas | 20 de julio de 2020
España no registra una burbuja inmobiliaria como la de 2008, de modo que el ajuste será más moderado pero inevitable, ya que el problema es la grave crisis económica que afronta el país.
La crisis del coronavirus está golpeando, en mayor o menor medida, a casi todos los sectores de la economía, incluido el mercado de la vivienda. El frenazo en seco que sufrieron las compraventas como consecuencia del confinamiento y la caída de precios que han empezado a experimentar los inmuebles, tras más de un lustro de subidas, genera una elevada incertidumbre y hace pensar a muchos que la construcción podría acabar registrando un desplome similar al de la Gran Recesión, al tiempo que otros auguran una rápida y firme recuperación. Sin embargo, todo apunta a una situación intermedia.
La venta de pisos se hundió más de un 70% interanual en abril junto con la firma de hipotecas, que descendió un 57%, cuando la mayoría de la población tuvo que quedarse en sus casas para contener los contagios, mientras que en mayo, cuando comenzó la desescalada, la caída se suavizó ligeramente hasta el 53% y el 44%, respectivamente, según los últimos datos del Consejo General del Notariado. Los precios, por su parte, han bajado una media del 5%, según el portal Idealista.
Es de esperar que el mercado se reactive de forma gradual conforme se vaya imponiendo la nueva normalidad, pero tardará en recuperar los niveles precrisis. Hoy, el sector inmobiliario y financiero es muy diferente al de 2008. España no registra como entonces una burbuja inmobiliaria, fruto a su vez de una insostenible expansión crediticia, de modo que el ajuste será más moderado, pero, en todo caso, inevitable, ya que el problema es la grave crisis económica que afronta el país.
Con una caída del PIB superior al 10% y una tasa de paro por encima del 20% al cierre de año, la demanda de vivienda experimentará un sustancial retroceso, lo cual presionará a la baja el precio de los inmuebles, especialmente en algunas zonas. Son varios los factores que marcarán esta tendencia. En primer lugar, el desempleo. El coronavirus se ha cobrado por el momento algo más de 4 millones de empleos, incluyendo los famosos ERTE, y, en ausencia de una profunda reforma para flexibilizar al máximo el mercado de trabajo, España está condenada a sufrir una tasa de paro muy elevada durante los próximos años. Si a ello se le suma el miedo a perder el trabajo, millones de potenciales compradores desaparecerán.
Por otro lado, la solvencia de las familias se verá, igualmente, mermada y, por tanto, las entidades financieras se verán obligadas a reducir la concesión de préstamos hipotecarios, minorando aún más la posibilidad de comprar una casa. Además, siendo el turismo uno de los sectores más afectados por la pandemia, la adquisición de vivienda por parte de los extranjeros, que llegaron a representar el 12,5% del total en 2019, también caerá, de modo que las ventas no se recuperarán a corto plazo. Y a menor demanda, menor precio. Aunque resulta imposible prever con exactitud la dimensión de la bajada, la mayoría de analistas se decanta por una horquilla que va del 5% al 15%, pero la intensidad dependerá, en última instancia, de la gravedad y duración de la crisis.
Si España logra salir de la recesión con prontitud y diligencia, la recuperación del mercado inmobiliario se acelerará, sobre todo en las grandes ciudades que atraen población, como es el caso de Madrid; pero si la política económica del Gobierno insiste en repetir los errores del pasado, negándose a hacer reformas y apostando por el aumento del gasto y los impuestos, dificultando con ello el crecimiento y la creación de empleo, la vivienda evolucionará a la par.
El FMI estima una contracción del 8% para la economía española en 2020, la mayor desde la Guerra Civil y una de las peores del mundo desarrollado, junto a un paro que podría ser superior al 20%.
El resultado de las elecciones en el País Vasco es toda una advertencia para el constitucionalismo en Cataluña. Sería interesante que el Gobierno de España dejara de ensalzar a los nacionalistas.