Manuel Llamas | 23 de abril de 2019
La noche y el día: uno de los países más ricos del mundo frente a la ruinosa receta bolivariana.
Los cinco grandes partidos políticos que compiten de cara a las elecciones generales del próximo 28 de abril ya han presentado sus respectivos programas electorales, incluidos VOX y Podemos, que, situándose en los dos extremos del espectro ideológico, presentan, igualmente, dos modelos absolutamente contrapuestos a nivel económico. La España de VOX y Podemos es como el día y la noche, ya que mientras que la formación de Santiago Abascal se inspira en Irlanda, uno de los países más ricos del mundo, los de Pablo Iglesias pretenden implantar la ruinosa receta bolivariana que tanto daño está causando en Venezuela.
VOX tiene, de lejos, el mejor programa económico diseñado hasta la fecha, dado que combina profundas reformas estructurales, tanto para liberalizar la actividad productiva como para mejorar sustancialmente los pilares básicos del llamado Estado del bienestar, con un ambicioso plan de ajuste presupuestario donde las necesarias rebajas de impuestos no están reñidas con la imprescindible eliminación del déficit público.
En materia fiscal, propone rebajar el Impuesto de Sociedades del 25% al 22% a corto plazo, pero su objetivo final consiste en fijarlo en el 12,5% que posee Irlanda y que tan buenos resultados le ha propiciado en las últimas décadas. En IRPF, su plan consiste en garantizar una amplia base exenta del pago de impuestos para cubrir las necesidades básicas del contribuyente, así como simplificar dicho tributo mediante la reducción de deducciones y tramos. En concreto, se establecerían dos tipos: uno del 22% hasta los 60.000 euros anuales de renta y otro del 30% a partir de dicha cuantía.
La principal diferencia de la España de VOX y Podemos radica en un concepto clave: la libertad
La rebaja de cotizaciones sociales y la eliminación del Impuesto de Patrimonio, Sucesiones, Donaciones y la polémica plusvalía municipal vendrían a completar la histórica rebaja fiscal que plantea VOX. Lo bueno, sin embargo, es que la caída de la recaudación no tendría por qué traducirse en un mayor déficit, puesto que, al mismo tiempo, su programa también incluye un plan de choque para recortar el gasto público en unos 24.000 millones de euros hasta 2020, de modo que España pueda alcanzar los objetivos presupuestarios acordados con Bruselas.
Aunque el cumplimiento de dicho ajuste es cuestionable en algunas partidas, el mero hecho de que VOX reconozca la necesidad de reducir el gasto para reequilibrar las cuentas supone un loable ejercicio de realismo y honestidad del que, por desgracia, no pueden presumir todos los partidos.
La España de VOX y Podemos también se diferencia mucho en el ámbito de las reformas. Y es que, lejos de mantener las ineficiencias y despilfarros del sistema vigente, la formación de Abascal apuesta por introducir un concepto que, si bien está muy asentado en otros países ricos, supondría una auténtica revolución aquí.
Frente a la concepción monopolística del Estado como proveedor de ciertos servicios públicos, su programa aboga por la libertad de elección de los contribuyentes a nivel de sanidad, educación y pensiones. Los españoles podrían elegir libremente entre sanidad pública o sanidad privada sin necesidad de financiar ambas, gracias a la posibilidad de deducirse fiscalmente los gastos destinados al seguro médico.
Por su parte, la implantación de un cheque escolar para que todas las familias puedan escoger colegio, junto a la competencia entre centros y la libertad curricular, pondría en manos de las familias, y no de los políticos, la educación de los hijos.
Y lo mismo sucede en materia de pensiones, donde los españoles podrían ahorrar para complementar su futura pensión pública transitando de forma progresiva hacia un sistema mixto de capitalización, a imagen y semejanza de lo que sucede en otros muchos países.
Por último, la liberalización del mercado de trabajo y de la vivienda contribuiría, igualmente, a solventar el problema del paro y el encarecimiento de los alquileres y los precios inmobiliarios en las grandes ciudades.
El programa económico de Podemos es todo lo contrario. Pablo Iglesias propone una histórica subida de impuestos y de gasto público, absolutamente insostenible desde el punto de vista financiero, que, de llegar a aplicarse, conduciría a España a la quiebra.
Lo más preocupante, sin embargo, no estriba tanto en su utópico plan presupuestario como en su intención de colectivizar la economía nacional. Podemos habla sin tapujos de nacionalizar industrias -incluido el sistema eléctrico-, expropiar viviendas, fijar precios por ley y ejercer un asfixiante intervencionismo económico que poco o nada tiene que envidiar al catastrófico modelo chavista desarrollado en Venezuela.
La principal diferencia de la España de VOX y Podemos radica en un concepto clave: la libertad. Mientras los primeros aspiran a que los españoles gocen de una mayor autonomía y capacidad de elección a nivel económico, los segundos sueñan con un sistema de planificación central, donde los políticos impongan su voluntad al resto de la población.
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