Manuel Llamas | 24 de agosto de 2020
La actividad turística se desplomará un 65% en 2020, con unas pérdidas totales próximas a 100.000 millones de euros. Baleares y Cataluña serán las comunidades más perjudicadas.
El Gobierno de Pedro Sánchez aceleró al máximo la reapertura de la actividad económica en junio con el fin de salvar la temporada turística y, de este modo, evitar una caída aún mayor del PIB, pero la ausencia de un eficaz plan de prevención y coordinación para tratar de controlar los posibles rebrotes durante el verano ha terminado por hundir el principal motor de la economía española.
La crisis del coronavirus es, en primer lugar, sanitaria y, si algo ha demostrado el Ejecutivo de PSOE y Podemos, es su absoluta incompetencia e incapacidad a la hora de combatir la pandemia, motivo por el cual España destaca como el país que peor ha gestionado esta particular amenaza, superando incluso a Estados Unidos, Brasil o Reino Unido, tal y como evidencian las ratios de mortalidad y contagios.
La bochornosa inacción que tuvo lugar hasta el 8 de marzo se tradujo después en uno de los confinamientos más largos y estrictos del mundo, con la consiguiente parálisis de la economía, mientras que la improvisada reactivación posterior ha situado a España a la cabeza de Europa en cuanto a nuevos infectados, convirtiéndose así en un destino de alto riesgo para los turistas extranjeros.
La ausencia de visitantes foráneos durante el presente ejercicio impactará de lleno en el sector turístico, que representa el 12% del PIB y el 13% del empleo total, agravando aún más la histórica recesión que padecerá la economía nacional. De hecho, la hecatombe turística explicaría más de la mitad de la caída del PIB que se prevé para 2020, situada entre el 10% y el 15%. Los datos cosechados hasta el momento son desoladores, tal y como expone la patronal turística Exceltur.
La campaña estival ha terminado antes de empezar. El tráfico de pasajeros aéreos se hundió más de un 70% interanual en julio, el gasto medio de tarjetas extranjeras por conceptos turísticos cae entre el 60% y el 80%, mientras que el volumen de trabajadores del sector turístico es casi un 40% inferior al de julio de 2019, con cerca de 820.000 empleados menos.
Como consecuencia, la actividad turística se desplomará un 65% en 2020, con unas pérdidas totales próximas a 100.000 millones de euros. Todas las comunidades autónomas sufrirán en mayor o menor medida, pero, en especial, destacan Baleares y Cataluña por la elevada presencia de turismo extranjero en los dos trimestres centrales del año, a diferencia de Andalucía, Comunidad Valenciana y las regiones del norte, donde las caídas serán menos intensas debido al mayor peso del turismo nacional. Canarias, por su parte, suavizará el golpe por la singularidad de su temporada alta a fines de año.
En cualquier caso, se trata de un cataclismo de dimensiones inéditas en tiempos de paz, cuya factura se cobrará el cierre de miles de empresas y la destrucción de cientos de miles de puestos de trabajo en los próximos meses. La ansiada recuperación en V que vaticinaba el Gobierno siempre ha sido una quimera, pero el colapso turístico anticipa, en gran medida, la dureza e intensidad de la crisis que registrará el conjunto del país a corto y medio plazo.