José Manuel Muñoz Puigcerver | 27 de febrero de 2020
El Corte Inglés, aunque debilitado por la coyuntura, continúa siendo una de las marcas de referencia en España. Pero es el momento de hacer cambios.
No corren buenos tiempos para una de las marcas insignia de nuestro país. El nuevo plan de desinversiones anunciado por El Corte Inglés, que incluye el cierre o reconversión de 25 de sus centros comerciales, es la consecuencia más directa de una paulatina pero inexorable caída que se inició a finales de la década pasada, cuando la crisis económica golpeó con especial dureza todas aquellas actividades relacionadas con la industria del consumo. Si a ello le sumamos la feroz competencia que, de un tiempo a esta parte, suponen las plataformas de venta en línea, hallamos todos los ingredientes necesarios para explicar el período de serias dificultades que está atravesando la firma fundada por Ramón Areces y César Rodríguez.
Por un lado, El Corte Inglés pretende llevar a cabo una importante reducción de la deuda total de la compañía (estimada en torno al 17%) reestructurando aquellas tiendas que, en su mayor parte, se abrieron justo en el período anterior a la crisis y que, en la actualidad, incurren en cuantiosas pérdidas. De hecho, la intención es que, para el ejercicio 2019 (que, en el caso de El Corte Inglés, finaliza el próximo 29 de febrero), el monto total de deuda se sitúe en torno a los 2.800 millones, frente a los 3.367 millones con los que finalizó 2018. De cumplirse estas previsiones, la rebaja experimentada en tan solo tres años habría sido del 30% (cerró el ejercicio 2016 con una deuda de 4.100 millones), para lo cual, además del mencionado plan de desinversión, cuenta también con la posibilidad de refinanciarse, fruto de nuevas negociaciones en curso con los diversos bancos y cajas acreedores.
Por otro lado, como toda crisis supone siempre una oportunidad, su consejo de administración ha considerado que es el momento propicio para ejecutar una nueva política estratégica más acorde con las tendencias de consumo actuales. Un ejemplo de ello es la nueva asociación con Deliveroo para el reparto de comida a domicilio previo pedido por Internet. El concepto de centro comercial en el que se puede encontrar de todo, pero al que uno debe desplazarse físicamente para efectuar la compra requerida, está quedando desfasado en este nuevo paradigma económico en el que cualquiera puede adquirir un producto en, prácticamente, cualquier lugar del mundo y recibirlo cómodamente en su casa tan solo realizando el famoso clic.
Los movimientos internos que se han producido en los últimos tiempos en la entidad también han sido determinantes y han supuesto una presión añadida que ha contribuido a tomar la decisión de emprender cambios tanto presentes como venideros. Sin ir más lejos, el ex primer ministro de Catar, Heike Hamad bin Jassim bin Jaber al Thani (más conocido en los círculos financieros como HBJ), se hizo, en julio de 2018, con el 12,2% de la compañía. Además, y aunque no existen explicaciones oficiales al respecto, parece difícil desligar este proceso de la renuncia por sorpresa, el pasado mes de enero, del expresidente Nuño de la Rosa quien, precisamente, tomó las riendas de El Corte Inglés para fortalecer la posición estratégica de la sociedad tras la destitución de Dimas Gimeno. En cualquier caso, parece evidente que los terremotos orgánicos por el control de la cadena y la pérdida de identidad de la que esta adolece como consecuencia de los nuevos patrones de consumo han sido dos procesos que se han retroalimentado sucesivamente.
De todos modos, El Corte Inglés, aunque debilitado por la coyuntura, continúa siendo una de las marcas de referencia en España. Gestionar los cambios no es tarea fácil, y menos aún en una macroempresa que emplea a más de 92.000 personas y sobrepasa ampliamente los 15.000 millones de euros anuales en facturación. Sin embargo, es precisamente en dicha gestión del cambio en donde suele residir la clave del éxito para que, a medio y a largo plazo, la nueva dirección emprendida por la empresa rinda sus frutos. “Renovarse o morir” es una máxima que, muy especialmente en una economía globalizada y tan altamente competitiva como la actual, se revela más vigente que nunca, y esta es una lección que El Corte Inglés ya ha comenzado a aprender.
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