Hilda García | 08 de junio de 2020
Expertos de diferentes ámbitos profesionales se pronuncian sobre la reforma del sistema de becas anunciada por el Gobierno. El mérito académico deja de valorarse y la concesión dependerá solo del umbral de renta.
Cuanto mayor sea el empeño que pongamos en cada tarea que emprendemos, mejores resultados podremos alcanzar. «El éxito depende del esfuerzo», decía Sófocles. Una vieja máxima que el Gobierno de Pedro Sánchez parece ignorar, pues ha planteado una reforma del sistema de adjudicación de las becas universitarias que camina en dirección opuesta.
Los Ministerios de Educación y Universidades han decidido modificar los criterios de acceso a las ayudas, de modo que su concesión se vinculará tan solo al nivel de renta y no estará sujeta al mérito académico del alumno.
Nuestros dirigentes olvidan que los grandes logros de la humanidad han sido posibles gracias al esfuerzo. El espíritu de lucha es lo que nos impulsa a dedicar tiempo y recursos a una aspiración, con el incentivo de obtener una recompensa material, pero sobre todo inmaterial.
Eldebatedehoy.es ha reunido a profesionales de distintos ámbitos para que ofrezcan su visión sobre la polémica medida del Gobierno y expongan los requisitos que, a su juicio, deberían prevalecer a la hora de otorgar las ayudas económicas.
PREGUNTAS
1.- El Gobierno ha anunciado que la concesión de las becas universitarias se hará en función de la necesidad económica, no del mérito académico. ¿Qué opinión le merece esta decisión?
2.- ¿Cuál cree que debería ser el criterio para la adjudicación de las ayudas?
RESPUESTAS
Gregorio Luri
Filósofo y pedagogo. Autor de numerosos libros de política, filosofía y pedagogía.
1.- Es una decisión coherente con los valores de nuestro tiempo: están concebidas con criterios terapéuticos. Quieren contribuir a paliar el sufrimiento, más que a compensar el esfuerzo por superarlo.
2.- Las becas son un gesto de solidaridad social, no un regalo del Gobierno. Para que yo pueda ser becado, alguien tiene que pagar sus impuestos. Las becas deben ser generosas en su ayuda a todo el que demuestre, al menos con un 6 de media, que está dispuesto a corresponder con su esfuerzo a la solidaridad que recibe.
Manuel Llamas
Periodista. Redactor jefe de Economía de Libertad Digital y Libre Mercado.
1.- Es un grave error que, por desgracia, incide en la pésima deriva que ha tomado la educación pública a lo largo de los últimos años. Constituye un nuevo desprecio a la meritocracia, la cultura del esfuerzo y el necesario espíritu de superación.
Regalar becas de estudio tomando como referencia únicamente los umbrales de renta, sin exigir a cambio un mínimo rendimiento académico, incentiva la ley del mínimo esfuerzo, degradando aún más la ya escasa calidad educativa que registra España, en comparación con los estándares de la OCDE.
2.- El sistema de becas debería garantizar el acceso a estudios de calidad a aquellos alumnos que, teniendo escasos recursos económicos, presenten un buen rendimiento académico, preferiblemente superior a la media.
Si el sistema se dedica a premiar la mediocridad, se obtendrá mediocridad. El Gobierno, nuevamente, pretende igualar por abajo y, como resultado, el nivel educativo en España, lejos de mejorar, empeorará.
Quieren contribuir a paliar el sufrimiento, más que a compensar el esfuerzoGregorio Luri
Víctor Arufe
Editor Jefe de Sportis, Revista Técnico-Científica del Deporte Escolar, Educación Física y Psicomotricidad.
1.- Desde mi punto de vista, es un error. Por supuesto, las becas son muy necesarias y aumentar su presupuesto es una medida acertada, pero creo que no se puede tomar como único criterio el nivel económico.
En el caso de titulaciones superiores, grados y másteres, la universidad siempre ha sido formadora de talento y también buscadora del mismo. Y precisamente el talento no entiende de rendimiento económico.
2.- Una persona que no tenga buena predisposición por mejorar como profesional o motivación para los estudios y que no se implique en el proceso de enseñanza-aprendizaje no puede estar disfrutando de una beca. Y por eso, las becas deben estar enfocadas a personas que luchan por sus sueños, tengan o no un contexto familiar con bajo o alto nivel económico.
Patricio Herráez
Director gerente de la Fundación San Pablo para Ayuda al Estudio
1.- No podemos caer en la tentación populista y demagógica de creer que rebajar la exigencia académica es una apuesta por la igualdad y la justicia. Este discurso, tan «moderno», tan «progre» y tan «democrático» lo que al final significa es desincentivar el esfuerzo, abrir rebajas académicas permanentes y, sobre todo, no reconocer el valor del esfuerzo y el trabajo.
NO es, en absoluto, progresista que la sociedad esté asumiendo el importe de los honorarios académicos de quien no se esfuerce, es también una corruptela social. El igualitarismo a la baja es regresión social y universalización de la incompetencia.
2.- La política de becas constituye y ha de constituir un pilar básico para garantizar la IGUALDAD DE OPORTUNIDADES: que nadie que por su esfuerzo lo merezca y lo necesite por su situación socioeconómica quede excluido en la realización de su formación y estudios.
Insisto: Becas rotundamente SÍ como garantía de oportunidades. Criterios: necesidad socioeconómica y exigencia académica, nunca populismo igualitarista.
La decisión del Gobierno constituye un nuevo desprecio a la meritocracia, la cultura del esfuerzo y el necesario espíritu de superaciónManuel Llamas
Gonzalo Sanz-Magallón
Coordinador del Grupo de investigación ELEDUCA. Profesor del Departamento de Economía en la Universidad CEU San Pablo.
1.- Es un error eliminar totalmente el componente académico, ya que en realidad todos los alumnos que se matriculan en universidades públicas reciben una subvención ‑que muchos desconocen‑, en torno a los 4.000 euros, que es la diferencia entre el coste que asumen las universidades y las tasas que pagan.
Por ello, las becas que se conceden, que suponen un importe medio anual de 3.100 euros, es justo que incluyan tanto las circunstancias familiares como el esfuerzo y los resultados del alumno.
2.- Una política universitaria que buscara apoyar a las familias más desfavorecidas debería otorgarles un «bono», por importe de unos 6.000 euros, para que pudieran emplearlo en centros públicos o privados.
Estos últimos presentan en muchas titulaciones unas tasas de éxito y de inserción laboral superiores a los centros públicos, por lo que el acceso de esos alumnos los ayudaría en gran medida a progresar académicamente y profesionalmente.
Gregorio Luri es un maestro en el sentido originario del término; un maestro de escuela, un señor que ha dedicado su vida a enseñar a los jóvenes. Pero, enseñar ¿qué? Y ¿para qué?
Los rectores de las tres Universidades CEU hablan sobre el presente y el futuro de la educación tras el coronavirus. Una pandemia de la que podemos aprender varias lecciones.