Guillermo Garabito | 12 de noviembre de 2020
A la «Ley Celaá» lo que le molesta es que haya colegios concertados, porque la izquierda lo que dice es que el concertado es un colegio privado subvencionado, así como crítica. Lo que ocurre es que un concertado es un privado pero sin socialistas, y eso no se puede consentir.
A la «Ley Celaá» lo que le estorba, en general, son los niños -con discapacidades o sin ellas-. Al PSOE le molestan los niños en conjunto, como esos solterones que han conseguido que se creen hoteles y restaurantes donde no se permiten críos, como si estos fuesen perros, porque piensan que los críos son el mal del mundo y no lo único que lo puede salvar. El sanchismo solamente es la postura política de esta sociedad donde estorban los niños: los críos con sus problemas de matemáticas que a los adultos se nos ha olvidado resolver, los niños con la pelotita, con sus primeros amores, los niños creciendo, así en general. Por eso, para que no molesten con las notas, que es un disgusto que yo llevaba puntualmente a casa cada trimestre, pretenden ahora PSOE y Podemos, con esta nueva «LOMLOE», que los críos no molesten, porque tener criterio y conocimientos siempre es una molestia.
A la «Ley Celaá» lo que le mortifica es que por la mañana se rece un Ave María en algunos colegios, porque ellos, en sus tiempos, rezaban más. Les toca la moral, porque a ellos cuando eran pequeños los hacían rezar y ahora ven a sus hijos y resulta que las monjas ya no pellizcan. Además, antes se llevaba la falda muy larga y ahora mi hermana discute por llevarla más corta. Y este neopuritanismo que nos quiere a todos iguales -por abajo- no lo puede permitir. Esto es la «Ley Celaá», una cacofonía espantosa: «LOMLOE», que es exactamente lo contrario de hacia donde deberíamos caminar.
Hace años que España necesita de urgencia un pacto de Estado para la reforma de la ley de educación, pero cada Gobierno que pasa se lo guisa a su manera, para contentar a sus socios, parchear a su gusto y así. Esta vez simplemente es que la ministra, como es del PSOE y la aprieta Podemos y Bildu y ERC y PNV y Compromís, BNG y toda esta lista de radicales, en vez de reformar, ha decidido destruir tanto la posibilidad de que muchos críos españoles aprendan el castellano como las escuelas concertadas, las de educación especial y todo lo que haga falta, con tal de que a Pedro Sánchez le aprueben los presupuestos.
Y sobre el futuro de los críos españoles Dios proveerá, pero en la intimidad y extracurricularmente. A esta izquierda nuestra le molestan los niños, ya digo. Solo le interesa si a los dieciocho se convierten en votantes de lo suyo. Si no, de adultos también le estorbarán, como todos esos padres que no se resignan a que los hijos sean del Estado, que es lo que insinuó la ministra de Educación. Padres que reclaman su derecho a decidir la educación de sus hijos, que es lo que dice la Constitución y no añade nada de pública. Pero esto ya lo saben el PSOE y Podemos, por eso han dicho que les da igual que sea inconstitucional, que para cuando quiera tumbarlo la Justicia ya habrá calado en la sociedad; ingeniería social y así nos va desde hace años. Al PSOE, los críos le molestan desde hace mucho, el aborto no es más que la «Ley Celaá», pero para los no nacidos.
Josep Pla, al llegar a Madrid en 1921 de su Ampurdán profundo, ya advirtió que su castellano era «raquítico y pobre». Ahora muchos niños, un siglo después, tendrán la misma sensación al moverse por su país. Esto es el progresismo, «quien lo probó lo sabe».
Yo soy niño de colegio pijo de esos que mis padres no podían permitirse si no fuera por ser concertado y por alguna que otra beca. Mi colegio era un colegio de esos que tanto le gustan al PSOE, porque por ellos terminan pasando todos los hijos de los ministros. Lo único que podría apoyar de esta ley es que no se segregue a niños y niñas, pero por la egoísta razón de que así yo habría salido del colegio liado con la hija de algún ministro y ahora podría ser socialista enchufado en un ministerio y veranear en Doñana, como los amigos de Pedro Sánchez. Esa es la única posibilidad para estar de acuerdo con esta ley, si no, no hay por dónde cogerla. Luego uno lee testimonios como el de Mar, que es madre de un hijo con síndrome de Down de los que acuden a un centro de educación especial, cuando decía en Twitter: «No lo segrego. Al contrario: segregarlo sería dejarlo en un rincón de la clase chupándose el dedo mientras los otros 29 niños sin discapacidad -albricias- avanzan con el currículo, hablan de sus intereses o juegan al fútbol. Cerrar los ojos a la evidencia no ayuda». Eso es la «Ley Celaá».
La «LOMLOE» se modificará dentro de poco por la «ESLOME», que será que se eslome usted, que para eso ellos son los que mandan, y a sus hijos los seguirán llevando a colegios privados, eso no cambia. Serán de los pocos que se lo puedan permitir. Escribiendo no es que uno se pueda permitir grandes dispendios en este mercado editorial que se parece al lumpen. Pero yo tengo toda la intención de llevar a mis hijos a un colegio concertado, porque creo que yo no sería ni la mitad de lo que soy si no hubiese sido por el lugar en el que estudié. Y si la ministra lo prohíbe, montaré una Institución Libre de Enseñanza aquí en La Mudarra. Una escuela donde a los críos se les hable en un castellano rico que ya no se maneja ni en los colegios, en un español que solo queda en los libros de Delibes. Aquí aprenderán lo que es una trocha y que la matanza se hace en noviembre, leerán de verdad y no solo estudiarán autores como si fueran ocas de engorde para la Selectividad. Aquí se recitará a sor Juana Inés de la Cruz y a Quevedo y se estudiará a Virgilio y el campo y geometría y se leerá el Quijote en el único castellano -universal- en el que está escrito a la edad que corresponda y no en alguna adaptación para hacer niños blanditos.
A la «Ley Celaá» lo que le molesta es que haya colegios concertados. Ellos quieren públicos o privados: públicos para la plebe y privados para los de Neguri, como ella. Porque la izquierda lo que dice es que el concertado es un colegio privado subvencionado, así como crítica. Lo que ocurre es que un concertado es un privado pero sin socialistas, y eso no se puede consentir. A Isabel Celaá y al resto del partido lo que les preocupa es la posibilidad de que se ligue a sus hijos gente de derechas de colegio concertado -pobre, claro- y les salgan los nietos del PP.
Todo esto que ocurre ahora ya lo avisó cuando dijo que «los niños no son de los padres», es decir, que son del Estado, que es llevar el comunismo un poco más allá. Quizá, en vez de litigar por la educación concertada, lo primero que haya que ir a denunciar a un juzgado es que el Gobierno nos ha «okupado» a los hijos y a partir de ahí el resto. Mientras tanto, este no es país para niños, ni para padres… La verdad es que últimamente no es país para nada.
La exclusión del castellano y la historia en clave nacionalista responden a la voluntad política de desconectar emocional y mentalmente de España a los catalanohablantes. El nacionalismo pretende una sociedad aislada porque así la manejará con mayor facilidad.
Flaco favor ha hecho la ministra con sus vehementes declaraciones contra el llamado “pin parental” para seguir construyendo una relación confiada entre padres y escuela, algo básico en la educación de nuestros hijos.