Daniel Berzosa | 23 de julio de 2020
El Real Colegio de España en Bolonia ha creado un programa de becas y un colegio universitario para alumnas católicas que desean estudiar el doctorado preferentemente en el área de las ciencias y la tecnología.
No es la primera vez que me sucede a estas alturas de mi vida. Así que ya albergo la certeza de que las noticias verdaderamente importantes (sean portadoras de alegría o dolor), las que cambian la vida, propia o de otros o de todos, jamás llegan cuando se anuncian o barruntan o mascullan. Saltan como las liebres delante de nuestras desprevenidas y asombradas narices.
El sábado 18 de julio de 2020, san Federico de Utrecht, o, en el calendario tradicional católico, san Camilo de Lelis (aprovecho para recomendar la lectura de la memorable novela de Camilo José Cela, Vísperas, festividad y octava de San Camilo del año 1936 en Madrid), a las 12:45 horas, un amigo muy querido, compañero de promoción del Real Colegio de España, me había enviado por WhatsApp solo un enlace sin comentarios de clase alguna. Cuando lo vi, entré de inmediato a saber de qué iban esas becas de Santa Catalina.
Apenas había leído el primer párrafo, busqué confirmación a lo que estaban asumiendo mis sentidos en la cuenta oficial de Twitter del colegio, y encontré estas palabras, que, acto seguido, multipliqué entre mis compañeros y amigos, y en mis redes sociales: «Anunciamos la creación de un programa de becas femenino con perfil STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) para realizar estudios de doctorado en Bolonia. El nuevo programa de Becas Santa Catalina de Bolonia se financiará con fondos privados de la Fundación Albornociana».
El Colegio de España en Bolonia, la ciudad universitaria por excelencia, es una institución privada, fundada por el gran cardenal don Gil de Albornoz en 1364. Esto es, más de un siglo antes de la reunificación de los territorios peninsulares. El colegio incluyó en su nombre el de «Real» el 6 de enero de 1530, cuando Carlos I de España, pocos días antes de ser coronado emperador de Alemania como el quinto de su nombre en la ciudad de Bolonia, le otorgó la Protección Regia. Protección que han renovado los sucesivos monarcas españoles, con la finalidad de ayudar y arropar en todo lo posible a la creación del cardenal Albornoz, fuera de los confines de España.
La Fundación Albornociana está presidida por el jefe del linaje o Casa de Albornoz, financia desde 1369 los estudios de españoles y portugueses en la Universidad de Bolonia, la más antigua de Occidente y del mundo con esa significación. Actualmente, son entre 10 y 15 los beneficiarios de sus becas para realizar estudios de doctorado. A los que se sumarán las nuevas beneficiarias a partir del próximo curso, gracias al programa Santa Catalina de Bolonia.
La institución se nutre con sus propios recursos —ninguno de origen público—, fundamentalmente propiedades urbanas y rurales en explotación agrícola. Algunas son originarias de don Gil de Albornoz y otras se han incorporado a lo largo del tiempo, como son los bienes que le atribuyó el papa Pío VII en 1819, en compensación tras la confiscación infligida por Napoleón siete años antes.
Después de 656 años, las autoridades de la fundación que instituyera don Gil, con su descendiente Iván de Arteaga, marqués de Armunia y de Ariza (G. de E.), al frente, como patrono y presidente de la Fundación Albornociana, en una decisión de las que se deben calificar como genuinamente históricas, han hallado el modo de ampliar la obra de don Gil e incorporar a su exclusiva estirpe de colegiales varones a las mujeres, sin faltar a la voluntad fundacional. Y, además, se hace con la inteligencia y sensibilidad puestas en el siglo XXI, al tiempo que frente a la corriente imperante y la crisis vigente causada por la pandemia del coronavirus.
Este patrocinio de un programa de becas femenino con perfil «especialmente» STEM se hace, además, en línea de las prioridades del «Alma Mater Studiorum-Università di Bologna», que fomenta desde hace tiempo una directriz en este sentido. No obstante, cualquier alumna que reúna las condiciones podría solicitar la beca; pues, como se comprueba en la página web, se ofrece el listado de todos los doctorados («dottorati di ricerca») abiertos en la Universidad de Bolonia para el curso próximo. Y las ayudas se conferirán siempre, como en el caso de los alumnos, por riguroso concurso nacional de méritos.
Salvo el Colegio de San Clemente de los Españoles, como también es conocido, los restantes colegios de origen medieval que configuraron la Universidad de Bolonia han ido desapareciendo. No es que no existan residencias universitarias en la ciudad, pero el único que subsiste como tal desde su fundación es el Real Colegio de España.
Esta iniciativa pretende también recuperar esa tradición, creando un nuevo colegio universitario, en esta ocasión femenino, y con un perfil eminentemente científico y tecnológico. Lo que no ocurría desde la fundación de la Universidad de Bolonia en 1088.
Santa Catalina de Bolonia es una de las mujeres más destacables de la historia de la «città Dotta, Grassa e Rossa» (Serena Bersani: Le grandi donne di Bologna: storia e segreti, Newton Editori, 2017) y, además de santa, se la considera guardiana y protectora de las artes liberales. Montserrat Cabré y Teresa Ortiz, en Sanadoras, matronas y médicas en Europa (Icaria, Barcelona, 2001), cuentan que «Catalina de Bolonia fue una miniaturista, calígrafa, escritora y pintora, una extraordinaria mujer en cuya personalidad confluyeron el humanismo y una vibrante identidad religiosa».
Resumo los puntos fuertes de esta decisión histórica y trascendental. El programa surge en un contexto de crisis y gran incertidumbre y, sin embargo, el Real Colegio de España decide hacer un esfuerzo económico y financiero muy notable creando un nuevo programa de becas y un nuevo colegio universitario en Bolonia, con estudiantes católicas que desean estudiar preferentemente en el área de las ciencias y la tecnología.
Creo que es objetivamente un motivo de gran satisfacción. Mujeres católicas, ciencia y financiación exclusivamente privada. Como me ha comentado un brillante profesor, impar docente y admirado amigo, al conocer la decisión: «Desde luego, es una iniciativa extraordinaria y contra el signo de los tiempos…; como debe ser».
Pronto, las ‘bolonias’ rezarán también por el eterno descanso del cardenal don Gil de Albornoz, nuestro benefactor ya casi por siete siglos, para que estemos a la altura de su generosidad y para que los frutos del estudio nos ayuden a ser constructores de paz.
«Te rogamos, Señor,
que tengas en tu gloria al Cardenal,
y ayudes nuestro esfuerzo,
para que, en nosotros, su obra fructifique
y florezcan las artes de la paz».
Como debe ser.
La universidad es un espacio donde se reflexiona serenamente, no donde se producen piezas de saber como si fueran mercancías manufacturadas a gran escala. Privilegiar el hacer frente al pensar significa su fin.
Los niños no son más que un juguete con el que juegan unos cuantos adultos vinculados a la política. Urge un nuevo modelo educativo en el que los pequeños no pertenezcan al Gobierno.