Pablo Velasco | 30 de septiembre de 2021
Sirvan estas palabras para concluir el camino de El Debate de Hoy, fundado en 2016 con la idea de mostrar un periodismo interpretativo, de reflexión pausada y análisis certero.
Hace más de cien años, Ángel Herrera Oria escribía su primer editorial en El Debate y lo titulaba A banderas desplegadas y alta la visera, aludía al gesto de mostrar aspiraciones, metas y orientaciones «adonde tiende su naciente vuelo». Podría asimilarse a lo que hoy llamamos en el periodismo digital el ¿quiénes somos?
Del mismo modo quiero repetir ese gesto y levantar la visera. Lo hago en este día en el que termina la actividad de El Debate de Hoy y pasa el testigo a El Debate, que comienza su andadura mañana, 1 de octubre, de la mano de Bieito Rubido. Pero esta vez, decía, levanto la visera para echar la mirada atrás y compartir con nuestros lectores unas palabras de agradecimiento.
Hace dos años, Alfonso Bullón de Mendoza, presidente de la ACdP, me encargó la tarea de dirigir este medio. Lo hizo al estilo «herreriano», porque no sé si saben que Herrera Oria, todo un experto en el liderazgo, basaba todos los proyectos en dotar de plena confianza y libertad a aquel al que encargaba su dirección.
La mía ha sido una lectura privilegiada, no solo porque he sido el primero en leerles, sino también porque ha sido acompañada de conversación
El Debate de Hoy había sido fundado en 2016 con la idea de mostrar un periodismo interpretativo, de reflexión pausada y análisis certero. Hasta mi llegada en julio de 2019, Justino Sinova primero, y Fernando Bonete después, fueron asentando los sillares de este medio. Siempre sostenidos por el equipo formado por David Vicente, Hilda García, Pablo Casado y Chema Rubio, bastiones de esta pequeña redacción.
Mi labor ha sido gozosa porque ha consistido fundamentalmente en agavillar una diversidad de firmas de colaboradores a los que les pedíamos agudeza de palabra y honestidad intelectual. La mayoría de ellos aceptaron el reto y dieron altura a lo pedido. Y otros no pudieron comenzar su colaboración con nosotros porque marcharon a la Casa del Padre, tal es el caso del escritor José Jiménez Lozano y el del poeta Miki Naranja, a los que pedimos que sigan escribiendo, ya sin trazo, nuestra historia.
Pasó el tiempo, con pandemia incluida, y como bien nos enseñó aquella mañana de primavera la Magdalena, el Bien viene y se va sin dejarse atrapar. Y les comparto que estoy contento con que así haya sucedido con El Debate de Hoy, ahora que había «sacado los codos» y había encontrado un espacio.
Y digo que ha sido un bien porque la aventura más fascinante de la vida siempre son los otros, y precisamente esto ha sido lo mejor de mi trabajo: el encuentro con otros, interpelarlos sin más pretensión sobre ellos que escucharlos. Este grupo brillante de autores, reconocidos y considerados, han respondido con algunas de las páginas más sugerentes que yo he podido leer en los últimos tiempos. La mía ha sido una lectura privilegiada, no solo porque he sido el primero en leerles, sino también porque ha sido acompañada de conversación, donde han demostrado que además de escribir, son buenos escuchando, acogiendo y corrigiendo las indicaciones que hubiera que hacerles.
Les confieso que vuelvo a mi casa alegre, sintiendo que alguien empuña el aldabón y no es en vano
Gracias por hacerlo tan fácil, por hacer gustosa la corrección como un camino de búsqueda de la verdad juntos, y nunca de atalayas que defender. Porque esa libertad herreriana que les contaba, aquí se ha querido también hacer patente: a los demás no se les usa, ni siquiera como aldabonazo de ideas. A los demás se les escucha y se les acoge como una novedad donde la Verdad puede estar esperando en los pliegues más insospechados.
De esta manera, el verso del poeta Julio Martínez Mesanza que ha permanecido todo este tiempo en nuestro frontispicio se ha hecho patente:
Hay espadas que empuña el entusiasmo
y jinetes de luz en la hora oscura.
Por eso, el gran regalo en esta misión ha sido que se me ha concedido un buen puñado de amigos, que sí permanecerán. Sus columnas, ya en toda una multitud de medios donde publiquen, y ahora también su voz, serán lugares a los que acudir siempre.
Sirvan estas palabras para concluir el camino de este Debate de Hoy, y tomando los versos de otro gran poeta español, Claudio Rodríguez, les confieso que vuelvo a mi casa alegre, sintiendo que alguien empuña el aldabón y no es en vano.
Después de dos años solo puedo decir que he rodado por el río turbulento de la opinión, que la piedra se ha hecho canto, y el canto, oración.
Escribir en El Debate de Hoy, y leer a sus colaboradores, ha sido una fuente de alegría, una escuela de aprendizaje.