David Vicente Casado | 01 de marzo de 2021
El coordinador general del Hospital Isabel Zendal lamenta que «la crítica no ha ido dirigida al concepto real, que es tener un hospital en un momento de pandemia, sino que se hace buscando el deterioro político de las personas que han decidido ponerlo en marcha».
Fernando Prados es un médico especialista en emergencias sanitarias con más de dos décadas de trabajo vocacional en el SAMUR. Tras liderar el hospital de campaña construido en IFEMA, puesto en pie en los momentos más duros de la pandemia, su lugar estaba en el Ayuntamiento de Madrid, pero una llamada de la presidenta Isabel Díaz Ayuso lo cambió todo.
Era el elegido para ser el máximo responsable del Hospital Isabel Zendal, un centro único en su especie y cuyo nacimiento estaba enfocado a reforzar el sistema sanitario con un nuevo centro público especializado en atender a pacientes de COVID-19 y futuras catástrofes sanitarias, una vez concluida la pandemia. El propio Prados reconoce que «era imposible decir que no a la presidenta y no participar en un proyecto así». Desde su inauguración, por el Hospital Isabel Zendal han pasado 2.446 pacientes, de los cuales 2.123 han recibido ya el alta. Siguen ingresados un total de 228 pacientes, de los cuales 32 permanecen en la UCI.
Pregunta: Cuando la presidenta lo llamó para encargarse de este proyecto, ¿cuánto tiempo tardó en decirle sí?
Respuesta: (Risas) Bastante tiempo, más del que me hubiera gustado. Yo estaba trabajando en el Ayuntamiento de Madrid y tuve que resolver algunos trámites, porque soy funcionario. Ya antes había colaborado con la Comunidad de Madrid, en el Hospital de IFEMA, y era imposible decir que no a la llamada de la presidenta para participar en un proyecto como este.
Pregunta: ¿El Hospital Zendal ha venido a Madrid para quedarse, Fernando?
Respuesta: Sí, por supuesto. El Isabel Zendal es un hospital que está pensado para dar soporte y apoyo al sistema sanitario en cualquiera de las actividades que este requiera. En este caso, ha sido construido en medio de una pandemia y, lógicamente, la actividad está encaminada a solucionar los problemas de hoy. Es muy versátil, se ha hecho pensando en que pueda dar solución a cualquier tipo de actividad que en un determinado momento necesite el SERMAS.
En esta pandemia se ha trabajado mucho la política y muy poco lo técnicoFernando Prados
P.: Usted puso en marcha el Hospital de IFEMA, ¿cuánto hay de IFEMA en el Zendal?
R.: Muchísimo. El equipo directivo es el mismo, aunque nos falta la figura de Antonio Zapatero, que fue subdirector médico y hoy es el viceconsejero. Este hospital se hace gracias al éxito que tuvo IFEMA en el peor momento de la primera ola. A partir de ahí, se extrajeron muchas conclusiones, experiencias… Y todas ellas se intentaron plasmar en una estructura que pudiera vencer lo que no pudimos arreglar en IFEMA y diera el mismo resultado que nos dio IFEMA.
P.: ¿Qué ha sido lo más complicado en estos meses?
R.: El poner esto en marcha ha sido muy complicado por muchísimos factores, fundamentalmente porque hubo gente que quiso ver en esto algo diferente a lo que realmente es: un hospital público que da servicio para atender pacientes COVID en plena pandemia COVID. A partir de ahí, todas las conclusiones que se sacaron o las críticas que se vertieron obedecían más a un espíritu de protesta o de ir contra algo que no era evidentemente lo que esto representa. Este es un sitio donde han venido profesionales a trabajar, sanitarios a hacer labores sanitarias, y vienen pacientes de COVID que se curan de COVID. Hemos empleado todos los medios, conocimientos y posibilidades de la medicina del siglo XXI de Madrid en un hospital.
Hemos visto que nuestro sistema no está preparado para atender una pandemiaFernando Prados
P.: ¿Cuál es el mejor recuerdo con el que se queda de todos estos meses?
R.: La verdad es que todavía queda mucho, porque todavía seguimos teniendo pacientes, pero los resultados son fantásticos. Me quedo con que todos aquellos profesionales que vinieron en su momento con la incertidumbre, el temor de que esto no fuera a cumplir sus expectativas profesionales, en su mayoría lo han vencido y están encantados de haber formado parte de un proyecto que es histórico.
No me puedo olvidar de los pacientes, que también han sufrido la misma incertidumbre y que, actualmente, cuando salen están totalmente agradecidos a todos los que han hecho posible su curación.
P.: ¿Usted puede entender cómo se puede criticar la construcción de un hospital público en plena pandemia?
R.: La verdad es que no tiene ningún sentido. La valentía de, en tiempo récord, lanzarse a un proyecto de este tipo es de admiración. Esta determinación se toma porque la primera ola nos pilla a todos sin soluciones a algo que nos pasó por encima, porque nadie esperaba una pandemia de estas dimensiones. Cuando te pasa por encima algo así y tienes que habilitar una solución, cuando ves que esa solución se queda a medias, porque podríamos haber hecho más si se nos hubiera avisado con tiempo, es el momento en el que apuestas por manejarte con la sanidad del siglo XXI de la Comunidad de Madrid y crear un centro monográfico y que esté dotado al más alto nivel. Lo descabellado sería generar un hospital de pandemias cuando no se prevé una pandemia. ¿Que es muy caro? Sí, porque el hacer una obra en tiempo récord es más cara que espaciarla en tres años. ¿Que con ese dinero se podrían haber hecho más cosas? También, pero no tendríamos, por ejemplo, un sistema de ventilación que liberara todo el aire en apenas 5 minutos en ninguno de los hospitales.
P.: ¿Cree que se valora más lo externo que lo interno? Se lo pregunto porque se alabó la construcción del hospital de Wuhan, y sin embargo, no hay día que no se critique al hospital Zendal.
R.: Estoy seguro de que desde fuera esto se está viendo como lo que es, un éxito que no tiene posible crítica. Aquí la crítica no ha ido dirigida al concepto real, que es el tener un hospital en un momento de pandemia que puede ayudar al resto de hospitales. La crítica que se hace es buscando el deterioro político de las personas que han decidido poner esto en marcha. Cuando yo defiendo este proyecto busco el que no se mienta, que no se viertan bulos que puedan afectar a los pacientes y a sus familiares. El que hoy en día critica este hospital estoy seguro de que en cuestión de meses va a tener que, por lo menos, callarse, o si no cambiar de opinión.
P.: ¿Cómo vivió la situación de robos en el hospital? ¿En qué punto se encuentra actualmente la investigación?
R.: Ahora mismo todo está en manos de la Policía. Se declaró el secreto de sumario y nos han pedido que seamos muy discretos con lo que ellos están trabajando. Yo sí tengo que decir que lo que ha pasado es que durante la actividad normal del hospital se iban detectando problemas que las propias empresas que se encargan del mantenimiento y la seguridad del centro nos advirtieron de que no estaban siendo casuales y que no formaban parte de los problemas habituales que ellos están acostumbrados a manejar, sino que algunos eran claramente intencionados.
Los gestores de cualquier centro lo que intentamos es que esto no repercuta en el trabajo, ya que estamos atendiendo pacientes. Y eso lo conseguimos, pero tuvimos que poner el asunto en manos de las autoridades. Desde que se dio a conocer que este tema estaba en manos de la Policía, los servicios generales no han vuelto a detectar ninguna anomalía.
Yo entiendo que si un profesional se encuentra cómodo en un sitio de trabajo, el que lo trasladen le puede importunar, pero es que estamos en una pandemia, y tenemos que entender que no podemos exigir lo mismo que si no estuviéramos en una pandemiaFernando Prados
P.: Como profesional sanitario que mira de tú a tú a la pandemia, y como máximo responsable de este hospital, ¿qué opinión le merece que de cara al 8M y con la tercera ola llegando a su fin, la Delegación de Gobierno haya autorizado las manifestaciones de hasta 500 personas?
R.: Estamos en un momento en que todo es susceptible de ser criticado. Posiblemente, si la filosofía de los que toman esa decisión fuera siempre la misma, pues no pasaría nada, lo podríamos ver hasta normal. Desde el punto de vista sanitario, se decidió desde el principio no ir al contagio cero, porque se decidió que esta pandemia no debía de ser tratada por contagio cero, porque es verdad que la población afectada no es el 100%, ya que muchos son asintomáticos, otros evolucionan de forma normal… Por ello, las autoridades decidieron que las medidas a tomar eran las de bajar el número de contagios, pero no dejarlos a cero. A partir de ahí, se forma una escala entre lo que significa tener muchos o pocos contagios: ¿dejamos que se contagien más o que se contagien menos? Lo raro es que se establezcan medidas para unas cosas de un nivel 5 y para otras de un nivel 0. En esta pandemia, lo que hemos visto es que se ha trabajado mucho la política y muy poco lo técnico y eso ha provocado, casi seguro, que haya muchos más infectados que los que teníamos que haber tenido. Lo que hemos visto es que nuestro sistema no está preparado para atender una pandemia. Influyen muchísimas presiones, ideologías… Cuando se sale del plano científico, que es lo que hay que hacer, ya todo se descabalga y ahora toca dejar que haya manifestaciones pese a lo que vimos hace un año.
P.: De no existir este hospital, ¿cuál sería la situación de los hospitales madrileños?
R.: Ya nos paso con IFEMA que los hospitales nos dieron las gracias por el hecho de haberles dejado trabajar con un poquito más de normalidad. Hoy, el Isabel Zendal ha atendido a más de 2.300 pacientes que, de no haber venido al Zendal, habrían estado en el resto de hospitales, con lo que se hubieran saturado mucho más. No es solo un problema de personal, se trata de un problema de espacio. Los pacientes requieren un espacio, los circuitos requieren de sitios por donde pasar camillas, por donde atender pacientes, por donde poder darles tratamiento, o diagnosticarlos con las máquinas que sean necesarias, etcétera. Cuando el número de pacientes supera un número determinado, todo eso se hace con mucha dificultad.
El Zendal lo que ha permitido es que todos los hospitales hayan podido derivar aquí pacientes para poder atender al resto con la mayor normalidad. Con esta pandemia, el problema no es solo numérico, sino que los hospitales tienen que tener dos circuitos diferentes: los COVID y los no COVID. Este hospital les ha dado la oportunidad de que los circuitos no COVID pudieran trabajar con mayor normalidad y espacio en el resto de hospitales. Dejamos de ver pacientes durante un tiempo porque los hospitales se nos llenaron de COVID y las personas dejaron de ir a un hospital porque sabían que podían contagiarse. En estos momentos, lo que de verdad está haciendo el Hospital Isabel Zendal, que no pudimos hacer durante la primera ola, es que los pacientes no COVID puedan ser vistos en sus hospitales.
Desde que se dio a conocer que el tema de los robos estaba en manos de la Policía, los servicios generales no han vuelto a detectar ninguna anomalíaFernando Prados
P.: ¿Entiende el enfado de profesionales sanitarios a los que se traslada al Zendal?
R.: Sí, es lo normal. Nos puede pasar a todos. Yo estoy seguro de que a un ingeniero que trabaja en una empresa de construcción, cuando de repente, le dicen que tiene que irse a Arabia, pues tiene que sentarle mal, porque le vas a quitar de su hábitat de trabajo, de su entorno social, o incluso apartarlo de su familia durante un tiempo, aunque ser parte de un proyecto como este a un profesional le tiene que satisfacer. Si tú estás trabajando a 300 metros de tu casa, o en el hospital donde has estudiado o donde ya tienes establecidas tus relaciones personales, el tenerte que trasladar a otro sitio es una faena. Pero eso no quita que haya profesionales que, aun así, prefieren, incluso, venir aquí porque este proyecto es único, que no van a poder repetir prácticamente nunca en su vida y que profesionalmente no se van a encontrar con nada igual. No hay que demonizarlo tampoco. El querer estar en un sitio determinado, con un horario determinado, con unas condiciones determinadas, forma parte de esto. Yo eso no lo criticaría. Sí es verdad que, lógicamente, no debe salir de aquí, porque también es verdad que hay mucha gente que está con unas condiciones laborales que nada tienen que ver con las que tenemos.
Yo entiendo perfectamente que si un profesional se encuentra cómodo en un sitio de trabajo con unos compañeros y unos profesionales, el que lo trasladen le puede importunar, pero es que estamos en una pandemia, y tenemos que entender que no podemos exigir lo mismo que si no estuviéramos en una pandemia, y además somos personal sanitario y el personal sanitario tiene que saber que donde está mejor su trabajo es donde tiene que ir.
P.: ¿Por qué se ha criminalizado tanto a la sanidad privada durante toda la pandemia?
R.: Demonizar a la sanidad privada es una barbaridad, no porque esté mejor que la pública, que yo no creo que sea así, porque en España tenemos una sanidad pública excelente, la mejor sanidad del mundo. La sanidad privada está cumpliendo su rol y es un rol que va en beneficio del ciudadano, por lo que no entiendo el que se pueda criticar. El que alguien sea visto por la sanidad privada va a quitar que sea visto en la sanidad pública, y tiene derecho a que lo vean.
El único problema es que tiene un coste y unas características que no tiene la pública, como la universalidad, la gratuidad o la equidad, que no tiene por qué tener la privada, pero es que eso ya lo tengo por derecho en la pública y no lo pierdo por tener también sanidad privada. Es inentendible cualquier crítica y más estando inmersos en una pandemia. La consejería vio, desde el principio, que los recursos iban a ser insuficientes y sabía que tenía que contar con todos, evidentemente. Lo que sí quiere recalcar es que en Madrid, que es lo que yo conozco, la sanidad privada se ha volcado en dar respuesta no a sus necesidades o a sus objetivos, sino a los objetivos sociales y a los objetivos de la pandemia.
P.: Sé que hay muchas historias bajo las paredes de este hospital, pero ¿recuerda usted cuál ha sido la historia que más lo ha marcado?
R.: Esto suele salir cuando uno se va, pero hemos tenido hasta una boda. Tuvimos que hablar con el juez para que pudiera ejercer la ceremonia. Hay detalles todos los días: desde personas que te agradecen lo que has hecho por ellos, hasta aquellos que te hablan de sus familiares… La sanidad tiene de bonito que los pacientes se te abren y te cuentan su vida desde el plano más personal.
P.: Cuando todo esto acabe, ¿cuál va a ser la vida sanitaria de este hospital?
R.: En cuanto acabe la pandemia, el día a día del Hospital Isabel Zendal variará con total seguridad. Tendrá que estar atento a las necesidades que tenga el SERMAS. Será, por supuesto, el servicio sanitario público el que marque en dónde puede ayudar mejor al sistema y, a partir de ahí, estoy absolutamente seguro de que va a manejar una actividad enorme, porque el servicio público sanitario madrileño tiene una actividad enorme y sí es verdad que se encuentra con muchísimos problemas, problemas estacionales que se repiten temporalmente: la gripe, el asma, la patología del verano, la del invierno… Aparecen muchísimas patologías y muchísimos incrementos de actividad en diferentes áreas que, evidentemente, con un hospital como el Isabel Zendal se va a poder hacer con muchísima más tranquilidad. El que pensó esto lo hizo con la idea de poder ofrecer al sistema aquellas cosas que el sistema no pudiera recoger con su actividad habitual. Eso en la sanidad es el pan nuestro de cada día.
P.: Hace unos días comenzó el periodo de vacunación en el Hospital Isabel Zendal y poco a poco se va extendiendo por más lugares de la Comunidad de Madrid, ¿cuándo cree usted que la gran mayoría de los madrileños estarán vacunados?
R.: Eso dependerá de las vacunas que lleguen. Desde la consejería se está trabajando en poder habilitar el mayor número de espacios y las mayores posibilidades para hacer la vacunación lo antes posible, pero sí es verdad que, como en toda pandemia, los recursos son limitados y las vacunas también lo son. Se ha accedido al mercado como se ha accedido y ahora mismo la demanda de vacunas está muy por encima de las necesidades que tenemos en Madrid y en España. La idea es que, cuanto antes, esté vacunado el mayor número de gente. Esto es una carrera en la que tenemos que trabajar día a día al máximo, porque cada persona vacunada no es solo una persona que tenemos menos en riesgo, sino que esa persona no va a producir riesgo a los demás, por lo que cada vacuna que pongamos de más es un éxito del sistema, no solo para el individuo que la percibe.
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