Jorge Martínez Lucena | 02 de mayo de 2019
Una ginecóloga que lucha para erradicar la mutilación genital gracias a la cirugía reconstructiva.
Hace unos meses aparecía un titular en nuestra prensa española: “Sierra Leona por fin prohíbe la mutilación genital”. Esa afirmación me pilló en Makeni, al norte del país africano, junto a un grupo de profesores y alumnos de la Universidad CEU San Pablo. Llevábamos una semana en un proyecto de cooperación con la University of Makeni. Y lo que habíamos visto y escuchado durante nuestra estancia no concordaba en absoluto con la noticia publicada a bombo y platillo en diversos medios españoles. No es que no se hubiesen producido las declaraciones por parte del ministro sierraleonés correspondiente, sino que tal voluntad por parte del Gobierno no necesariamente era capaz de modificar una práctica casi unánime entre las mujeres de este país.
Para verificar y entender un poco mejor esto, entrevistamos a Silvia P. González, una de las profesoras de la USP-CEU, cuya experiencia como ginecóloga y cirujana nos puede iluminar al respecto. Con una dilatada experiencia en labores humanitarias en países como México, Guatemala, Cabo Verde, Filipinas o Camboya, comenzó a colaborar en Makeni hace un año, tratando de diseñar un proyecto que tuviera continuidad y repercusión a largo plazo. Su trabajo en la prevención y diagnóstico precoz del cáncer de cérvix en las mujeres sierraleonesas le ha hecho encontrarse con esta lacra de la mutilación genital, que este año ya ha comenzado a tratar con cirugía reconstructiva.
Jorge Martínez Lucena: ¿Dónde están llevando a cabo el proyecto de salud del CEU en Makeni?
Silvia P. González: En el hospital Holy Spirit y en el Hospital de Magbenthé. Es en este último donde se está desarrollando el programa de salud de la mujer. El departamento de salud pública de la Universidad de Makeni nos hace de partner, detectando pacientes potenciales, facilitando que impartamos clases para concienciar al alumnado y aportando psicólogos que colaboran en nuestra tarea.
Jorge Martínez Lucena: ¿Por qué decidieron abordar el tema de la mutilación genital médicamente?
Silvia P. González: Dentro del programa de salud de la mujer el proyecto principal es el de prevención y diagnóstico precoz del cáncer de cérvix. El uso de métodos de barrera, como el preservativo, es muy inferior aquí al que tenemos en Europa. Esto tiene una relación directa con una altísima prevalencia de cáncer de cérvix uterino, que se correlaciona con la infección por virus del papiloma humano. Pues bien, atendiendo a esas pacientes nos dimos cuenta de que las tasas reales de mutilación en la población son mucho más altas que las referidas -prácticamente todas las pacientes lo están, al menos diría que un 98%-, por lo que nos pareció relevante explorar las posibilidades de realizar cirugía reconstructiva en ellas.
J.M.L.: ¿En qué consiste exactamente el rito de iniciación que sufren las mujeres en países como Sierra Leona, desde un punto de vista médico?
S.P.G: Anatómicamente se trata de una mutilación del glande y del capuchón del clítoris en la mayoría de los casos (mutilación tipo I), si bien muchas sufren también una mutilación tipo II, esto es, que les han cortado el clítoris y los labios menores, al menos parcialmente. Lo que afortunadamente en Sierra Leona no vemos es la mutilación tipo III, que consiste en el corte de ambas estructuras, e incluso labios mayores y, posteriormente, sutura de la entrada de la vagina, que se cose para que el marido sea quien la abra con un cuchillo tras la boda.
Las pacientes son sometidas al rito de niñas, con lo cual difícilmente podemos pensar que lo hacen voluntariamente
J.M.L.: ¿Qué implicaciones sanitarias y en cuanto a la calidad de vida tienen estas mutilaciones para estas niñas/mujeres con las que trabajan ustedes?
S.P.G.: Las cicatrices de un corte realizado con instrumentos oxidados y sin desinfectar, sin tener ningún conocimiento de anatomía, pueden ser devastadoras. Hay niñas que mueren desangradas o por infección, no sabemos exactamente cuáles son las cifras. De las que sobreviven, las cicatrices hacen que la zona del clítoris carezca de sensibilidad, con lo cual se minimiza la posibilidad de tener orgasmos. Pero lo peor es que con las relaciones sexuales, o incluso al andar, dichas cicatrices causan dolor. De ahí que muchas de estas mujeres tengan una deambulación anormal: las cicatrices son retráctiles y les molestan por el roce al caminar.
J.M.L.: ¿Qué se puede hacer por ellas desde la medicina y la cirugía?
S.P.G.: Podemos operar esas cicatrices anormales para que no causen dolor, lo cual es relativamente sencillo e incluso podemos «desenterrar» la porción del clítoris que queda bajo el tejido cicatricial y recubrir esa zona de mucosa vaginal, para devolverles la sensibilidad, aunque esto es más laborioso.
J.M.L.: Intentando acercarnos a la realidad social y cultural que es el causante de este problema médico, partiendo de su experiencia con sus pacientes en estos dos años, ¿son ellas obligadas a sufrir la iniciación o participan voluntariamente?
S.P.G.: Las pacientes son sometidas al rito de niñas, con lo cual difícilmente podemos pensar que lo hacen voluntariamente. Son las propias mujeres de su familia las que las llevan a sufrirlo.
J.M.L.: Hablando con la psicóloga de la Universidad de Makeni, que trabaja con ustedes, me decía que el titular de los periódicos españoles no era verdad, que como mucho se quería intentar prohibir las iniciaciones antes de los 18 años. ¿Cree que la prohibición, en cualquiera de los dos casos, mayores de edad o menores, va a servir para algo?
S.P.G.: No va a cambiar ni sustancial ni rápidamente la situación. Sin embargo, esa medida puede al menos ayudar a hacer entender que la mutilación genital no es una tradición, sino la mayor de las violencias de género posibles.
J.M.L.: ¿Es una medida suficiente para combatir esta práctica, vista la cultura del país?
S.L.P.: No, es un problema que la ley difícilmente va a solucionar. Es algo parecido a lo que sucede con la poligamia, que no está reconocida legalmente pero que es posible a nivel religioso/social. No hay que olvidar que las encargadas de realizar las mutilaciones son las mujeres de las sociedades secretas, que van en paralelo con respecto al Gobierno oficial.
En Sierra Leona conviven todas las religiones de modo pacífico en este momento y la tasa de mutilaciones sigue siendo de casi el 100%
J.M.L.: ¿Cuál es la razón de ser religiosa de la mutilación genital realizada en las iniciaciones por parte de estas sociedades secretas de origen animista?
S.P.G.: La mutilación del clítoris tiene dos interpretaciones posibles. En primer lugar, que la mujer que no experimenta placer sexual será más fiel a su esposo. En segundo lugar, está la idea de que el clítoris y todo lo que este toca, como al feto al nacer, es impuro. Creemos que las charlas de concienciación, la creciente educación de la población y la propia globalización y el consiguiente acceso a internet pueden ayudar en este sentido.
J.M.L.: Entiendo que también habría que hacer un trabajo educativo con los hombres …
S.P.G.: Sí. Los varones están acostumbrados a tener relaciones con mujeres que no lubrican. Así aumenta su propio roce y placer. Se da el caso de que cuando tienen relaciones con mujeres que no han sufrido mutilación tienden a secar la zona genital por ello. Deberían entender que en ellas eso causa dolor y deberían sensibilizarse con este hecho.
J.M.L.: De acuerdo con su experiencia profesional, ¿existe algún tipo de relación entre la religión practicada (sea cualquiera de los cristianismos o el islam) y las prácticas de estas iniciaciones?
S.P.G.: No, no se trata de un tema religioso. En Sierra Leona conviven todas las religiones de modo pacífico en este momento y la tasa de mutilaciones sigue siendo de casi el 100%.
J.M.L.: ¿Cree que existe alguna diferencia a este respecto si distinguimos entre mujeres universitarias y no universitarias, entre las que viven en ciudades o en las aldeas?
S.P.G.: Posiblemente vaya habiendo un cambio en un futuro, pero nosotros hemos atendido por la prevención del cáncer de cérvix a mujeres de aldeas, trabajadoras del hospital y estudiantes de la universidad y no hemos apreciado diferencias: la mutilación genital es casi universal.
J.M.L.: Con lo que nos cuenta, parece difícil ser mujer en Sierra Leona y escapar de esta tremenda violencia…
S.P.G.: El otro día me contaban la historia de una mujer sierraleonesa que tuvo tres hijas. La primera murió en la mutilación, con meses, por sangrado. En el caso de la segunda hija, la madre dudó, pero la acabó iniciando a los 8 años, y murió también de una infección. A la tercera decidió no iniciarla. Y en el lecho de muerte de su madre esta hija le reprochó que ella le había destrozado la vida con aquella decisión, porque ahora ningún hombre quería casarse con ella e iba a quedarse sola…