David Vicente Casado | 03 de marzo de 2021
El periodista, autor de Felipe VI, un rey en la adversidad, asegura que el monarca «tiene capacidad para remontar la actual crisis» y afirma que Leonor de Borbón reinará en España.
El periodista y licenciado en Derecho, José Antonio Zarzalejos (Bilbao, 1954) analiza los seis años de reinado de Felipe VI a través de 31 testimonios de personas de distintos ámbitos que conocen muy bien al monarca. A la pregunta de por qué no ha sido posible conseguir el testimonio del rey, Zarzalejos afirma rotundo: «El rey, en este momento, ni ha concedido entrevistas ni está por autorizar libros».
Pregunta: ¿Qué le ha llevado a escribir este libro?
Respuesta: Simplemente ha sido una pulsión periodística e indagatoria de un periodo de la política española que va del año 2014 al 2020 y que no tenía un relato. No tenían un relato ni la situación política ni Felipe VI.
He procurado conectar la figura y la gestión de Felipe VI a lo largo de estos seis años y medio de reinado, que han sido extraordinariamente convulsos y que todavía lo son. Como no había ningún tipo de referencia bibliográfica al respecto, me ha parecido interesante comprobar determinados episodios que se han contado mal, de forma incompleta o no veraz, y acercarme a la figura de un Felipe VI que ha tomado las riendas del Estado en un momento de cambio muy convulso y difícil.
Pregunta: 31 conversaciones con distintas personas del entorno del monarca… ¿Felipe VI ha sido inalcanzable?
Respuesta: Personalmente, a efectos del libro, sí. Desde otros puntos de vista, no, porque al rey lo conozco desde el año 1999 y, por lo tanto, me ha permitido tener esa cercanía mínima necesaria para tener una idea subjetiva del personaje. Lo que ocurre es que el rey, en este momento, ni ha concedido entrevistas ni está por autorizar libros. Ha sido inalcanzable en ese aspecto, pero es un hombre accesible en el trato.
La relación entre el rey Felipe VI y el presidente del Gobierno es de corrección institucional
P.: Como gran conocedor de la institución, ¿le resulta extraño que no haya concedido ninguna entrevista desde su proclamación?
R.: No, no es extraño. Una entrevista con el rey sería imposible, porque él tendría que responder a preguntas inevitables y esas preguntas tendrían que versar sobre aspectos que para el rey son emocionalmente dolorosísimos. Las principales medidas que ha tenido que tomar el monarca respecto de su familia no pueden ser más duras: la revocación a su hermana del título ducal, el apartamiento de su otra hermana de la Familia Real, la suspensión de la agenda pública de su padre, la renuncia simbólica a la herencia de los fondos ilegales que le pudiera ser transmitida, la retirada de la asignación presupuestaria al rey emérito y, finalmente, la indicación de su expatriación. Todas esas cuestiones es muy difícil que el rey pueda abordarlas.
Por otra parte, el momento político es muy delicado y cualquier expresión, juicio de valor, de Felipe VI podría provocar una polémica muy indeseable, teniendo en cuenta que hay, en este momento, fuerzas políticas y dirigentes políticos, incluso dentro del Gobierno, que están con la escopeta cargada para disparar, metafóricamente hablando, sobre las palabras, las reflexiones o los comportamientos del rey. Por lo tanto, entiendo esa cautela, aunque también avanzo que me da la sensación de que, cuando la situación tenga un mayor grado de normalidad en lo familiar y en lo político, el rey sí hablara.
P.: En libro escribe: «El peor adversario del Rey ha sido y sigue siendo su padre. Nadie le ha procurado más daño moral y político, antes y después de su abdicación […]. Nos traicionó a todos y traicionó a su hijo». ¿Es necesario calificar al rey Juan Carlos con expresiones tan fuertes para distanciarlo de su hijo?
R.: Sí, absolutamente imprescindible, porque es la definición de lo que ha ocurrido. Algunas personas se confunden cuando creen que son más duras las palabras que los hechos. No, no, los hechos son mucho más duros que las palabras. ¿Cómo no va a haber traicionado a su hijo si todavía, después de la abdicación, tenemos cabal conocimiento de que sus conductas son inaceptables? Ha seguido, después de la abdicación y bajo el techo de La Zarzuela, defraudando a la Hacienda Pública. ¿Cómo no va a ser eso una traición de una persona que ha sido jefe del Estado, que ha transmitido por abdicación punitiva la Corona a su hijo? Durante años nos ha estado diciendo en sus discursos que la ley era igual para todos y la ha estado vulnerando sistemáticamente desde la Jefatura del Estado, prevaliéndose de los privilegios que conlleva esa magistratura.
Por supuesto que Juan Carlos I ha traicionado a su hijo y a la sociedad española que, colectivamente, le había agradecido su obra política. Es más, él mismo lo acaba de demostrar con esa perseverancia en la traición que se produjo antes y después de la abdicación. Ahí están las dos regularizaciones fiscales que acreditan que es un infractor de carácter fiscal, en el mejor de los casos.
El regreso de Juan Carlos I será temporal. Es muy difícil que el rey emérito se instale definitivamente en España
P.: Cuenta también que, tras «la abdicación punitiva», el rey emérito quiso seguir gobernando en la sombra… ¿Qué plan quería llevar a cabo?
R.: No era un plan como tal, simplemente quería seguir siendo una especie de rey pero en segunda línea. En las monarquías constitucionales y parlamentarias, cuando se abdica, se abdica para retirarse por completo del foco público. Eso implica que no se tiene agenda pública, se cambia de residencia y, por tanto, se produce una invisibilización del abdicado en favor del titular. ¿Qué ocurrió con el rey emérito? En primer lugar, que se autoconcedió el honor de ser rey vitaliciamente con el tratamiento de Majestad, no dejó que lo hiciera su hijo, ya que fue una condición que puso el emérito. Segundo, siguió instalado en La Zarzuela, que es la residencia del jefe del Estado. Tercero: se creó para él una secretaría personal en la Casa del Rey. Cuarto: mantuvo una actividad pública en representación de la casa y del propio Estado, tanto a nivel nacional como internacional.
Todo esto no supone una abdicación o renuncia, eso es un reinado que se pretende prolongar y fue muy disfuncional, ya que hubo luego que tomar medidas como, entre otras, la de su expatriación.
P.: ¿Está Felipe VI tan solo como dice?
R.: El rey se encuentra en una situación familiar de soledad. No tiene el apoyo de sus hermanas, y está a miles de kilómetros de su padre. Por otra parte, además de esa circunstancia familiar, lo que ocurre es que en España se produce un cambio de paradigma político. En 2015, finaliza el sistema tradicional de Gobierno en España de bipartidismo imperfecto y se sustituye por un multipartidismo en el que emerge con mucha fuerza un número nada desdeñable de diputados republicanos que lo son militantemente. A eso hay que añadirle la entrada en el Gobierno del partido nacional que impugna la monarquía, la crisis de Cataluña, la pandemia, un total de cuatro elecciones generales, autonómicas, europeas, y se verá que el monarca está corto de asistencias. Le asiste, por supuesto, el jefe de su Casa y sus colaboradores. Tiene también el apoyo de la reina consorte, tiene una vida familiar feliz y cordial, pero evidentemente es un rey que no ha tenido la calidez y el acompañamiento público que podía haber tenido si su padre le hubiera transmitido la Jefatura del Estado en unas condiciones menos complejas.
No obstante, el rey es un hombre que, pese a su contención y moderación, está abierto a hablar con todo el mundo y tiene una práctica habitual que es la de recibir en audiencias privadas a una enorme cantidad de gente de los más distintos ámbitos de la sociedad española, no solamente de la política, sino de la empresa, de la cultura, de las artes…
El Gobierno, en este momento, no tiene pensado un proyecto de ley orgánica de la Corona
P.: Una de las cosas que más me han llamado la atención es que en el libro es que la relación entre Felipe VI y su cuñado, Iñaki Urdangarín, parece haber mejorado…
R.: Yo lo que digo es que Iñaki Urdangarín ha enviado una o dos notas, que me conste a mí, al rey Felipe VI, en las que parece ser que hace, según mis fuentes, unas reflexiones pesarosas sobre su propia conducta, pero no me consta que el monarca haya tenido ningún acercamiento personal con Iñaki Urdangarín. Sí es cierto que Felipe VI tiene una buena opinión de la familia Urdangarín, está agradecido por el amparo que le prestan a su hermana Cristina y, sobre todo, el rey aprecia mucho que sus sobrinos Urdangarín estén bien formados, bien educados en el respeto a sus abuelos maternos, los reyes eméritos, y hacia él mismo como rey de España.
P.: El PSOE ha sido un partido que, pese a su carácter republicano, ha cerrado siempre filas con la monarquía. ¿Podemos ha sacado el ala más radical del PSOE?
R.: No. Yo creo que dentro del PSOE, en este momento, hay un consenso amplísimo y yo diría que el PSOE se mantiene en el pacto constitucional. El problema o la diferencia con épocas anteriores del PSOE es que la expresividad de la adhesión a la Corona se formula de forma diferente. Además, es verdad que hay determinados silencios que se pueden interpretar como falta de adhesión a la Corona, pero que tienen que ver con los equilibrios que debe jugar el PSOE con su socio en el Consejo de Ministros. Dicho esto, Pedro Sánchez ha cometido algún error en el tratamiento de la Corona, por ejemplo, la prohibición al rey de viajar a Barcelona el año pasado para presidir el acto de entrega de despachos a los nuevos jueces.
Al margen de este error y algún otro roce de carácter protocolario, lo cierto es que como cuestión de fondo hay una fluidez evidente entre La Zarzuela y la Moncloa, y el rey se siente apoyado por el presidente del Gobierno en las graves medidas que ha tenido que tomar, por ejemplo, en lo relacionado con su padre. El presidente del Gobierno, por otra parte, valora positivamente los esfuerzos de Felipe VI por introducir elementos de disciplina, transparencia y austeridad en la Familia Real y, en general, en las conductas de los empleados de la Casa del Rey.
Yo diría que el PSOE, de una manera diferente a la de José Luis Rodríguez Zapatero y a la de Felipe González, sigue manteniendo su adhesión al pacto constitucional y, dentro del pacto constitucional, a la monarquía parlamentaria
A medida que vayamos conociendo las actitudes de Leonor de Borbón, veremos con más claridad que una mujer bien preparada en el siglo de las mujeres puede ser para España una representación internacional
P.: Siendo algo más explícitos, ¿Cómo definiría la relación entre el rey Felipe VI y el presidente del Gobierno?
R.: Yo la definiría como una relación de corrección institucional.
P.: Mucha gente ha pedido que el rey diera un paso al frente en algunas ocasiones o expresara su opinión sobre algún tema determinado, ¿usted cree que la gente sabe que la agenda del rey se decide y se acuerda con la Moncloa?
R.: En una monarquía parlamentaria, el rey no tiene poderes ejecutivos. Realmente, el rey no tiene ningún tipo de poder. Tiene la auctoritas de una instancia que es simbólica y representativa de una serie de valores constitucionales, que modera el funcionamiento regular de esas instituciones y que lo hace de una manera discreta y simbólica. En todas las monarquías parlamentarias, la vinculación entre el jefe del Estado y el jefe del Gobierno tiene que ser fluida, ya que existe lo que se llama el refrendo, donde el rey proclama y sanciona las leyes, pero siempre es refrendado, ya que el monarca goza de inviolabilidad, no contrae ningún tipo de responsabilidad. Si no la contrae, parece razonable que la autoridad que lo tiene que refrendar en sus actos más importantes, que es el presidente del Gobierno, los ministros o la presidenta, en este caso, del Congreso de los Diputados, lógicamente tengan también una intervención en la agenda institucional. Una intervención que es de colaboración. ¿Qué ocurre? Que es un jefe del Estado monarca parlamentario, sin poderes y coordinado con la Presidencia del Gobierno.
Iñaki Urdangarín ha enviado una o dos notas, que me conste a mí, al rey Felipe VI, en las que parece ser que hace unas reflexiones pesarosas sobre su propia conducta
P.: ¿Pablo Iglesias es una fábrica de monárquicos?
R.: Yo creo que sí. Mientras la prescripción de la tercera república esté en manos de personas de las características políticas, ideológicas y discursivas de Pablo Iglesias, Otegi, Rufián, Junqueras o Puigdemont, la monarquía va a tener una muy larga vida, incluso indefinida, como por otra parte está previsto en la Constitución. A mí me parece que en estos momentos no hay utopía republicana en España y los representantes de la aspiración republicana carecen de la credibilidad, de la penetración en la opinión pública suficiente. Comparemos a estos prescriptores de la tercera república con los que lo fueron de la segunda y allí nos encontraremos desde Manuel Azaña, en el espectro de la izquierda, a los miembros de la Agrupación al Servicio de la República, que eran liberales, incluso conservadores, como José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón o Ramón Pérez de Ayala. Cualquier comparación es odiosa, pero esta más todavía.
P.: ¿España necesita, en estos momentos, una ley de la Corona?
R.: La ley de la Corona, que se ha hablado mucho de ella, no está nada claro que pueda deducirse del Título Segundo. El Título Segundo solamente prevé una ley orgánica para regular las abdicaciones, las renuncias y otras dudas del orden sucesorio. Es dudoso que el Título Segundo permita crear por ley orgánica un estatuto para el rey. Mis informaciones son que el Gobierno, en este momento, no tiene pensado un proyecto de ley orgánica de la Corona. A través de una ley orgánica no se pueden alterar los contenidos básicos del Título Segundo de la Constitución. Las reformas que tengan que ver con la Casa del Rey, la transparencia de la Casa del Rey y de los propios miembros de la Familia Real vendrán por otro camino distinto del de una ley de la Corona.
P.: Hace unos días se conmemoró el cuarenta aniversario del 23F. ¿Echó de menos al rey emérito en el acto institucional?
R.: No, no lo eché de menos. El rey está fuera de España, en un destino que realmente a mí me parece inadecuado, pero lo que sí me parece adecuado es que el rey haya salido de España temporalmente o definitivamente, no lo sabemos todavía, y que permita no distraer, más de lo que ya lo hace, la gestión de su hijo de la Jefatura del Estado. La expatriación de Juan Carlos es una medida acertada de Felipe VI y avalada por el presidente del Gobierno. Si hubiese estado aquí, el foco mediático se hubiera centrado más todavía sobre su figura, por lo tanto es conveniente que esté a distancia. Si vuelve, va a volver temporalmente y no antes de que el Ministerio Fiscal cierre sus investigaciones prejudiciales e indagatorias en el Tribunal Supremo.
España ha sido el país que, por una parte, más reyes ha destronado, pero por otra parte, más reyes ha restaurado
P.: Siguiendo con el acto institucional del aniversario del 23F, tanto el rey como la presidenta del Congreso pusieron en valor la figura del rey emérito… Además, hemos conocido que el rey emérito ha vuelto a regularizar su situación económica, ¿se está preparando su vuelta a España?
R.: Sí, pero que en el acto del 23F hubiese unas referencias al rey emérito, tanto por parte de su hijo, Felipe VI, como por la presidenta del Congreso de los Diputados, me parece absolutamente razonable. La historia no se puede cambiar y la historia lo que dice, al margen de teorías conspiratorias, es que el rey emérito tuvo una actuación decisiva. En cuanto a la regularización, es un acto dentro de otros más, de preparación de un regreso temporal, ya que es muy difícil que el rey emérito se instale definitivamente en España, aunque tampoco creo que su destino permanente y último sea Emiratos Árabes.
P.: El bipartidismo imperfecto ha sido demasiado benevolente con don Juan Carlos?
R.: A toro pasado podemos decir que sí, pero cuando se socializan las culpas corremos el riesgo de que nadie sea culpable de nada. El responsable de lo que ha hecho el rey emérito es el propio rey emérito.
P.: ¿Llegará a reinar Leonor de Borbón?
R.: Sí, creo que lo hará, pero no porque yo tenga una fe ciega para que lo haga, sino porque creo que Felipe VI tiene capacidad para remontar la actual crisis. Los principales partidos políticos, aquellos que suman mas de 200 escaños, no están por abrir un proceso constituyente para sustituir la monarquía por la república y porque, a medida que vayamos conociendo las actitudes de Leonor de Borbón, veremos con más claridad que una mujer bien preparada en el siglo de las mujeres puede ser para España una representación internacional y una gestora de las funciones constitucionales que le atribuye la Carta Magna. También hay una razón histórica, que tiene que ver con el hecho de que las repúblicas en España han fracasado, hemos tenido dos, ambas muy breves. España ha sido el país que, por una parte, más reyes ha destronado, pero por otra parte, más reyes ha restaurado.
El coordinador general del Hospital Isabel Zendal lamenta que «la crítica no ha ido dirigida al concepto real, que es tener un hospital en un momento de pandemia, sino que se hace buscando el deterioro político de las personas que han decidido ponerlo en marcha».
El vicepresidente de Castilla y León afirma que «es poco comprensible que un Gobierno enfrente a la mayoría de las comunidades autónomas, a la comunidad científica y a los profesionales».