Carlos Gregorio Hernández | 05 de mayo de 2019
Uno de los símbolos de la Guerra Fría que cayó de forma inesperada.
Suscríbete a nuestro canal en iVoox
Ricardo Martín de la Guardia, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Valladolid y autor del libro La caída del Muro de Berlín, contextualizó en El Debate de la Historia un acontecimiento que marcó el final de la Guerra Fría y del que en 2019 se cumplen 30 años. A continuación, ofrecemos un extracto de la entrevista que puedes escuchar completa en el pódcast.
Carlos Gregorio Hernández: Aunque Alemania y Berlín quedan divididos tras la Segunda Guerra Mundial, el muro no se comienza a levantar hasta 1961, ¿por qué se tarda tanto en dividir físicamente la capital?
Ricardo Martín de la Guardia: Las dos repúblicas alemanas, la Federal y la Democrática, nacen en 1949. La década de los 50 supone un proceso de fortalecimiento de las estructuras políticas administrativas y sociales en esos territorios. Estamos en plena posguerra en un país, Alemania, destrozado. Son unos años en los que soviéticos y angloamericanos se miden en cómo organizar esos Estados uno enfrente de otro en plena Guerra Fría.
Las estructuras socialistas suponían que el crecimiento económico de la RDA iba a sorprender dentro de la órbita soviética, por ser sostenido. Pronto se habla de un “paraíso”, un “modelo a seguir” que se publicita pero que tiene una base muy débil que se demuestra con la huida permanente de población hacia la República Federal. Esto deslegitima ese “paraíso” que tenía que ser de obreros y campesinos. Ese traspaso constante deslegitima a una república que mantenía su base de justificación en el socialismo y en ser el contraejemplo de la “Alemania capitalista”. En esos años las diferencias entre un Berlín y otro, una Alemania y otra, ya son muy evidentes.
Antes del muro hubo otros planes previos para separar Berlín, pero habían sido obstaculizados por los soviéticos, que entendían que una barrera, aunque entendida como un “escudo antifascista”, podía ir en contra de sus intereses.
Kennedy refleja la superioridad moral que le atribuye al mundo libre y eso se refleja en un espacio muy reducido como es BerlínRicardo Martín de la Guardia
C.G.H.: El presidente estadounidense John F. Kennedy acude a Berlín y pronuncia el famoso discurso del “Ich bin ein Berliner” (“Yo soy berlinés”) que marca la división entre el mundo libre y el soviético. Un discurso de victoria cuando, en el contexto global, no era tan clara la hegemonía norteamericana sobre la URSS.
R.M.G.: Por eso, utiliza un tono moral y de defensa de las libertas y derechos. Porque, en efecto, en los años 61 y 62, la Unión Soviética manifiesta armamentísticamente estar por encima de los Estados Unidos o, al menos, en un nivel muy parejo. Kennedy refleja la superioridad moral que le atribuye al mundo libre y eso se refleja en un espacio muy reducido como es Berlín, el Berlín a un lado y otro del muro.
C.G.H.: Sorprende, al leer La caída del Muro de Berlín, el número realmente bajo de personas que murieron al intentar atravesar esta frontera. ¿Había suficientes elementos de persuasión en la RDA para evitar que la gente intentara cruzar?
R.M.G.: Traspasar el muro era muy difícil. A lo largo de los años se fortalecen las medidas de seguridad, se crea una policía específica, la Policía secreta controla los movimientos… y, por tanto, el número de muertes va en consonancia con esto.
Para la RDA, una vez creado ese mito de la “defensa antifascista”, suponía una deslegitimación que todavía hubiese gente tratando de huir y de cruzar el muro.
Pablo Casado: Avanzando hasta el 9 de noviembre de 1989, se puede decir que la caída del Muro de Berlín no se podía prever apenas unas semanas antes. Una revolución de mecha corta.
R.M.G.: En aquellos momentos se estaba planteando la posibilidad de flexibilizar las salidas de la RDA en el Comité del Partido Comunista de Alemania, pero en la rueda de prensa de aquel día el portavoz estaba cansado, apenas había podido ver los papeles con todos los temas y se trastabilla. Le preguntan y anuncia que esa flexibilización es inmediata, “ahora mismo” dice. En ese momento los líderes del partido ya se habían retirado a descansar, se piensa que es una rueda de prensa normal, muy aburrida y, sin embargo, todo se precipita. Eso nos hace reflexionar sobre el totalitarismo y el caos que genera. Un Estado que pretende controlar todo, en cuanto hay puntos de distorsión, se viene abajo y nadie sabe quién da las órdenes. Entonces se produce lo que ocurrió aquella noche, se habla de “la noche más hermosa en la historia de Alemania”, algo que nadie esperaba.
C.G.H.: Ante la caída del muro, ¿qué pesa más, la presión interna, una implosión, o estamos ante un contexto internacional que influye?
R.M.G.: Es difícil, se dan los dos contextos. La caída del muro no se hubiera podido dar sin la política de Gorbachov, sin la Perestroika, sin las transformaciones que se estaban dando dentro de la URSS, y tampoco sin la grave crisis socioeconómica que se estaba produciendo en la República Federal Alemana.
La cerrazón de los líderes alemanes ante los cambios de Gorbachov provoca que cada vez goce de menos apoyos económicos y se agudice la crisis.
C.G.H.: Y, tras la caída del Muro de Berlín, un proceso de reunificación que no estaba tan claro al principio.
R.M.G.: La reacción de los países tras la caída fue de cautela y estupor. En ese contexto, Helmut Kohl será extremadamente hábil e insistirá en un proceso de reunificación dentro de un proceso de unificación europea. Pero había planes de todo tipo sobre el futuro de Alemania.
Ricardo Martín de la Guardia visita el pódcast para analizar las causas que llevaron a la caída del Muro de Berlín.
Las dictaduras de Franco y Salazar coincideron en la península Ibérica y marcaron gran parte del siglo XX.