Carlos Gregorio Hernández & José Luis Orella | 06 de diciembre de 2020
El historiador señala que la rebeldía de Charles de Gaulle durante la Segunda Guerra Mundial nace de su negativa a admitir la derrota frente a la Alemania nazi.
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Pablo Pérez López, director del departamento de Historia en la Universidad de Navarra, profundiza en la vida de Charles de Gaulle con una biografía en la que la carrera militar y política del estadista francés se cruza con sus vivencias familiares y el desarrollo de su personalidad. Un hombre que sostuvo la esperanza de que Francia no quedase reducida a cenizas tras la invasión nazi y que, después de los sucesos de Mayo del 68, se convirtió en símbolo de las reformas pendientes.
A continuación, ofrecemos un extracto de la entrevista que puedes escuchar completa en nuestro pódcast.
Pregunta: En esta biografía se pone el foco en la hija con síndrome de Down que tuvo Charles de Gaulle. ¿En qué sentido este nacimiento marca la vida de un general, de un futuro jefe de Gobierno?
Respuesta: Charles de Gaulle concede a la familia una gran importancia, aunque la preserva de su dimensión pública, manteniendo muy separados al hombre de Estado y al De Gaulle íntimo. Él reconoce que Anna, con su enfermedad, es la manera de entender que los límites de la acción humana son muy importantes, y que la dimensión última de una vida está más allá de las realizaciones temporales.
Es un hombre creyente, por lo que la vida tiene un sentido trascendente y, en la visión de alguien extraordinariamente limitado en la manifestación de su fuerza en este mundo, constata la presencia de una fuerza que supera a las actividades de prestigio, de organización, de consecución de metas, que son la ocupación del líder la mayor parte de su vida. A un hombre como De Gaulle, extraordinariamente exigente consigo mismo y con los demás, al que le cuesta mucho dar importancia a cosas que no sean extremadamente necesarias para llevar a cabo metas importantes, que aparezca un ser humano que lo tiene todo descolocado, como es alguien que tiene una dependencia, le enseña cuál es la esencia real, los límites y el fin ultimo de la vida. Le costó aprenderlo y reconoce que para su mujer y para él fue una prueba importante.
En aquella época había gente que cuando tenía un hijo con estas limitaciones lo enviaba a un asilo y De Gaulle no lo hizo, quiso estar con su hija, la atendió con un cariño esmerado y creó una fundación para la atención de niñas discapacitadas que existe todavía hoy, la Fundación Anne de Gaulle.
Para Churchill, De Gaulle era un actor secundario, porque el importante era Roosevelt, que era quien tenía la fuerza para derrotar a los alemanes
P.: Charles de Gaulle conoce el campo de batalla en la Primera Guerra Mundial. ¿Cómo influye la contienda en su personalidad?
R.: Tenía mucha ilusión en realizar la carrera de las armas, pero sus instructores militares lo defraudaron con demasiada frecuencia. De Gaulle ama a su país, ama a su Ejército, pero ve de una manera clara los defectos de ambos. La consecuencia de la guerra para él es la sensación de un gran fracaso en dos sentidos. El primero, personal, porque cae prisionero en la batalla de Verdún, incluso lo dan por muerto, va a un campo de prisioneros del que se intenta fugar en cinco ocasiones y la vida de prisionero lo pone, otra vez, frente a la limitación de su vida, verse inútil. Pero también analiza la guerra y dictamina negativamente cómo se ha comportado el mando francés. En la guerra también lo impresionó mucho la caída del régimen alemán y pensó que habían perdido la guerra como consecuencia de un desastre causado por los militares alemanes, que se habían impuesto al poder civil. Él distingue al Ejército como un instrumento al servicio de la política de su país.
P.: ¿Cómo asimiló De Gaulle que su querida Francia pasase de ser una potencia a ser un país invadido, destruido y sin soberanía tras el avance de los nazis?
R.: Charles de Gaulle no soportó esa situación. Acabó siendo un rebelde en su propio país. Nadie hubiera dicho que él, que era un hombre de orden, se convertiría en alguien que se rebela contra su propio Gobierno. Pero antes de eso conviene analizar lo que dice De Gaulle sobre la actuación de Francia en los años 30.
Primero: De Gaulle dice que la política francesa en Defensa está mal planteada en términos estratégicos. La Línea Maginot es un error y hay que ir hacia otro tipo de Ejército. Segundo: esto exige un replanteamiento político de la relación de Francia con los países aliados. Piensa que la actitud ante Hitler es indigna y que lo que ha ocurrido desde la remilitarización de Renania es intolerable. De Gaulle cree que hay que reaccionar y eso lo conduce a querer intervenir en política y a escribir un memorándum en el que advierte de forma casi profética de las consecuencias que su actitud tendrá para Francia.
Estos dos elementos son clave para entender su reacción ante el ataque alemán, que se produce tal y como él había previsto. Él ve cumplido su pronóstico, pero piensa que es posible hacer una guerra para vencer. De Gaulle no se siente derrotado, aunque Francia lo esté, una contradicción en la que habita la gran apuesta vital de De Gaulle: «No puedo admitir que no podemos volver a ser grandes». El fondo de su rebeldía es una negativa a admitir la derrota.
Charles de Gaulle es un símbolo de las grandes reformas pendientes, tiempo en el que vivimos nosotros
P.: Durante la Segunda Guerra Mundial, Charles de Gaulle se asienta en Londres, donde se encuentra con Winston Churchill. ¿Cómo es la relación entre estos dos hombres? ¿Hay coincidencias en su visión sobre el futuro del mundo?
R.: Hay una gran coincidencia: no se puede pactar con los nazis, representan el hundimiento de la sociedad occidental. Y también hay un elemento de divergencia claro: Churchill tiene un gran interés en la victoria, pero no tiene ningún interés en la victoria de Francia en primera línea. Sí tiene interés en que Francia no desaparezca, eso es fundamental, y De Gaulle le dio por ello la Medalla de la Orden de la Liberación.
La relación entre ambos es muy interesante y compleja. Son dos hombres que representan a dos de los Estados con más larga tradición de Europa y dos hombres con una visión de la política muy aleccionadora. Uno resulta simpático por cómo vivía, por cómo se presenta a sí mismo, Churchill, y otro frecuentemente resulta antipático, De Gaulle, que tiene que ver con el fin de la guerra y la preeminencia de lo anglosajón, pero también con sus personalidades. La entente entre ambos siempre fue difícil, los dos lo sabían y lo llevaron con la calma que pudieron. Para Churchill, De Gaulle era un actor secundario, porque los importantes eran Roosevelt y los americanos, que eran quienes tenían la fuerza para derrotar a los alemanes.
P.: Dando un salto en el tiempo y acudiendo a los últimos momentos de Charles de Gaulle en política, ¿cómo afronta un nombre de orden y católico el Mayo del 68?
R.: De Gaulle era consciente de muchos elementos de la crisis que vivimos hoy en día. Una crisis de la democracia, una crisis en la vida política que requería una reforma seria del sistema democrático y del sistema de participación de los ciudadanos. Y entendía que se estaba produciendo un deterioro de los fundamentos culturales sobre los que se apoyaba la idea política francesa. Para lo primero tenía una respuesta clara, para lo segundo no. Era como un hombre de otro tiempo, todo lo que había construido se basaba en una manera de entender Francia que era justamente lo que se estaba perdiendo como consecuencia de un gran cambio en la manera de entender Occidente. Pero hay una gran relación entre las dos cosas. Y esto está muy entremezclado en la crisis de Mayo del 68, que va a ser vendida a bajo precio con toda la moda de la revolución sexual y toda la «facilonería» moral que se convirtió en estándar de vida durante los años siguientes. Eso no arregló nada y sigue sin arreglarlo, pero daba la impresión de ser un nuevo horizonte de libertades.
Esto nos afecta hasta nuestros días y es una respuesta abierta. La respuesta que dio De Gaulle fue compleja, porque consiguió reconducir la situación tras equivocarse en un primer momento al no entender la dimensión de la protesta. Pero luego lo reconduce y gana las elecciones con la mayoría más amplia que habían tenido nunca, pero plantea un referéndum que nadie entendió y que perdió. Eso lo convirtió en un símbolo de las grandes reformas pendientes, tiempo en el que vivimos nosotros.
Hace medio siglo, tuvo lugar un histórico encuentro en El Pardo. El general De Gaulle había dejado ya la presidencia de la República Francesa y recorría España en visita privada junto a su esposa. Se proponía escribir un libro sobre las campañas de Napoleón en la península ibérica y fue recibido por Franco, con quien celebró una audiencia privada y un breve almuerzo.
El Debate de la Historia profundiza en la figura de Charles de Gaulle. Militar, político y hombre de Estado fundamental para entender la Francia del siglo XX.