Pablo Casado Muriel | 07 de abril de 2020
El portavoz de la Causa de Canonización del cardenal Newman nos habla de un santo que no puede reducirse al terreno de los intelectuales.
Convertir una canonización en un acontecimiento que llame la atención en el siglo XXI es una labor complicada. Jack Valero se ha ocupado de esta tarea en el caso de san John Henry Newman y ha conseguido mostrar a la sociedad británica que la figura del cardenal no es solo importante para el catolicismo. Con él hablamos del pensamiento del cardenal Newman y de cómo puede ser una base sólida para apostar por la formación de los laicos en nuestros días.
Pregunta: Dado que san John Henry Newman está considerado un ideal de sabiduría y humanismo para el siglo XXI, ¿podemos hablar de él como el santo para (mejorar) la universidad moderna?
Respuesta: Hay muchos puntos de conexión entre Newman y el mundo moderno. Mi cometido como portavoz de la canonización fue demostrar que esta canonización no era solo una fiesta católica, era algo que afectaba a los anglicanos y a todo el país. Newman es un gigante del siglo XIX en Inglaterra, una de las diez personas más importantes del siglo. Y ahora es un santo. Buscamos puntos de conexión y había muchos: sabe mucho de educación, no es un académico típico, hace una universidad, tiene la sabiduría práctica de juntar a un grupo de alumnos y comenzar la gestión. Comienza un colegio y habla de la educación secundaria. No solo tiene la sabiduría teórica, también práctica.
Pero Newman también puede ser el santo de la amistad. Fue una persona que puso la amistad en el centro de la vida espiritual. Hace mucha teología, pero dice que “al final la fe se transmite por la amistad”, y es una idea impresionante, porque no es solo conseguir que la gente lea y piense mucho, que algunos lo harán, pero la gran mayoría llegará a la fe como los primeros cristianos, a través de la amistad. Newman fue amigo del primer ministro, del mendigo que estaba en la puerta de la iglesia y que le regaló un pañuelo con el que pidió ser enterrado.
P.: Relacionado con estas amistades, ¿es Newman un santo únicamente para intelectuales?
R.: Cuando muere Newman, a su entierro acuden 15.000 personas en Birmingham… y la gran mayoría no había leído sus libros.
Newman escribe sobre la conciencia de una manera muy novedosa, que luego se convertirá en enseñanza de la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, más de cien años después de su muerte, trata este tema desde su punto de vista. Su figura inspira a mucha gente. Por ejemplo, el grupo de resistencia contra los nazis conocido como la Rosa Blanca se inspira en Newman, resistir al régimen de Hitler por conciencia, hasta dar la vida. Y eso es muy práctico, no tiene nada de intelectual. Newman apuesta por el papel de los laicos en la Iglesia.
P.: Precisamente en Catholic Voices, iniciativa puesta en marcha por usted y que forma a comunicadores católicos, se recuerda una frase del cardenal Newman hablando de la necesidad de unos laicos bien instruidos e inteligentes. ¿Es este el primer paso para revalorizar el pensamiento cristiano en una sociedad que algunos ya califican de poscristiana?
R.: Newman se enfrenta con cualquier posición y considera que nada nos tiene que dar miedo. Cuando el Concilio Vaticano I define que el Papa es infalible y el premier británico dice que ya no puede tener a católicos en su Gobierno porque obedecerán ciegamente al Papa, Newman responde y dice que el católico que se vaya a la política tiene que seguir su conciencia. Es entonces cuando habla de ese hipotético brindis en el que primero lo haría por su conciencia y después por el Papa. Puede parecer una frase peligrosa, pero Newman se refiere a que es necesario estar bien formado para actuar bien. Hay que cambiar el mundo para Cristo y eso no puede hacerse con los conocimientos que adquirimos para hacer la primera Comunión. Los laicos necesitan más formación incluso que un sacerdote y pensar que no hay que temer a nada.
Los laicos necesitan más formación incluso que un sacerdote y pensar que no hay que temer a nadaJack Valero
P.: Volviendo a la idea de Newman como santo de la amistad, es sorprendente que pueda definirse así a un hombre que sufrió el rechazo de los anglicanos por su conversión y después las dudas de algunos católicos, incluso cuando ya era cardenal. Y pone todavía más en valor su personalidad.
R.: Sin duda. Primero, pierde a todos sus amigos y se pasa los siguientes 45 años tratando de recuperarlos y, después, se convierte al catolicismo, es demasiado grande para aquella Iglesia y se le trata mal. Sufre mucho y a veces cuando dicen algo contra él se enfada. Pero es un consuelo para mí saber que, aunque alguien tenga mal genio o se enfade, puede superar eso y llegar a ser santo. Newman se enfada con algunas personas, se pasa un año sin hablarlos, pero luego se arrepiente, se da cuenta de que eso no debe ser así. Tiene altibajos con mucha gente, pero piensa en recuperar esas amistades.
P.: Como portavoz de una canonización, y conocido el interés de Newman por la razonabilidad de la fe, ¿es difícil explicar cómo de razonable es su canonización?
R.: Nuestro objetivo fue demostrar que este momento era importante para mucha más gente que los católicos. Eso nos permitió encontrar a diferentes “aliados”. Invitamos a gente del Parlamento, porque Newman habló del Gobierno y de la conciencia, y vinieron 13 miembros de los lores y los comunes. Invitamos a los presidentes de los college en los que estuvo en Oxford, directores de los colegios relacionados con él… y luego al príncipe Carlos. El que será el próximo monarca se da cuenta de que Newman es una figura importante para Inglaterra.
Con estas invitaciones pudimos acceder a los medios, porque generamos interés, incluso el príncipe Carlos escribió un artículo muy bueno sobre Newman que se publicó en el Times y causó mucho impacto. La comunicación con los medios seculares, que eran nuestro objetivo, fue muy positiva y con los mensajes claros.
Un ejemplo: expliqué al Times cómo Newman pierde todo cuando se hace católico: amigos, empleo, posesiones… y cuando muere la situación ha cambiado, uno podía convertirse y no perder nada. Eso lo consigue prácticamente solo en apenas 45 años. Esta idea sale en la prensa y se recuerda cómo se convirtieron personajes como Oscar Wilde, G.K. Chesterton, Evelyn Waugh, Ronald Knox… una serie de gente que tendría mucho impacto en el mundo literario y cuya conversión fue posible, en cierto modo, por Newman. Él cambia la sociedad, demuestra que puedes hacerte católico y seguir en la sociedad. Creo que esto abre una puerta muy grande por la que pasa mucha gente después.
El cardenal Newman será canonizado. La Iglesia católica reconoce la santidad del hombre que dedicó su vida a buscar la verdad y a reconocer y razonar la fe más sencilla.
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