Hilda García | 08 de abril de 2020
La catedrática de Microbiología de la Universidad CEU Cardenal Herrera responde a todas las dudas sobre el coronavirus, como su posible prevención, el confinamiento, el uso de mascarillas o el control de la pandemia.
Teresa Pérez Gracia es catedrática de Microbiología en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia (CEU UCH). Con anterioridad, fue profesora en las Universidades de Cádiz y de Santiago de Compostela.
Ha publicado más de 70 artículos científicos en revistas con factor de impacto y dirige la línea de investigación «Diagnóstico Molecular en Microbiología Clínica». Ha recibido varios reconocimientos, como el Premio «CÁDIZ» de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz y el Premio Ángel Herrera a la mejor labor docente de la Facultad de Ciencias Experimentales y de la Salud.
Dirige en la CEU UCH el equipo SWICEU, integrado por estudiantes universitarios y preuniversitarios para la búsqueda de nuevos antibióticos en el medio natural y la concienciación sobre su buen uso para preservar su eficacia futura frente al problema de salud global que supone el aumento de las resistencias bacterianas.
Pregunta: ¿Cree que la pandemia del coronavirus podría haberse previsto y evitado en todo el mundo?
Respuesta: En 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe en el que incluía un listado de patógenos infecciosos, como los virus del Ébola, Zika y los coronavirus MERS y SARS, entre otros, y en el que también alertaban de la posible aparición de una enfermedad a la que denominaron “enfermedad X”, que designaba otro virus aún no descrito pero con potencial de causar una epidemia. En este informe se indicaba que estos microorganismos podían representar una amenaza para la salud global por su potencial epidémico y, con su publicación, la OMS buscaba sensibilizar a los Estados miembros sobre la necesidad de estar preparados ante una posible emergencia causada por uno de estos patógenos ya conocidos o por alguno todavía desconocido.
En septiembre de 2019, un grupo de expertos de la OMS y del Banco Mundial entregó a la ONU un nuevo informe en el que se pronosticaba una probable emergencia sanitaria global por un nuevo virus (semejante al que produce la gripe), que podría causar la muerte de entre 50 y 80 millones de personas y destruir el 5% de la economía mundial. En este informe se constataba la falta de estructuras adecuadas para hacer frente a una pandemia global y se proponía una serie de medidas que los Gobiernos y los organismos internacionales ignoraron.
Con estos informes, la OMS trataba de hacer presión para acelerar la investigación y el desarrollo de herramientas de diagnóstico, vacunas y terapia en torno a estos patógenos y evitar de alguna forma la crisis sanitaria y humanitaria que estamos viviendo.
Pregunta: ¿Por qué desde la mal llamada gripe española de 1918 no se había producido una pandemia tan grave?
Respuesta: Se han producido epidemias graves desde entonces, pero han tenido lugar en países en vías de desarrollo, sobre todo africanos, y la información sobre estos brotes epidémicos no nos ha llegado. Por ejemplo, el año pasado, y según los datos de la OMS, la República Democrática del Congo sufrió el peor brote de sarampión, con 310.000 casos diagnosticados y más de 6.000 fallecidos, la gran mayoría de ellos eran niños. Otro ejemplo sería la malaria que, en 2017, causó 435.000 muertes, siendo más de la mitad niños menores de 5 años. También hemos vivido más de cerca otras pandemias, como la gripe aviar, el SARS, el Zika, el Ébola, la gripe A, aunque sin las graves consecuencias que tuvieron en países en vías de desarrollo.
La OMS y el Banco Mundial alertaron de una pandemia global y propusieron medidas que los Gobiernos y los organismos internacionales ignoraron
Pregunta: ¿Cómo se contagia exactamente el coronavirus?
Respuesta: La transmisión es por contacto estrecho con las secreciones respiratorias que se generan con la tos o el estornudo de una persona enferma. Su contagiosidad depende de la cantidad del virus (dosis infecciosa) en las vías respiratorias. Estas secreciones infectarían a otra persona si entran en contacto con su nariz, sus ojos o su boca. En estudios recientes, se ha observado que es poco probable la transmisión por el aire a distancias mayores de dos metros.
Otro apunte importante a destacar es que se ha encontrado que el receptor celular del SARS-CoV-2, el ACE2 -para que nos entendamos, el lugar por el que el virus entra en una célula humana- no solo está presente en las células de los alveolos pulmonares, sino también en la lengua. Este hecho puede explicar la elevada susceptibilidad a esta infección, así como la elevada transmisibilidad de este virus. También explicaría los síntomas que a menudo manifiestan muchos enfermos con COVID-19 como son la pérdida del gusto, lo que se denomina disgeusia, y también del olfato, llamada anosmia, así como la inflamación de la lengua.
P: Ante la situación en China, ¿España podría haber tomado precauciones en su momento para evitar un posible contagio?
R: Conocíamos la gravedad de la situación en China desde el mes de enero en todo el mundo. Pero ningún país tomó medidas al respecto, posiblemente porque los intereses económicos pesaron más a la hora de valorar las medidas de protección de fronteras o de limitación de movimientos a la población que podían frenar la expansión del virus.
P: ¿Por qué en países como Italia y España la incidencia del coronavirus está siendo mayor que en otros?
R: Es algo que todavía no ha podido estudiarse, pero es posible que se deba al perfil poblacional de ambos países. Los principales grupos de riesgo son personas mayores y las que padecen enfermedades médicas preexistentes (como hipertensión arterial, enfermedades cardiacas, respiratorias o diabetes). La probabilidad de desarrollar casos graves de la enfermedad y la mortalidad en estos grupos aumenta. Y tanto Italia como España tienen un importante grupo de población en estos perfiles de riesgo.
Los intereses económicos pesaron más a la hora de valorar las medidas que podían frenar la expansión del virus
P: ¿Considera necesario el aislamiento?
R: En este sentido estamos haciendo las cosas bien, pero hay que apelar a la responsabilidad individual. Hemos de tomarnos el confinamiento decretado muy en serio. Salgamos solo en caso de necesidad urgente, el mínimo tiempo posible, y extrememos las condiciones de seguridad higiénica: no tocarnos cara, nariz, boca y ojos, mantener la distancia de seguridad de dos metros con otras personas y lavarnos correctamente las manos al regresar a casa.
Tal y como se ha destacado en varios estudios, el distanciamiento social es una herramienta de salud pública que se recomienda para disminuir la propagación de una enfermedad que se transmite de persona a persona. Si se hace de una manera correcta, a tiempo y a gran escala, la distancia social rompe o disminuye la cadena de transmisión. En este sentido, debemos indicar que esta medida ha sido crucial para aplanar la curva de la pandemia a nivel internacional y para la reducción en el número de muertes.
P: A su juicio, ¿tendrían que hacerse test a toda la población para que los inmunes pudieran salir del confinamiento?
R: Sí, pero no tanto para que los inmunes puedan salir, sino fundamentalmente para frenar el aumento de contagios. Si aumentamos las pruebas diagnósticas para detectar a todas las personas infectadas y aislarlas, podremos reducir el número de las que pueden estar diseminando el virus al resto de la población. Si no, no podremos contener el virus. Muchos casos no se contabilizan porque hay infectados que son asintomáticos, otros son casos leves y no acuden al médico y, por lo tanto, no son diagnosticados. Y son la gran mayoría: solo alrededor del 20% de los infectados va a producir un cuadro que necesita hospitalización y solo en un 5% va a ser grave. El 80%, por tanto, son asintomáticos o leves.
P: ¿Qué otras medidas habría que tomar?
R: Con las medidas de distanciamiento social y la realización de pruebas diagnósticas a la población, el siguiente paso será la salida del confinamiento, que deberá realizarse de forma gradual, tranquila y controlada. Tendremos que seguir aplicando las medidas de barrera, como el lavado de manos y el mantenimiento de la distancia social, al menos durante algunos meses, si queremos evitar que se produzca una segunda oleada.
El confinamiento ha sido crucial para aplanar la curva de la pandemia a nivel internacional y para la reducción en el número de muertes
P: ¿Cree que las cifras oficiales de contagiados y fallecidos responden a la realidad o, como algunas fuentes apuntan, son mayores?
R: Seguramente las cifras serán mayores, pero no porque se oculten números, sino porque, como hemos dicho antes, el 20% de los infectados por este virus necesita hospitalización, pero el 80% restante o bien es asintomático o ha tenido una sintomatología benigna. Por lo tanto, realmente solo ese 20% sería el contabilizado en las cifras que se están difundiendo.
P: ¿Es útil el empleo de mascarillas por parte de los sanitarios y de los ciudadanos? ¿Y de guantes?
R: La población general sana no necesita utilizar mascarillas. Las mascarillas ayudan a prevenir la transmisión del virus si las llevan las personas que están enfermas. Los profesionales sanitarios son los que deben indicar en qué situaciones es necesario el uso de mascarillas. El uso inadecuado de mascarillas puede contribuir a un desabastecimiento de las mismas en aquellas situaciones para las que sí están indicadas.
En cuanto a los guantes, para ser una protección eficaz deben ser de un solo uso. Si los usamos más de una vez, deberíamos lavarlos con la misma frecuencia que nos lavamos las manos, por lo que no son de gran utilidad.
De hecho, llevar mascarillas y guantes nos puede dar una falsa sensación de protección y hacer que nos relajemos y olvidemos una de las principales medidas de seguridad, como es el lavado de manos.
P: ¿Cómo es posible que la cifra de fallecidos siga creciendo después de más de tres semanas de confinamiento?
R: Este virus tiene aproximadamente entre 14 y 20 días de incubación, por lo que todavía pueden seguir detectándose nuevos infectados en los próximos días. Por eso siguen aumentando los casos detectados y también los que se agravan y fallecen tras varios días de enfermedad. De hecho, según los modelos matemáticos que se han realizado, se espera que el pico de ingresados en la UCI llegue esta semana (8-9 de abril), y en las semanas siguientes se producirá el pico de fallecidos.
La población general sana no necesita utilizar mascarillas
P: ¿Cuándo se alcanzará el pico de la enfermedad?
R: Según los datos que tenemos, estamos en unos días críticos y parece que estamos alcanzando el “pico” de casos de esta enfermedad, y esto lo hemos podido conseguir gracias al confinamiento. Se espera que a partir de ese momento los casos detectados empiecen a descender. No obstante, es necesario seguir manteniendo el confinamiento para que ese número descienda más rápidamente y no haya más contagios.
P: ¿Cuándo prevé que la pandemia esté totalmente controlada?
R: Es difícil dar una respuesta certera a esta pregunta, ya que hay muchos parámetros que hay que tener en cuenta para poder decir que estará totalmente controlada. De hecho, creo que pasarán meses hasta que podamos afirmar que hemos sido capaces de controlar este virus.
P: ¿Qué esperanza hay de encontrar y producir una vacuna?
R: Actualmente, hay más de 30 empresas y diferentes equipos de investigación evaluando clínicamente, en su fase inicial, alrededor de 43 prototipos de vacunas frente a este virus. Se estima que una vacuna podría tardar entre 12 y 18 meses. Por lo tanto, no es probable que esté disponible antes de verano de 2021, ya que los ensayos clínicos necesitan cumplir una serie de plazos y son imprescindibles para obtener una vacuna eficaz y segura.
P: ¿Y de encontrar un tratamiento?
R: Aunque por el momento no hay un tratamiento específico frente al SARS-CoV-2, sí se están empleando diversas combinaciones de tratamientos ya existentes. Dada la dificultad en identificar y desarrollar desde cero moléculas que inhiban de forma específica la replicación de este virus, se están examinando antivirales ya aprobados para otras infecciones. A esta modalidad de desarrollo clínico se le denomina reposicionamiento de fármacos y tiene la ventaja de que se conocen su seguridad y perfil de toxicidad, lo que permite acelerar enormemente su aprobación.
Además, se ha tenido en cuenta que puedan existir en cantidades suficientes como para tratar a millones de personas. En esta línea, está el megaestudio denominado “Solidarity”, que ha iniciado la OMS y que involucra a más de 10 países, entre ellos España. Incluirá miles de pacientes para probar cuatro tratamientos que ya se usaban para otras enfermedades y que podrían ser útiles contra el SARS-CoV-2.
Pasarán meses hasta que podamos afirmar que hemos sido capaces de controlar este virus
P: ¿Son útiles en este caso los retrovirales?
R: Dentro de los tratamientos que se están ensayando, uno de ellos es la combinación de lopinavir/ritonavir, que se ha utilizado como tratamiento frente al VIH. El lopinavir es un inhibidor de la proteasa del virus, una proteína que necesita para poder replicarse e infectar nuevas células. Este antirretroviral se administra de manera conjunta con el ritonavir, que actúa como potenciador farmacocinético del lopinavir. Sin embargo, de momento esta combinación no ha demostrado efectividad y tiene un elevado riesgo de interacciones con otros medicamentos, además de poder producir molestias abdominales y diarrea.
P: ¿Es efectivo utilizar el suero de personas curadas para tratar a enfermos graves?
R: Esta posibilidad también se está estudiando y, de hecho, es una línea de investigación que ha abierto grandes expectativas para el abordaje de esta enfermedad. Aunque logísticamente es más complicada, porque hay que encontrar a las personas que hayan pasado la infección, hay que evaluarlas, identificar a los donantes adecuados, que donen su plasma y llevarlo a las personas que lo necesitan. Este procedimiento ya se realizó como tratamiento en la pandemia de gripe que se produjo en 1918 y, más recientemente, frente al Ébola. Según algunos investigadores, la terapia con plasma de pacientes recuperados de SARS-CoV-2 es la «única» opción disponible actualmente para afrontar la pandemia mientras se desarrolla una vacuna o una terapia efectiva.
P: ¿Es cierto que la llegada del calor puede detener la pandemia?
R: Estamos ante un virus nuevo de cuyo comportamiento en distintas condiciones ambientales aún conocemos poco. Es posible que, como sucede con otros virus, el calor y el aumento de los rayos ultravioleta reduzcan su supervivencia fuera de un hospedador humano y, por lo tanto, se reduzca su transmisión.
P: ¿Cómo será nuestra vida después de la pandemia? ¿Qué precauciones habrá que tomar?
R: Seguramente seremos más conscientes de las medidas higiénicas de protección que son eficaces frente a este y otros virus, como el de la gripe. Conductas como la higiene de manos frecuente (lavado con agua y jabón), evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca con las manos, cubrirse la boca y la nariz con el codo flexionado al toser o estornudar, usar pañuelos desechables y tirarlos tras su uso… Son pautas que hemos aprendido bien ahora y que nos protegen de contagios con diversos tipos de virus, sobre todo los que se transmiten por vía respiratoria. Pero si hay algo que esta pandemia nos ha enseñado es que solo unidos podemos superar una emergencia.
P: ¿Habrá mutaciones o nuevos brotes de coronavirus en los próximos meses? Y si es así, ¿qué consecuencias tendrán?
R: Los datos que tenemos sobre los diferentes genomas aislados de este virus en enfermos de todo el mundo indican que las mutaciones se producen más lentamente que en el virus de la gripe o el VIH. Esto hace pensar que la relativa estabilidad genética de este nuevo coronavirus disminuye las probabilidades de que aumente la agresividad del virus, y esto también es una noticia alentadora para el desarrollo de una vacuna. Además, tal y como se ha observado con otros virus, la transmisión entre humanos debería, con el tiempo, mitigar su virulencia, conforme se vaya adaptando mejor al nuevo hospedador.
Debemos tomar conciencia de que somos vulnerables e invertir en investigación y cultura científica, reforzar la sanidad y desarrollar redes de vigilancia sanitaria
P: ¿Es previsible que en el futuro se produzcan pandemias similares o, tras esta experiencia, se podrían prever y evitar?
R: Sí es previsible, como ha venido sucediendo en las últimas décadas, a pesar de los avances médicos y de la mejora en las condiciones higiénicas, sobre todo en los países desarrollados. Pero seguramente la gravedad de esta pandemia del SARS-CoV-2 y las medidas de confinamiento que hemos vivido nos harán a todos más conscientes de la importancia de las medidas de prevención en estas situaciones. Debemos tomar conciencia de que somos vulnerables y de que hay que apostar e invertir en investigación y cultura científica, además de reforzar la sanidad y desarrollar redes de vigilancia sanitaria.
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Aunque ahora es necesario concentrarse en evitar los “males comunes”, y “aplanar la curva” parece una necesidad, no podemos dilatar la necesaria reflexión y deliberación sobre quién queremos ser.