Hilda García | 09 de julio de 2020
«La pandemia ha sido una oportunidad para estrechar la relación con la familia y reflexionar sobre lo fugaces que podemos llegar a ser todos», afirma el psicopedagogo y mediador Fernando Arranz.
Experto en Mediación Civil y Mercantil por la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, Fernando Arranz Revenga es licenciado en Hispánicas y doctorando en Psicología, además de coach y columnista de opinión en varios medios.
El psicopedagogo nos habla sobre las consecuencias que la pandemia de coronavirus y el confinamiento han tenido sobre las relaciones familiares. «La capacidad de adaptación a situaciones adversas, la subsistencia y la protección de los nuestros son tres instintos básicos de cualquier especie animal que tenemos a flor de piel en estos momentos», asegura el también experto en PNL y Liderazgo de Equipos.
Pregunta: La pandemia ha sido una situación inédita e inesperada para todos. ¿De qué manera ha influido en las relaciones familiares?
Respuesta: Cada familia lo ha vivido de manera diferente, como es normal. Las familias con hijos en edad escolar han tenido que dedicar más tiempo al control del estudio de los hijos, a las actividades que tenían que realizar online, etc. Hemos tenido que organizar actividades o talleres en nuestras casas para poder ofrecer esos momentos de ocio y actividades lúdicas que no podían hacer en la calle. En esa nueva programación familiar hemos tenido la posibilidad de colaborar unos y otros, ha sido una oportunidad, si la hemos querido aprovechar, para tener más relación con la familia.
Los progenitores hemos tenido también la preocupación extraordinaria de cuidar y velar por la salud de la familia y la propia. En lo laboral, nos está afectando la incertidumbre que vivimos, no sabemos qué va a pasar, si tendremos que hacer cambios drásticos en la educación de los hijos, si habrá que buscar la manera de ganarnos la vida aprovechando cualquier oportunidad que nos ofrezcan, incluso fuera de la ciudad donde estamos.
P.: ¿Qué aspectos positivos ha aportado la crisis del coronavirus a las relaciones familiares?
R.: Nos ha ayudado a ser más creativos, relativizar, realizar actividades de diversa índole, crear más momentos de familia, reflexionar sobre lo fugaces que podemos llegar a ser todos. A no demorar conversaciones pendientes, a finalizar el día con agradecimiento a los que tenemos alrededor, a nosotros mismos. Solo hay algo más importante que tú: ¡usted! Tratarnos con respeto y ser conscientes de que tenemos la capacidad, el don de hacer feliz al otro, esa es la grandeza verdadera.
El confinamiento nos ha hecho ver la importancia de muchas cosas en las que, por cotidianas, no habíamos reparado
P.: ¿Cree que, como aseguran algunos estudios, durante el confinamiento han mejorado la comunicación positiva y el conocimiento mutuo en el seno familiar?
R.: A mayor tiempo juntos, más posibilidades de enfrentamientos se han generado. La manera de amortiguarlos ha dependido de la solidez de la pareja y de su capacidad de diálogo. Hemos tenido diferentes escenarios en este confinamiento para crear unidades didácticas que de otro modo no hubieran surgido.
Nos hemos dado cuenta de la importancia de la salud, la comunicación, aprovechar el presente, la colaboración en tareas domésticas, de la importancia de muchas cosas en las que, por cotidianas, no habíamos reparado. La importancia del aquí y ahora.
Reconocernos a nosotros mismos como seres capaces de adaptarnos a situaciones adversas, la subsistencia y la protección de los nuestros son tres instintos básicos de cualquier especie animal que tenemos a flor de piel en estos momentos.
P.: ¿Cómo se deben encauzar las relaciones familiares tras el coronavirus para que su estabilidad se resienta lo menos posible?
R.: Debemos concebir la familia a la que pertenecemos como un bastión con una resistencia extraordinaria a los embates de la vida. El hogar y quienes lo componen tienen que ser la referencia para cada uno de ellos, la interrelación tiene que ser fluida y el ambiente que se respire ha de ser fresco, de sinceridad, cómodo.
No olvidemos ingredientes como el humor, la carcajada y la caricia verbal.
El conocerse, el encontrarse con uno mismo debería ser la oportunidad para saber qué podemos ofrecer y qué necesitamos en una relación
P.: A raíz del confinamiento, han aumentado las rupturas matrimoniales. ¿Cuáles han sido los principales problemas a los que se han enfrentado las parejas durante estos meses?
R.: Se publicó en un periódico un dato escalofriante del mes de abril de este año. Se había registrado, solo en ese mes, un aumento de llamadas al teléfono 016 de atención a víctimas de violencia doméstica de un 83% respecto al mes anterior. La falta de herramientas para gestionar conflictos relacionales ha hecho desbordar los comportamientos, es difícil cambiar la frecuencia de nuestras expresiones habituales.
Culpar al otro de las situaciones que estamos viviendo suele ser bastante recurrente, una manera errónea de descargar tanta frustración, crispación y desdén que está ocasionando este visitante incomodo, letal y no invitado que es la COVID. Este virus es lo que es y nosotros no podemos ponernos a merced de él y permitirle que destruya nuestra vida y/o también nuestra vida relacional, no le echemos la culpa de todo.
P.: ¿Qué herramientas se pueden utilizar para reconducir la convivencia?
R.: Es necesario que aprendamos comportamientos anti-COVID. Hagámonos la siguiente pregunta: ¿qué hacía antes para tener una vida relacional positiva? ¿Qué puedo hacer ahora, en esta nueva situación? ¿Qué cosas nos gusta hacer juntos? ¿Y por separado? Diseñar espacios comunes y crear espacios propios, íntimos. No es cuestión de metros de una vivienda, es hacerla también multifuncional, el salón puede servir también de gimnasio o de cuarto de juegos…
Es cierto que la situación no es fácil, hay que solicitar ayuda de profesionales cuando vemos que nuestra convivencia está deteriorándose y nos golpea también en lo laboral, lo económico, en la salud, en lo psicológico.
Tenemos unas grandes fortalezas como seres dotados de inteligencia, no debemos dar nunca la batalla por perdida, tenemos que redescubrirnos, una buena manera es la meditación, practicar mindfulness, reiki o cualquier otra disciplina que sirva para fortalecerte, encarar esta situación con actitud positiva y optimismo.
Debemos poner en práctica el respeto hacia todas las personas, que no salga siempre el gruñón que llevamos dentro, también tenemos el cordial, el comprensivo, el payasete que en un momento nos provoca una sonrisa. Pues eso, saquemos lo mejor de nosotros mismos, así provocaremos situaciones mucho más positivas, más fáciles de manejar. Por último, el mayor antídoto para todo esto, aun así, con la que nos está cayendo a todos: sé agradecido, celebra que estás aquí.
Tratarnos con respeto y ser conscientes que tenemos el don de hacer feliz al otro es la grandeza verdadera
P.: ¿Cuáles son las posibilidades de que una familia que se haya roto por la crisis sanitaria se recomponga cuando esta situación pase?
R.: Dependerá de las conclusiones a las que haya llegado cada uno. El conocerse, el encontrarse con uno mismo debería ser la oportunidad para saber qué podemos ofrecer y qué necesitamos en una relación. Si en los momentos difíciles decidimos «dar una patada al brasero», tal vez no seamos conscientes de que en la vida nos encontraremos con más. Entonces, ¿volvemos a cortar la relación? ¡¡ Señores, un poquito de seriedad y sentido de la responsabilidad!!
P.: ¿Las parejas que hayan sobrevivido al confinamiento saldrán más fortalecidas?
R.: Sí, sin lugar a dudas, «lo que no te mata te ayuda a vivir».
Con la que nos está cayendo, el mayor antídoto es ser agradecidos y celebrar que estamos aquí
P.: ¿Qué hemos aprendido con este confinamiento que nos pueda servir para una nueva cuarentena por un eventual rebrote?
Es evidente que muchas cosas. Este confinamiento ha sido muy duro. En el terreno sanitario, la alta letalidad del virus, que ha llegado a causar más de 900 fallecimientos en un día, lo demuestra. Esto nos puede tocar a cualquiera de nosotros. En el aspecto económico/laboral, sería una hecatombe y, ante este binomio de salud/economía que está ocasionando esta pandemia, solo nos queda protegernos íntegramente en lo físico y en lo psicológico.
En el caso que llegase otro rebrote, la experiencia adquirida servirá para afrontar la nueva situación, mejorando aspectos que hasta ahora hemos tenido que solucionar con la improvisación.
P.: ¿Qué consecuencias tiene una ruptura familiar en los integrantes de la pareja?
R.: La ruptura de una relación es una solución a una situación de convivencia insostenible. Previamente a la ruptura se han intentado solucionar las diferentes situaciones que han ido apareciendo durante la convivencia y que la han ido erosionando. No es fácil tomar la decisión en muchos casos. Incluso en algunas parejas en las que se dan casos de maltrato físico o psicológico, la parte afectada los silencia, siempre por temor a las reacciones. Son perfiles psicológicos muy bien definidos, el del maltratador responde al perfil controlador y el de la víctima responde al perfil de mártir, ambos carecen del equilibrio del comportamiento que se requiere para vivir en sociedad, que no es otro que el respeto propio y el mutuo.
La pandemia nos ha enseñado lo efímero que es todo, que hemos venido a este escenario para ser felices
P.: ¿Y en los hijos?
R.: Los hijos viven atónitos esta situación. En ocasiones, interpretan que son los culpables de estas discordias familiares; en otras, se ven obligados a tomar partido por uno de los cónyuges. Como consecuencia de una mala ruptura llegan a tener conductas inapropiadas en los entornos habituales, con los amigos, se vuelven más esquivos, callados, avergonzados de lo que ocurre en su familia; en el ámbito escolar, suelen tener mal rendimiento académico y conductas disruptivas o violentas.
Pero claro, ¿qué hacemos entonces? ¿Continuar con esa convivencia alimentando un ambiente hostil con peores consecuencias? Cuando se tiene decidido que la solución es la finalización de la relación, el siguiente paso a seguir es cómo comunicarlo a los hijos y a las personas allegadas. Es lo que denomino la pedagogía de un buen divorcio, en el que se dan las pautas para llevarlo a cabo con el menor sufrimiento posible para todos.
A los hijos hay que transmitirles serenidad y seguridad, explicarles con un lenguaje adecuado que lo que ya no funciona es la relación de papá y mamá, pero que ellos son lo más importante para sus padres, lo más querido, que se les va a cuidar y que pueden estar con ellos cuando quieran. Hay que pensar que, para la inmensa mayoría de los hijos y dependiendo de la edad, la separación de los padres es el equivalente a sufrir un duelo para un adulto. Siempre digo a los padres en proceso de separación que lo nuclear en una separación es la atención y el cariño hacia los hijos.
Lo nuclear en una separación familiar es la atención y el cariño hacia los hijos
P.: ¿Qué ventajas ofrece la mediación en los casos de separación familiar?
R.: Es una alternativa legal a la vía judicial regulada por la ley 5/2012, de 6 de julio, de mediación en asuntos civiles y mercantiles, cuya efectiva implantación ya lleva dando sus frutos, con la creación el pasado mes de junio del Centro Español de Mediación (CEM).
El mediador no tiene que ser abogado, tiene que estar formado en estrategias de resolución de conflictos, se trata de evitar la judicialización del asunto. Interviene en el plano psicosocial, aborda las emociones, los intereses y las necesidades. Adopta una posición imparcial y de ayuda, facilitando durante el proceso que las partes sometidas a mediación sean quienes gestionen sus conflictos a través del diálogo y los acuerdos. La intención y la profesionalidad del mediador es que se lleguen a acuerdos satisfactorios que contemplen las necesidades de las partes. En el caso de la mediación familiar, se velará de manera exquisita por las necesidades de los hijos.
La mediación es un proceso más económico y rápido que la vía judicial, la perspectiva de la mediación alcanza la doble dimensión, jurídica y psicológica. Todo conflicto provoca en las personas una alteración emocional: ansiedad, estrés, depresión… Antes, durante su resolución y posteriormente. Siempre será mejor llegar a un acuerdo que elaboramos y asumimos voluntariamente que acatar lo que decide una tercera persona.
Por eso, el mediador construye vías de entendimiento, puentes de comunicación, caminos de encuentros, acompañando a las partes para que encaucen la resolución del problema con el menor coste emocional posible, basándonos en la creación de ambientes colaborativos centrados en los intereses y no en las posiciones. Avanzando hacia una resolución del problema donde el diálogo y el respeto sean la máxima en nuestra estrategia.
Si en los momentos difíciles decidimos «dar una patada al brasero», tal vez no seamos conscientes de que en la vida nos encontraremos con más
P.: ¿Qué lección nos deja la pandemia?
R.: Ser más vitalistas, vivir más intensamente. Tal vez el mayor número de rupturas que se produzcan tengan que ver también con esta reflexión que hago y el cambio del pensamiento social que ha surgido. Esta pandemia y sus consecuencias nos han enseñado lo efímero que es todo, que hemos venido a este escenario para ser felices, que el telón se subirá una vez y volverá a bajar. Lo que no hayamos representado en esta función no tendremos tiempo añadido para hacerlo. Todo aquello que no nos haga felices tendrá que evitarse, cambiarlo o también adaptarnos a ello, si lo consideramos conveniente.
«El proyecto surgió durante el confinamiento, quería aportar algo a esta crisis sanitaria», confiesa la veterinaria. La investigadora y profesora del CEU ha creado un test PCR con un coste de entre 15 y 20 euros que pronto se probará en humanos.
El profesor de Bioética del CEU explica que el itinerario obsesivo comienza cuando la belleza se sitúa en los primeros puestos de la escala de valores. Frente a ello, «lo que hace llevar una vida sana al ser humano es amar y sentirse amado».