Carlos Gregorio Hernández | 12 de enero de 2020
El historiador Juan Pro repasa el siglo XIX español y valora los grandes avances que se dieron a la hora de construir las estructuras del Estado.
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Juan Pro, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid, ha repasado en El Debate de la Historia el siglo XIX español y cómo se dio forma a las estructuras del Estado. Un siglo en el que España construye una compleja Administración y que ha sido estudiada en el libro La construcción del Estado en España, publicado por Alianza Editorial.
A continuación, ofrecemos un extracto de la entrevista que puedes escuchar completa en nuestro pódcast.
Carlos Gregorio Hernández: ¿La creación del Estado español en el siglo XIX es la historia de un éxito o de un fracaso?
Juan Pro: La tradición española de la autoflagelación dice que es la historia de un fracaso, es la historiografía que trabajosamente tratamos de revertir mostrando que los procesos históricos hay que estudiarlos en su contexto y hacer las comparaciones oportunas y no pensar que cada pequeña desviación con respecto al ideal que se pudo plantear en su momento o que podemos tener ahora de forma anacrónica supone un fracaso.
Pero la lectura que yo propongo es la de que el fracaso solo lo es si se compara con el caso francés, que es excepcional, y el británico. Si la construcción del Estado en España se llama fracaso porque no somos Francia ni Inglaterra… habría fracasado todo el mundo. Hay que estudiar a España en su momento, su lugar, los recursos que tenía y las oportunidades que tenía. Entonces yo intento mostrar que la construcción del Estado dio pasos muy significativos, los avances fueron espectaculares. Se ordena el territorio, la sociedad, se crean unas reglas de juego, ¿cómo se puede llamar a eso fracaso?
C.G.H.: ¿Cuál es el gran cambio entre el Estado del siglo XIX y el Antiguo Régimen?
J.P.: El siglo XIX es un periodo al que hay que acercarse con una óptica especial. Creo que las diferencias con el periodo anterior son sustanciales. Yo propongo que llamemos “Estado” solo a lo que empieza a partir de la Edad Contemporánea y el siglo XIX, mientras que lo anterior, la monarquía española, ese entramado institucional decantando por siglos de convivencia bajo la dinastía de territorios con ordenamientos jurídicos diversos, es algo muy distinto a la idea de que existe una soberanía nacional con un poder centralizado, un derecho relativamente uniforme y que organiza administrativamente el territorio.
Para los liberales más progresistas, el Estado unitario con un Gobierno centralizado era la mejor garantía de un trato igual a todos los territorios
C.G.H.: El historiador Juan Pablo Fusi consideraba en El Debate de la Historia al Ejército como gran elemento del Estado, y casi único, durante los primeros años del siglo XIX. ¿Usted marca una ruta distinta?
J.P.: Hay que matizar, porque es cierto que la importancia del Ejército es enorme, pero cuando decimos Ejército en esa época no podemos proyectar la idea que hemos adquirido después de Ejército como una corporación, una personalidad propia, un sentido de cuerpo… el Ejército del siglo XIX era otra cosa. Cuando se dice que lideran la vida política o los grandes procesos políticos es porque encontramos a grandes personajes militares, los llamados “espadones”, al frente de los partidos políticos. Pero no como representación de una corporación militar, sino como miembros del partido. Es decir, se podría decir que “además son militares”.
C.G.H.: ¿No hubo ninguna propuesta de construcción estatal que no fuese centralizada?
J.P.: El Estado español es una construcción revolucionaria, era una ruptura con el pasado en muchos aspectos. Lo que se quería era construir con unas bases nuevas y eso implicaba mirar con cierta desconfianza hacia las cosas que se podían heredar. Pensar en un Estado compuesto se vio con desconfianza, como insuficientemente moderno. Lo moderno era parecerse a esos Estados cercanos que nos desafiaban, como Francia o Inglaterra, y que ocupaban nuestro espacio geopolítico. La influencia del modelo francés en el proceso de construcción del Estado es enorme, y Francia es un modelo de Estado unitario y poder centralizado.
Para los liberales más progresistas, el Estado unitario con un Gobierno centralizado era la mejor garantía de un trato igual a todos los territorios. Para los liberales menos progresistas, la centralización de poder era garantía de orden.
C.G.H.: ¿Cómo se adapta el Estado español a las pérdidas de las colonias culminadas en el 98?
J.P.: La pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas fue un trauma nacional y obligó a pensar en términos de “regenerar España”. Pero las pérdidas que empiezan en 1808 y acaban en 1824, cuando se pierde toda la América continental, aparentemente no generaron el mismo nivel de trauma, porque lo que había hasta ese momento no era un Estado español. Era el rey el que había perdido dominios, no España. España, como tal, era uno más, o varios más, de los reinos de esa monarquía compuesta. De hecho, la construcción del Estado nacional es consecuencia del fracaso del intento de salvar el Imperio español.
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