David Vicente Casado | 14 de diciembre de 2020
El periodista Iñaki Ellakuría en su último libro Manual de incompetencia analiza, junto a Pablo Planas, la gestión de la pandemia por parte del Gobierno de coalición. Una gestión en la que primó más la agenda ideológica del Ejecutivo que la salud de los españoles.
Manual de Incompetencia se trata de la radiografía periodística de una crisis sanitaria que ha revelado las profundas carencias del primer Gobierno de coalición de la historia de la democracia en España. Iñaki Ellakuría (Barcelona, 1978) y Pablo Planas son dos viejos amigos que, unidos por la pasión del periodismo, decidieron escribir una especie de cuaderno de bitácora en el que recopilar todo lo que estaba pasando. Noches enteras de borradores y escritos que han dado lugar a más de 200 páginas de lucha contra la desinformación que evidencian por qué somos el país que peor ha gestionado la pandemia y al que peor futuro económico le espera.
Manual de Incompetencia en tiempos de coronavirus
Iñaki Ellakuría/Pablo Planas
Funambulista
222 págs.
18,95€
Un Ejecutivo que abogó por solucionar una crisis de Gobierno fomentando una foto de unidad en la manifestación del 8M y desoyó los avisos que lanzaron desde enero las instituciones europeas.
Pregunta: Por qué nace la idea de este libro?
Respuesta: No fue una casualidad. Hablé con Pablo Planas, que es un viejo amigo, porque estábamos muy sorprendidos de todo lo que estaba pasando al principio de la pandemia. Coincidió también que Max Lacruz, el editor de Funambulista, nos comentó que todo lo que estaba ocurriendo al inicio de la pandemia merecía que se recogiera en un libro. Escribimos cada día recopilando la información que íbamos actualizando con el paso de los días, ya que muchos datos aparecían al cabo de tres o cuatro meses. Ha sido muy duro, con días de mucho trabajo. El teletrabajo nos obligó a adaptarnos a una nueva forma de trabajar.
Pregunta: A punto de acabar este año 2020, y tras más de 8 meses de pandemia, ¿cuál es el balance que hace de la gestión del Gobierno?
Respuesta: Tenemos un Gobierno que tenía unos objetivos y una hoja de ruta muy clara, que era mantener y reforzar su alianza con la mayoría de la investidura, es decir, los nacionalistas. En el mes de marzo estalla la pandemia de forma brutal, aunque ya había datos que el Gobierno sabía mucho antes y que indicaban que esto era algo serio. Cuando ocurre esto, Sánchez tiene la opción de buscar una alianza con los grandes partidos constitucionalistas y hacer un Gobierno de coalición y tiene también la opción de reforzar esa agenda ideológica cercana a Podemos. Claramente, se decide por esta última, con el fin de ahondar en esa agenda ideológica utilizando la crisis de la pandemia, el estado de shock de la sociedad y el miedo para reforzar, como hemos visto ahora, la aprobación de los presupuestos, en la que a la mayoría de la investidura se ha sumado Bildu.
Illa y Simón deberían haber dimitido. Fernando Simón, cuyo caso para mí es más grave, se nos vende como un científico o un técnico al que debemos hacer caso, pero que luego hemos visto que actúa más como un portavoz políticoIñaki Ellakuría
P.: Hablaba de la opción constitucionalista que tuvo Pedro Sánchez y que no se llevó a cabo. Visto cómo se ha desarrollado todo, ¿cree que Sánchez tiene fobia al Partido Popular?
R.: Todo empezó con la famosa foto de Colón y el «trifachito». Se utilizó un lenguaje muy polarizante. Desde el primer momento, Sánchez hace esta apuesta estratégica, pero creo que siempre que gobierna el PSOE intenta aislar al PP. Tenemos como ejemplo el Pacto del Tinell. No es casualidad. La única excepción es lo ocurrido en el País Vasco cuando el PSOE, en este caso Patxi López, necesitaba los votos del PP para ser investido lehendakari. El socialismo siempre tiende a buscar refugio y aliado en el nacionalismo, porque considera que el PP es el enemigo casi a destruir, porque sin un PP fuerte, la alternancia, como vemos ahora en los sondeos, es casi imposible
P.: Queda demostrado que el Gobierno lo sabía y sin embargo priorizó un acto como el del 8M, cuyas consecuencias todos conocemos…
R.: A todo Gobierno la dureza de la pandemia igual lo hubiera pillado desprevenido. Pero hay una realidad: desde el mes de enero, la Comisión Europea desde Bruselas está advirtiendo a los países miembros de la Unión de que esta pandemia puede tener consecuencias en Europa. En el caso de China, siempre tienes la duda, al ser un país con una dictadura comunista la información es opaca, es complicado valorar y equilibrar. Yo también me pregunto si el CNI y los servicios de información de nuestro país tendrán sus antenas y sus agentes en China, ¿no? Podrían haber informado de la gravedad de la situación. Uno espera que un país moderno y democrático como España tenga unos servicios de inteligencia capaces de detectar la gravedad de situaciones como esta. Se tardó mucho en reaccionar.
Tú hablabas del 8M, pero hay un elemento clave, que en el libro recordamos, que es la ley de violencia de género, una ley que para Podemos es crucial y, si recuerdas, tanto el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, como la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, dijeron en público que el borrador de esa ley era una porquería y que estaba lleno de chapuzas y había que arreglarlo. Ahí se creó un conflicto bastante importante en el seno de un Gobierno de coalición, pero con muy pocos meses de vida. Recordemos después las declaraciones de Pablo Echenique tildando de machista al ministro Campo. Todo esto surge a pocos días del 8M, y todos esos días el Ejecutivo se centra en intentar limar asperezas y llegar a un consenso en esa ley, que se aprueba el viernes previo al día de la manifestación, y hacer una foto de familia que sirva de unidad para esa manifestación. Eso hace que no alerten a la sociedad de cómo ya había penetrado el virus y permite que se celebren otros actos, como el de Vox, partidos de fútbol, bodas, comuniones, etc. La sociedad española hace caso al bulo de que es una gripe fuerte y actúa con total normalidad. Llegamos al día 9 de marzo y es cuando el Gobierno empieza a tomar decisiones. Solo por eso, ya su responsabilidad es muy grande y su gestión tendría que debatirse en una comisión de investigación, como ha ocurrido en Francia, por ejemplo, donde está imputado, entre otros dirigentes, el anterior ministro de Sanidad.
No recuerdo un Ejecutivo, salvo Hungría o Polonia, con mayor apoyo mediático en EuropaIñaki Ellakuría
P.: Fernando Simón y el ministro Salvador Illa, como no podía ser de otra forma, son dos de los grandes protagonistas del libro… ¿Deberían haber dimitido?
R.: Yo creo que sí, pero haría una diferenciación entre Illa y Simón. Illa es una persona que asume un ministerio vacío de competencias y para mí el gran problema es que sea Sánchez el que decida que Illa, con un ministerio vacío de competencias y personal -porque la sanidad está transferida a las autonomías-, sea el que pilote toda la gestión de la crisis. Yo se que él recurrió a mandos intermedios y altos funcionarios del PSC que fueron reclutados como asesores para el Ministerio de Sanidad. Eso se notó sobre todo en el primer mes con las compras extrañas de material. Lo ocurrido nos debería replantear si el Ministerio de Sanidad no debería recuperar competencias.
Luego está Fernando Simón, cuyo caso para mí es más grave, porque él se nos vende como un científico o un técnico al que debemos hacer caso, pero que luego hemos visto que actúa más como un portavoz político, o el verdadero portavoz político, y va amoldando sus recomendaciones a las decisiones del gabinete del presidente. Nosotros lo definimos como un personaje de Monty Python, pero metido en una comedia. La fama no le ha ayudado. Para mí es mayor su responsabilidad respecto a Illa, porque el que lleva la voz cantante en los momentos más duros de la crisis, aparte de Pedro Sánchez, en toda la parcela técnica, es Fernando Simón.
P.: Este Gobierno no sobreviviría a ninguna hemeroteca, sin embargo, parece que no le pasa factura la gestión, ya que las últimas encuestas lo siguen alzando como vencedor… ¿Qué explicación le encuentra?
R.: Por un lado, nos encontramos con la polarización de la sociedad española que existe hoy en día. Una polarización que el PSOE alimenta para llegar a la Moncloa, como comentábamos antes con la catalogación del «trifachito». Cuando tú consideras a tres partidos de la oposición como fachas, estás expulsando del debate público a millones de personas. A eso se le une la postura que toma una parte de los votantes del PSOE, que consiste en autoconvencerse de que «con el PP hubiera sido igual».
No podemos olvidar una parte fundamental, que es el poder mediático que tiene este Gobierno. No recuerdo un Ejecutivo, salvo Hungría o Polonia, con mayor apoyo mediático en Europa. Las críticas en el Reino Unido a Boris Johnson han sido durísimas, las críticas en Francia a Macron han sido muy duras también, las críticas a Conte en Italia han sido terroríficas, sin embargo, aquí se crea un entramado mediático donde hacen el juego al Gobierno. Hasta que en el mes de junio el Gobierno no dice que hay que llevar mascarillas, hay medios de comunicación y presentadores estrella que se ríen de gente que lleva mascarilla, se les llama exagerados… Todo esto crea un clima de apoyo y, además, yo creo que hay una parte de la sociedad española que está perdida, en el sentido de que ha visto que se han muerto familiares, ha perdido su trabajo y que están como en un estado de shock.
La oposición no ha sabido construir una alternativa. El ciudadano medio puede estar descontento con la gestión de Sánchez, pero no ve todavía una alternativa claraIñaki Ellakuría
P.: ¿Ese estado de shock que comenta en la sociedad tiene algo que ver con la ausencia de protestas ante una gestión que nos hace ser los que aglutinemos los peores datos de Europa y las previsiones económicas más duras?
R.: Sí, por supuesto. Parece haberse instalado una sensación de no querer ver la realidad. Hubo un momento de confianza en la sociedad al hablar Sánchez de las ayudas europeas y la creación de miles de puestos de trabajo, pero estamos viendo que el dinero de Europa no llega y que los 800.000 empleos prometidos son una quimera. No podemos desligar esta sociedad como anestesiada a un modelo que la pandemia ha acelerado con el teletrabajo, una sociedad donde todos estamos cada vez más aislados, donde tenemos menos contacto con nuestro vecino y la sociedad civil está más debilitada.
En cuanto a las protestas, no podemos olvidar que ya hubo protestas en diferentes ciudades de España, no solo en el Barrio de Salamanca. En vez de escuchar esas voces de protestas donde residía el miedo por lo que estaba pasando, el cabreo por la utilización de la pandemia para ahondar en la estrategia de división, se criminalizó y se ridiculizó a los manifestantes. Eso desactivó las protestas.
P.: Hablamos de los errores del Gobierno, pero ¿qué errores ha cometido la oposición?
R.: Creo que la oposición no ha sabido construir una alternativa. Tengo la sensación de que el ciudadano medio puede estar descontento con la gestión de Sánchez, pero no ve todavía una alternativa clara. Si a eso le sumas, además, un Parlamento cerrado y un recorte de libertades, la situación se vuelve muy difícil. Hemos aceptado que se adopte un toque de queda para impedir botellones. Si hay botellones, va la policía municipal de cada lugar y multa a quien tenga que multar.
Sin embargo, la gestión en Madrid sí ha funcionado y han conseguido convertirse en la gran oposición a Sánchez, porque tienen un modelo alternativo que ofrecer: Madrid no ha cerrado tanto, Madrid ha dado facilidades a los comercios, Madrid hace test de antígenos y los facilita, mientras que el Gobierno es reticente… Ayuso se ha convertido en la referencia de la oposición a Sánchez.
P.: ¿Por qué, 9 meses después de la pandemia y tras superar una primera ola y casi la segunda, nuestro país sigue bajo un estado de alarma? ¿Cómo se explica?
R.: La diferencia radica en que otros países, como Alemania o Francia, siempre hablaron de forma adulta a la ciudadanía y nunca se atrevieron a realizar unas prohibiciones propias de un Estado totalitario. Se ha demostrado, además, que la sociedad española ha respondido: cuando se le dijo que se quedaran encerrados en casa, la gente se quedó, pero si ves que vas a estar eternamente encerrado en casa y que hay excepciones y que cada comunidad hace una cosa diferente, es cuando se pone en duda el modelo. El problema es que hay una sensación de que la democracia no debe ser militante, y no debemos defenderla día a día, y es un error, porque cada vez que vamos cediendo estos terrenos de libertad es más fácil que puedan volverse a aplicar más adelante. Por ejemplo, si has cedido en la aplicación de un toque de queda para evitar botellones, es fácil que más adelante lo vuelvan a aplicar por temas mucho menores. El Gobierno ha utilizado unos métodos de control fuera de toda lógica.
Dudo de si la agenda la marca en realidad Podemos, o es la agenda de Sánchez y utiliza a Iglesias como su portavoz zascandil Iñaki Ellakuría
P.: Y todo ello con una nula transparencia…
R.: Por supuesto. Empezando por el comité de expertos, que no sabemos ni quiénes son, al juego con las cifras de muertos y la diferencia que hay entre lo que dice el Instituto Nacional de Estadística y lo que dice el Gobierno, pasando por las famosas ruedas de prensa controladas por la Secretaría de Estado de Comunicación… Ahí, en ese caso, salvo tres o cuatro medios que se negaron a seguir ese procedimiento, las asociaciones de periodistas hablaron con la boca pequeña.
P.: El mismo Gobierno que ha gestionado la pandemia gestionará la llegada de los fondos europeos y de la vacuna… ¿Tenemos que echarnos a temblar?
R.: Vista la mala gestión, es preocupante. Yo confío en que con los Fondos Europeos haya un control por parte de Bruselas. Es triste decir esto, pero cuando ves que estando Podemos en el Gobierno se está aprovechando para llevar a cabo una política muy sectaria o de colocación de amiguetes, como en el caso del padre de Íñigo Errejón, te preguntas: ¿se va a utilizar este dinero para la reconstrucción y la ayuda de empresas o se va a utilizar para premiar afinidades?
Para las vacunas, hay que exigir transparencia, que nos hablen como adultos y nos digan los tipos de vacunas que hay y sus posibles efectos secundarios.
Podemos y el nacionalismo nunca perdonarán a Felipe VI su discurso del 3-OIñaki Ellakuría
P.: Se aproxima la aprobación de los primeros presupuestos del Gobierno de coalición, ¿se atreve a hacer una previsión de cómo acabará esta coalición entre PSOE y Podemos?
R.: Yo creo que van a durar, porque comparten una estrategia, que yo no diría que es del PSOE con Podemos, sino del sanchismo con Podemos, porque Sánchez ha desvirtuado y ha vaciado al PSOE de su historia y su razón de ser constitucionalista, apostando por una estrategia constituyente. Veo difícil que cambie. Ahora bien, si pasados unos años, Sánchez ve que los sondeos no le son favorables, no dudará en matar a Iglesias y buscar otros aliados.
P.: Hay un caso curioso en la coalición de Gobierno, que es que quien marca la agenda no es el partido que ha ganado las elecciones, PSOE, ni siquiera el líder de la oposición… sino la cuarta fuerza política, en este caso Podemos…
R.: Yo aquí tengo una duda, que es si esa agenda la marca en realidad Podemos, o es la agenda de Sánchez y utiliza a Iglesias como su portavoz zascandil. Tengo la sensación de que Sánchez ha absorbido la agenda ideológica de Podemos y la usa como propia. Molesta a Margarita Robles, molesta a Nadia Calviño, pero Sánchez nunca ha aparecido incómodo, al revés. Mi duda es si la agenda la marca Iglesias o si Iglesias es un mero portavoz de Sánchez. Yo tiendo a pensar cada vez más que Iglesias es un mero portavoz de Sánchez.
Si la suma da, en Cataluña va a haber un Gobierno de ERC y los Comunes con el apoyo externo del PSCIñaki Ellakuría
P.: ¿Sánchez ha buscado algún cambio institucional durante la pandemia? La visión que ustedes ofrecen es que ha querido ser como una especie de jefe de Estado.
R.: Hubo dos etapas. La primera etapa, en la que asume el mando único, donde cada día había una comparecencia. Una etapa en la que coincide con los ataques al rey desde algunos balcones. Ahí ejerció más como un presidente de la república. Incluso cuando habla con la Comunidad de Madrid y se reúne con su presidenta. Da un trato de bilateralidad que es más propio de una república federal que de un Estado como el español. Hay un momento en el que parece que asume el papel de gran presidente de la república.
En verano, esa postura la adapta y hace el discurso de victoria de la pandemia, de salir y disfrutar, y, cuando vuelve en septiembre, vuelve con el discurso confederal y vuelve a recaer el peso sobre las autonomías, dibujando su figura como la de un presidente simbólico, salvo para intervenir Madrid.
P.: ¿Qué futuro le espera a la institución monárquica con un Gobierno que ha apuntalado su agenda ideológica de destrucción del espíritu del 78?
R..: Tenemos que tener claro que, al rey actual, el nacionalismo nunca le ha perdonado su discurso de octubre, porque actuó como viga maestra del Estado constitucional. En un momento donde había un silencio clamoroso por parte del Gobierno de Rajoy y un Gobierno autonómico que estaba avanzando hacia la sedición, el único que alzó la voz y abogó por la defensa de los valores constitucionales fue Felipe VI. Con ese discurso, se convierte en el gran referente de pervivencia del modelo de nuestro sistema democrático. Por eso, Podemos y el nacionalismo se han mostrado tan beligerantes con la institución. Tal es así que es la primera vez que desde un Gobierno se ataca al jefe del Estado. Todo está ligando con la intención de proceso constituyente y de avanzar hacia otro modelo de Estado en el que sobra el rey. Se están aprovechando los graves errores fiscales del rey emérito para dañar su figura. Unos errores fiscales de los que son, en parte, responsables el PSOE y el PP en sus respectivos Gobiernos por no haber controlado los movimientos de la Casa Real.
P.: Por último, ¿se atreve a hacer una previsión de lo que ocurrirá en las elecciones autonómicas?
R.: Es difícil, porque los catalanes nunca sabemos quién será nuestro presidente. De los dos últimos presidentes, Carles Puigdemont y Quim Torra, ninguno iba como candidato, por lo que podemos esperar cualquier cosa. Hay que ver cómo afecta la crisis por la pandemia, porque hay un gran enfado con la gestión de la Generalitat, sobre todo en temas relacionados con la gestión de las residencias y las ayudas a los autónomos. El independentismo va a utilizar, de nuevo, los presos y la denegación del tercer grado para elevar el debate a lo identitario para esconder su mala gestión. Es importante saber también si el constitucionalismo sabe capitalizar ese malestar ofreciendo una alternativa. Mi previsión es que, si la suma da, va a haber un Gobierno de ERC y los Comunes (Podemos y Colau) con el apoyo externo del PSC.
El líder de Ciudadanos en Europa afirma que «España, con las medidas que está tomando, por un lado presupuestarias y por otro lado de vulneración del Estado de derecho, está saliéndose del marco que en Europa es aceptado por todos y en algún momento lo va a empezar a pagar muy caro.»
El exministro de Justicia reconoce que no es una acusación que dirija solo al PSOE, sino que «engloba tanto a socialistas como a populares» y afirma que la vuelta al estado de alarma es «un fracaso colectivo».