Carlos Gregorio Hernández & Cristina Barreiro | 18 de enero de 2020
Fernando del Rey ha estudiado en «Retaguardia roja» la violencia y la represión desatadas en la zona republicana durante la Guerra Civil.
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Fernando del Rey, catedrático de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos en la Universidad Complutense de Madrid, ha estudiado en Retaguardia roja, libro publicado por Galaxia Gutenberg, la represión en la zona republicana. Con una perspectiva que decide apostar por un área muy concreta, la provincia de Ciudad Real, se pueden encontrar interesantes conclusiones que desmienten algunos mitos de la Guerra Civil, como el de las «masas incontroladas» o la supuesta lucha de clases que motiva los asesinatos.
A continuación, ofrecemos un extracto de su charla en El Debate de la Historia. Puedes escuchar el diálogo completo en nuestro pódcast.
Carlos Gregorio Hernández: ¿Por qué es importante estudiar la represión durante la Guerra Civil?
Fernando del Rey: Es una parte importante de la Guerra Civil. Como todas las contiendas del periodo de entreguerras, responde al perfil de una guerra total, aquella en la que hay vasos comunicantes entre el frente y la retaguardia.
Los expertos hablan de unas 600.000 víctimas en la Guerra Civil y, si se tienen en cuenta las de la primera posguerra, como mínimo una cuarta parte son víctimas de retaguardia. Algo que lleva a reflexionar en el porqué.
Cristina Barreiro: Al principio de la guerra se suele hablar de una violencia incontrolada. En su estudio Retaguardia roja parece quedar claro que fue algo más complejo.
Fernando del Rey: La famosa tesis de los incontrolados, cuando uno escarba, se da cuenta de que no era tan incontrolada. Es verdad que responde a una situación en la que el Estado republicano se ha hundido, ha perdido el monopolio sobre la violencia y ha surgido una serie de poderes atomizados por la base que, sin embargo, no son reinos de taifas en los que cada uno hace lo que quiere. Se puede ver que, una vez que pasan las primeras semanas de la guerra, hay una coordinación y organización de la represión y de la política de limpieza selectiva. Una violencia que responde a un contexto de guerra, en el que no se sabe quién es exactamente el enemigo y dónde se está delimitando el territorio.
C.B.: ¿Esto exculparía la responsabilidad de José Giral en la violencia inicial?
F.R.: El Gobierno Giral, como tal, yo creo que no tiene una responsabilidad en esa violencia. Pero los trabajos de Julius Ruiz o Jesús F. Salgado ponen de manifiesto que algún ministro de ese Gobierno, desde fechas muy tempranas, sí tiene alguna implicación en la toma de decisiones.
No hay dos Españas ni tres. Hay muchas Españas y la principal es la de aquellos que quieren sobrevivir en unas circunstancias tan terribles
C.G.H.: ¿Cuál es el perfil predominante de las víctimas de la represión en Castilla-La Mancha?
F.R.: Se observa cómo la lucha de clases no tiene tanta importancia como creíamos. ¿Por qué se mata al adversario político? Pues precisamente por eso, por ser adversario político. Se tiene en cuenta quién ha estado expuesto a la vida pública, por la razón que sea, bien en las confrontaciones electorales, en las negociaciones laborales, la vida municipal, si ha sido un empleado cualificado del ayuntamiento… por ejemplo, hay una fijación con los secretarios de ayuntamiento. Son testigos muy importantes, hacen las actas, toman decisiones y suelen ser de derechas, pues van a por ellos. El elemento clave es el haber tenido una vida pública comprometida y expuesta en el periodo anterior.
C.G.H.: ¿Y hay un perfil de los victimarios, de los asesinos?
F.R.: Son militantes políticos, tienen un perfil de clase acusado, sí, hay mucho jornalero, pero no podemos quedarnos en que es jornalero. Es jornalero y militante comprometido.
C.B.: ¿Hay diferencias entre la violencia que se da en las zonas rurales y la que podemos ver en las ciudades?
F.R.: No. Es violencia política en la que los protagonistas son gente muy radicalizada, capaz de matar al vecino en un contexto tan terrible. Estamos hablando de minorías muy radicalizadas que, en un momento de caos generado por el golpe de Estado y el inicio de la Guerra Civil, se hacen los dueños y dan la imagen falsa de esas dos Españas que se están matando entre sí. No, son minorías. No hay dos Españas ni tres. Hay muchas Españas y la principal es la de aquellos que quieren sobrevivir en unas circunstancias tan terribles.
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