David Vicente Casado | 19 de abril de 2021
El exdiputado del PP Sergio Gómez-Alba reconoce en el libro Los años de Aznar: una crónica histórica de quien estuvo allí para contarlo que las elecciones «debían haberse suspendido hasta que el país estuviese en un estado de normalidad. ¿Por qué no se hizo? Porque gobernar conlleva tomar decisiones».
Se cumplen 25 años de la primera victoria electoral del Partido Popular. 25 años desde que José María Aznar llegaba a la Moncloa, tras décadas de felipismo, y lo hacía en un momento complicado para el país. Dos legislaturas que posibilitaron el cambio que colocó a España como una de las potencias económicas y laborales donde, de cinco empleos que se creaban en Europa, cuatro los creaba España. Durante este periodo se produjo la incorporación al euro, las reformas estructurales, el apoyo a las empresas, la bajada del precio del dinero y de los impuestos y el aumento de la recaudación, la creación de 5 millones de empleos, los 15.000 millones de euros en la hucha de pensiones, la ilegalización de HB y el cumplimiento de las penas íntegras y el fin de la Kale Borroca.
Los años de Aznar: una crónica histórica de quien estuvo allí para contarlo
Sergio Gómez-Alba
Almuzara
243 págs.
20,85€
Pero también hubo tiempo para los errores, como la dejación de funciones frente al separatismo o la gestión del atentado de Atocha. Todos ellos los recoge el exdiputado por Barcelona Sergio Gómez-Alba (Madrid, 1943) en un libro titulado Los años de Aznar: una crónica histórica de quien estuvo allí para contarlo.
Pregunta: ¿Por qué la idea de este libro?
Respuesta: En primer lugar, porque se cumplen 25 años de la llegada al gobierno del Partido Popular y de José María Aznar y, básicamente, me ha guiado el darme cuenta de que la gente joven, aquellos comprendidos entre los 30 o 40 años, ven ese periodo como algo muy lejano. No se dan cuenta de que esos años fueron los mejores años de gobierno en resultados y en balance de toda la democracia, aunque eso no quiere decir que se hiciera todo bien. Es importante decirles a esos ciudadanos que hay otra forma de gobernar, que se puede gobernar de otra manera: con buenos equipos, poniendo los intereses de la nación y de los ciudadanos por encima de los intereses del partido y de su líder. En definitiva, mandar un mensaje de esperanza ante la situación que hoy vivimos.
Pregunta: Como decía, se han cumplido 25 años del primer Gobierno de José María Aznar. Usted, que estuvo allí y que hoy decide contarlo, ¿qué recuerda del día de la victoria?
Respuesta: Lo primero que pensé fue..¡por fín! Estábamos todos en el partido muy ilusionados. Hay que recordar que en el año 1993, en las anteriores elecciones, teníamos puestas muchas esperanzas en sacar un resultado que luego no nos permitió acceder al gobierno. A mí me cogió la celebración en Barcelona, ya que yo me presentaba por esta circunscripción. Lo celebré con Alejo Vidal-Quadras y con toda la gente cercana a la dirección de la campaña, pero enseguida nos dimos cuenta de que ese resultado, que iba a permitir gobernar al PP, no iba a resultar tan bueno para el Partido Popular de Cataluña. La imprescindible necesidad de gobernar, ya que el país necesitaba todas esas reformas, iba a tener un alto coste para el PP de Cataluña, como así fue posteriormente cuando José María Aznar se vio obligado, como pago al apoyo de Jordi Pujol, a neutralizar definitivamente el lenguaje y la trayectoria autónoma y netamente anticatalanista del señor Pujol. Eso condujo a la defenestración de Alejo Vidal-Quadras.
La dejación del control en el adoctrinamiento es el motivo por el que, tanto PP como PSOE, han dependido siempre de los nacionalismos
P.: En el libro que usted ha escrito y que recoge los años de gobierno del PP, ¿cuál sería el momento que destacaría como la mejor decisión tomada?
R.: Podría decir muchas cosas, como que fue el principio del fin del terrorismo al conseguir ilegalizar Batasuna, pero lo voy a resumir de una forma: en esos años, de 5 empleos que se creaban en la Unión Europea, 4 los creaba España. Al final, cuando abandonamos el Gobierno dejamos cinco millones de empleos creados. De esto quizás es de lo que más orgullosos podemos estar. Son datos que nadie los puede cambiar.
P.: ¿Y la peor?
R.: Sin duda, cómo se administró el atentado de Atocha. Al principio, es obvio que nadie sabía qué pasaba. Yo creo que, si estás en esa situación, si desde el primer momento tú sales y, ante las preguntas sobre los hechos, la autoría, etc, respondes «no sabemos nada», y en ese momento, en vez de asumir tú, como presidente, la gestión del atentado y la terrible crisis que supuso, reúnes al pacto antiterrorista, es decir, a todos los partidos políticos, en una sala, y les dices: «Señores, no sabemos nada al respecto, pero todo lo que se vaya conociendo al respecto lo van a saber ustedes al instante, a la vez que yo. Aquí no nos levantamos sin haber sacado un comunicado conjunto». Si eso se hubiera hecho así, el resultado electoral hubiera sido otro, al igual que la deriva que de allí vino, la deriva Zapatero no se hubiera producido.
P.: Si de usted hubiera dependido, ¿hubiera suspendido las elecciones?
R.: A elecciones hay que ir en situaciones de normalidad, y no con lo que se fue: con las sedes del Partido Popular asediadas días antes de los comicios, al grito de «Asesinos», con el sr. Rubalcaba, en jornada de reflexión, diciendo en televisión: «Necesitamos un Gobierno que no nos mienta», con los retratos de los diputados en pancartas…
En el libro he recogido opiniones de personas que vivieron esos gobiernos de manera muy cercana, como secretarios de Estado, embajadores, portavoces parlamentarios… Y la opinión de un gran jurista, diputado, que formó parte del CGPJ y al que encargué un dictamen de si se podían haber suprimido las elecciones sin salirnos ni un ápice de la Constitución. Él me mandó un dictamen que figura en el libro y queda en evidencia que podían y debían haberse suspendido las elecciones hasta que el país estuviese en un estado de normalidad. ¿Por qué no se hizo? Porque gobernar conlleva tomar decisiones. España estaba muy crispada y, si se hubiera decidido suspender las elecciones, podrían haberse dado situaciones más complicadas. Zapatero era un revanchista y optó por el camino de la revisión histórica, del ataque a la Constitución y puso en cuestión el sistema constitucional.
¿Por qué en el año 2000, cuando el PP ya no dependía del señor Pujol y tenía mayoría absoluta, no recurrió esa ley? Yo no sé responder, pero fue el inicio de la deriva posterior hacia el independentismo sin freno
P.: Entre las decisiones que se tomaron estuvo la del pacto Majestic, en el que el partido de Jordi Pujol se comprometía a apoyar la investidura de Aznar a cambio de cesión de competencias, entre ellas la de educación…Visto cómo ha evolucionado el independentismo y visto cómo se trata al español en Cataluña, ¿cree que fue un error ceder la competencia de educación?
R.: La Constitución permite delegar en las autonomías muchas competencias. La Constitución también tiene un artículo donde subraya que es competencia del Gobierno vigilar cómo se gestionan las transferencias que se han realizado a otras autonomías. Luego, el tema no estaba en transferir la educación como muchas otras cosas, sino en haber tolerado que la educación tuviese esa mutación que pasó de educar a adoctrinar.
Lo importante para la deriva a la que hemos llegado fue otra cosa, en el año 98 el señor Pujol creía que ya tenía agarrado al PP y que le resultaba imprescindible su apoyo, sacó una ley en el Parlament que fue la ley de normalización lingüística, esa ley liquidaba los derechos constitucionales de más de la mitad de los ciudadanos de Cataluña. Una ley coercitiva en la que, por ejemplo, se multaba si no se rotulaba en catalán. En el Partido Popular, en su momento habíamos hecho una política de defensa de las libertades ciudadanas, por eso teníamos un voto transversal, de simpatizantes de otras formaciones que creían en una Cataluña de libertad, etc… Esa ley tuvo una derivada importantísima, ya que salió con los votos en contra de ERC y el PP. Esos votos en contra fueron, cada uno, de una manera distinta: a ERC le parecía una ley corta y a nosotros nos parecía una barbaridad.
El PSC, si no hubiera prestado su apoyo a esa ley, desde el primer momento, de una forma tan entusiasta, no hubiera salido adelante. El PSOE se declara obrero y español, pero esa ley machacó todos los derechos de los castellanohablantes que, en gran parte, eran inmigrantes de otras zonas de España. El PSOE, a partir de ahí, cambió y perjudicó definitivamente su ADN y se convirtió en lo que hoy es visto y contemplado, en el socio preferente de los nacionalistas. Una derivada de ello fue que el PP estudió recurrir y llevar al TC semejante atropello y Pujol que se enteraba de todo, llamó a Aznar y le dijo: «Si usted recurre la ley, le dejo caer, se queda gobernando en minoría y usted se tendrá que ir a su casa». Una amenaza que ponía patas arriba la posibilidad de poner en funcionamiento las reformas necesarias, entre ellas, la entrada de España en el euro.
La pregunta entonces es ¿por qué en el año 2000, cuando el PP ya no dependía del señor Pujol y tenía mayoría absoluta, no recurrió esa ley? Yo no sé responderla y eso fue el inicio de la deriva posterior hacia el independentismo sin freno. El tema no fue el traspaso de la competencia de educación, sino la dejación del control en el adoctrinamiento en las aulas por parte de todos los Gobiernos centrales, tanto del PP como del PSOE. Y es por esa dejación por la que tanto PP como PSOE han dependido siempre de los nacionalismos, por su incapacidad para llegar a acuerdos.
Si tú necesitas que te voten por la tarde en el Congreso de los Diputados, no te puedes dedicar a darle patadas en los morros por la mañana al señor Pujol
P.: ¿Qué culpa tiene el bipartidismo, por ejemplo, de casos de corrupción como el de Jordi Pujol?
R.: Si tú necesitas que te voten por la tarde en el Congreso de los Diputados, no te puedes dedicar a darle patadas en los morros por la mañana al señor Pujol. Era una cosa conocida y no tan conocida denunciada públicamente. Ante lo que me pregunta de la culpa del bipartidismo, yo le quiero recordar una frase del señor Maragall en el Parlament, cuando se dirigió a los señores de CiU: «El problema que tienen ustedes se llama 3%». Era de dominio público. Eso es muy complejo. Los partidos políticos son máquinas de gastar dinero, especialmente en época electoral. Supongo que a la generalización de este tipo de financiación ilegal es porque tenemos una ley que la convierte en ilegal. Si pones transparencia, todo el mundo sabe qué tipo de donaciones llegan a los partidos. Esa es una reforma gorda que habrá que acometer más pronto que tarde, lo que pasa es que, al estar incluida mucha gente, hay una resistencia de la clase política a entrar en esos temas.
P.: Usted, como diputado que fue por Barcelona, ¿qué le parece el papel que juega el PP actualmente?
R.: Podíamos haber aglutinado el voto de Cs y Vox. ¿Qué dicen ellos que nosotros no dijéramos en el año 93 o 96? Lo que pasa es que nosotros tuvimos unos años de gran debilidad ideológica, los ciudadanos catalanes que podía haber captado el Partido Popular se sintieron absolutamente abandonados por el Gobierno del PP de Rajoy, que los dejó a su suerte y a los pies de los caballos independentistas. El principal motivo por el que Vox ha subido tanto en Cataluña es porque no ha habido un discurso lo suficientemente contundente contra el independentismo en los últimos tiempos. Vox lo ha hecho y se ha llevado al electorado. El PP de Cataluña tiene un extraordinario presidente, como es Alejandro Fernández, pero ha sido siempre víctima de la política del PP de la calle Génova. Yo le auguro al PP de Cataluña un futuro pésimo y eso que soy militante.
El PP de Cataluña ha sido siempre víctima de la política del PP de la calle Génova
P.: Veinticinco años después, el centroderecha se encuentra dividido, ¿es posible que Pablo Casado pueda volver a aglutinarlo, como hizo Aznar en su momento?
R.: Lo tuvo más fácil José María Aznar, porque cogió un partido como fue Alianza Popular y empezó a incorporar personas que venían de UCD, del Partido Liberal o incluso del comunismo. Se generó un programa político partiendo de lo que era imprescindible para España, que era una revolución liberal. Cuando Aznar se presentó ya tenía un partido en el que ya estaba la derecha más derecha, los democristianos, los liberales, etc… Todos ya estaban unidos en torno a la figura del Partido Popular. Ahora es mucho más difícil, pero es obvio que o se presenta unido el centroderecha a las elecciones o no se ganan.
P.: ¿Pablo Casado podrá conseguirlo?
R.: Está en ello. Yo creo que él se da cuenta y hace todos los esfuerzos. Primero, intentó el pacto con Inés Arrimadas, no fue posible y le hizo una opa hostil. A mí no me gusta ese camino, la verdad. Si tú echas la opa a unos, algunos pueden venir a echártela a ti.
La elección de Rajoy como sustituto de Aznar, por su talante y carácter, venía muy bien al país en ese momento, pero cuando Rajoy llegó al Gobierno no era en absoluto el idóneo, porque lo que España necesitaba era liderazgo
P.: ¿Aznar eligió buen sustituto en Rajoy?
R.: En un momento dado, en 2004, España era un país muy crispado y el señor Rajoy, por su talante y carácter, venía muy bien al país en ese momento, porque es una balsa de aceite. Seguro que no iba abrir ningún frente más. Si algo necesitaba el país era calma y sosiego. Para eso, Rajoy era perfecto. Pero cuando el señor Rajoy llegó al Gobierno no era en absoluto idóneo, porque lo que España necesitaba era liderazgo.
P.: Si hubiera alguna probabilidad de vuelta, ¿usted animaría a Aznar a volver?
R.: A estas alturas, no tiene mucho sentido. Hay que dar paso a los jóvenes. En el PP hay gente extremadamente valiosa y no hay que pedir a Aznar que vuelva, sino montar un cuerpo político propio que ofrecer a los ciudadanos.
P.: Vox está compuesto por antiguos militantes del PP y gente que estuvo con Aznar en el partido, ¿por qué se empeñan en llamarlo ultraderecha?
R.: Para extremo, lo que el PSOE tiene sentado en sus escaños y los que lo apoyan, que son los posetarras, los independentistas, los comunistas, etc. Eso sí me da náuseas. Se trata de usar la polarización, que es en lo que se ha fundado el socialismo desde que gobierna en la España contemporánea. ¿Le parece poco la sesgada memoria histórica? ¿Cuál es el fuerte de los señores Sánchez e Iglesias? La polarización, la crispación y la descalificación. Se trata de un intento de sacarlos del tablero político negándoles la legitimidad. Yo no comparto el ideario de Vox, porque entre otras cosas no soy eurófobo, pero de eso a negarles su legitimidad…
A Podemos lo veo en fase terminal, a Ciudadanos lo veo que todavía puede jugar un cierto papel muy importante y Vox tiene mucho recorrido político, pero para no desaparecer tendrá que renunciar a muchas cosas que no son realistas
P.: Como diputado por Barcelona que fue, ¿cómo se puede conseguir que las fuerzas independentistas dejen de influir en la política española?
R.: Es imposible hablar con alguien que dice referéndum o referéndum.. O con quien niega la realidad… Lo primero que creo es que de ese debate tienen que salir aquellos que no creen en el diálogo, porque viven de eso, del procés. Hay un montón de independentistas que saben que jamás van a ser independientes. La gente lo primero que tiene que hacer es votar de otra manera, si es que quieren una solución. Yo no entiendo cómo el señor Puigdemont, que ha perdido las elecciones en Cataluña y es la tercera fuerza, pretende mandar en Cataluña. Señor Aragonés, independícese de Puigdemont y pacte con el señor Illa, ese será el principio de empezar a hablar en serio.
P.: ¿Qué vida le da a partidos emergentes como Podemos, Vox o Ciudadanos?
R.: A Podemos lo veo en fase terminal, a Ciudadanos lo veo que todavía puede jugar un cierto papel muy importante, Vox tiene mucho recorrido político, pero para no desaparecer tendrá que renunciar a muchas cosas que no son realistas y no tienen recorrido. La Unión Europea es lo mejor que tenemos ahora mismo; si no la tuviéramos, nos tendríamos que ir del país a buscarnos la vida fuera.
Última entrega de «España en perspectiva», una serie de doce artículos que ha recorrido la historia de nuestro país desde el arranque del siglo XX hasta la consolidación de la Transición, de la mano de personajes clave de cada periodo.
José María Marco y Jorge Martín Frías coordinan «La hora de España. Una afirmación liberal conservadora», un libro en el que se debate qué debe ser hoy el centro derecha y cómo puede volver a seducir a una sociedad angustiada y descreída.