Hilda García | 21 de mayo de 2020
Los rectores de las tres Universidades CEU hablan sobre el presente y el futuro de la educación tras el coronavirus. Una pandemia de la que podemos aprender varias lecciones.
«Tras el coronavirus, no volveremos a ser los mismos». No sabemos si esta frase, tan repetida en los últimos meses, será cierta o no. El tiempo lo dirá. Pero de lo que no cabe duda es de que la pandemia ha cambiado nuestra rutina, nuestras costumbres, nuestro modo de vida.
Uno de los sectores que en mayor medida se han visto afectados por la COVID-19 es el de la educación. Las aulas se han cerrado, para dar paso a la enseñanza online y a los exámenes virtuales.
Y cuando todavía no hemos superado la actual pandemia, los expertos alertan sobre una segunda oleada de neumonías. Por ello, la decisión tomada por el Gobierno, hace unas semanas, de permitir la vuelta al trabajo en determinados sectores de actividad no gozó del consenso de la comunidad académica ni científica.
La polémica medida llevó incluso a algunas instituciones a firmar un comunicado que la calificaba de «temeraria y precipitada», por estimar que no se encontraba sustentada en evidencias suficientes. Así lo consideraron la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce), Somm Excellence Alliance, la Federación de Asociaciones Científico Médicas de España (Facme) y la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE).
Ante el escenario creado por el coronavirus, se han desatado las especulaciones sobre cómo afrontar el próximo curso y en estos momentos solo existe un gran interrogante. Del presente y el futuro de la educación hablamos con los rectores de las tres universidades CEU: Rosa Visiedo, de la Universidad CEU San Pablo de Madrid; Vicente Navarro de Luján, de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia; y Rafael Rodríguez-Ponga, de la Universitat Abat Oliba CEU de Barcelona.
Pregunta: ¿Cree que las autoridades españolas están tomando las decisiones correctas para detener la pandemia de coronavirus? ¿Qué otras medidas habría que adoptar?
Rafael Rodríguez-Ponga: El Gobierno español ha tomado medidas necesarias, como la declaración del estado de alarma, prevista en la legislación en caso de epidemia. Ahora bien, ha habido problemas de gestión y de comunicación, a nivel internacional, estatal y autonómico, que han desembocado en un control muy difícil de la pandemia, con un número muy elevado de víctimas. Es una situación muy desgraciada, con consecuencias trágicas para la tercera edad. En todo caso, es un hecho que, con el estado de alarma y el confinamiento, las cifras de víctimas han bajado, como era de esperar; pero, por otro lado, me preocupa el impacto profundo sobre nuestros derechos y libertades.
Es evidente que España debe tener más industria (farmacéutica, textil…) y unas reservas propias de material sanitario. En beneficio de los propios sanitarios, que trabajan con una dedicación extraordinaria, y en beneficio de toda la población. Hay que reforzar las instituciones científicas y universitarias españolas. Los sanitarios trabajarán mejor si están mejor preparados y si reciben una fluida información científica. Además, esta crisis multidireccional (sanitaria, laboral, económica, política…) requiere de buenos profesionales, bien formados en distintas áreas, para contribuir al bien común y a superar los graves problemas actuales.
Pregunta: Los rectores de las universidades españolas lamentan la «falta de sintonía» entre la información aportada por los científicos y las decisiones políticas. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Rosa Visiedo: Creo que desde el principio de la crisis han existido dificultades en el flujo de información entre científicos y autoridades, es posible que por la falta de redes y canales de comunicación establecidos entre unos y otras. El problema es que, tal vez, tradicionalmente se escucha poco a la ciencia.
Rafael Rodríguez-Ponga: En efecto, la CRUE–Universidades Españolas reclama una relación mucho más fluida entre los científicos y las autoridades. Es vital. Quiero subrayar la sintonía que existe entre las universidades y las sociedades científicas y la importancia de sus propuestas.
La actuación rápida y la coordinación entre autoridades y ciencia es imprescindible en situaciones de crisis sanitariaRosa Visiedo, rectora de la Universidad CEU San Pablo
P.: ¿Cómo valora el comunicado que ha emitido la CRUE, junto a otras organizaciones?
Rosa Visiedo: Lo valoro de forma positiva. Es indiscutible el papel relevante que tienen la ciencia y el sistema de salud para resolver esta crisis, tanto desde el punto de vista del asesoramiento como de la propuesta de estrategias y herramientas como métodos diagnósticos, vacunas, terapias, etc. Las evidencias científicas para tomar mejores decisiones y los resultados de la investigación son fundamentales ahora y lo serán en el futuro.
Rafael Rodríguez-Ponga: Es un comunicado firme, que denuncia la insuficiente comunicación que ha existido por parte de las autoridades. Y es un llamamiento a toda la sociedad para apostar por la ciencia, por los estudios, que, aunque a veces parezca que no tienen aplicación práctica inmediata, en un momento dado resultan útiles. Todo conocimiento aporta valor. Todo conocimiento es útil.
P.: ¿Cómo va a repercutir la crisis del coronavirus en el mundo educativo?
Rosa Visiedo: Creo que uno de los efectos más relevantes en el mundo de la educación, en general, ha sido el acelerar un proceso de transformación digital que ya se había iniciado en los últimos años. Ha sido un verdadero reto convertir, en pocos días, nuestras clases en clases virtuales. En el CEU habíamos estado trabajando en un plan de contingencia desde algunas semanas antes de la declaración del estado de alarma. Así, 48 horas después de la suspensión de las clases presenciales, nuestros profesores estaban impartiendo docencia en remoto y nuestros estudiantes continuaban con sus clases y su formación.
En el CEU la transformación digital se ha convertido en uno de los ejes estratégicos de desarrollo. Creemos que debemos utilizar todo el potencial de los recursos digitales para enriquecer y mejorar nuestra docencia presencial, pero también para personalizar aún más la atención a nuestros estudiantes. Las posibilidades de la digitalización se extienden también a la investigación o a los servicios de apoyo a la docencia en general. El futuro está en una adecuada combinación de lo presencial y lo digital para ofrecer a nuestros alumnos una mejor experiencia formativa y un seguimiento más individualizado.
Vicente Navarro de Luján: De momento, la pandemia que vivimos ha hecho que todas las instituciones educativas se hayan tenido que reinventar de alguna manera y se han visto impelidas a implantar una forma de enseñanza a distancia en la que no teníamos apenas experiencia, de modo que en muy poco tiempo profesores y alumnos se han adaptado a unas circunstancias tan inéditas e imprevisibles.
Por lo que hace a la universidad que rijo, es cierto que ya desde el mes de febrero equipos de profesores y técnicos informáticos estaban programando la hipótesis de un escenario como el que luego vino, aunque probablemente nadie podríamos prever la hondura del reto. Pero esta previsión nos ha permitido durante las semanas pasadas atender a nuestros estudiantes y proveerlos de clases, incluso siguiendo los horarios establecidos en cada grupo, lo que ha sido fundamental para mantener nuestra actividad como institución docente, sobre todo teniendo en cuenta que casi un tercio de nuestros alumnos son procedentes de otros países.
Es evidente que el desarrollo del final del curso va a depender de la evolución del panorama sanitario, pero nuestra universidad ya tiene programados los exámenes online para las materias teóricas y tenemos la previsión de recuperar las horas correspondientes a los créditos prácticos no impartidos cuando las circunstancias permitan el retorno a las aulas.
Rafael Rodríguez-Ponga: Muchísimo. Sin duda. Ya lo está haciendo. La crisis ha irrumpido a mitad de curso y ha cambiado todo el mundo de la enseñanza. Hemos hecho un enorme esfuerzo de adaptación. ¡Y lo hemos conseguido! La capacidad de reacción de todo el personal y de los alumnos, de forma inmediata, ha sido admirable.
Los avances tecnológicos han hecho posible la transformación educativa. Los estudios a distancia son viables. Pero valoraremos más las relaciones humanas en la vida universitaria.
La pandemia ha puesto en tela de juicio nuestras seguridades y nos ha puesto de manifiesto que el ser humano es un ente débilVicente Navarro de Luján, rector de la Universidad CEU Cardenal Herrera
P.: ¿De qué manera está colaborando su universidad a paliar la crisis del coronavirus?
Rosa Visiedo: Desde el primer momento, tanto la Universidad CEU San Pablo como las demás universidades y centros del CEU se han volcado para prestar su colaboración a nuestras autoridades sanitarias y educativas.
En la Universidad CEU San Pablo hemos creado un Comité Científico COVID-19, con el objetivo de asesorar a nuestros equipos de dirección y de apoyar y fomentar líneas de investigación relacionadas con la crisis.
Hemos puesto a disposición de los hospitales de la Comunidad de Madrid nuestro stock de EPI (Equipo de Protección Individual), tan necesario para la protección de nuestro personal sanitario. Nuestra Facultad de Farmacia se ha dedicado en las últimas semanas a la fabricación de gel hidroalcohólico, que se está distribuyendo también en hospitales y centros sanitarios. Igualmente, hemos ofrecido a las autoridades sanitarias de nuestra comunidad nuestros equipos y nuestro personal para la realización de test diagnósticos mediante PCR.
Gracias a la financiación de la Fundación Nemesio Díaz, hemos adquirido y entregado a nuestros hospitales universitarios del Grupo HM diez respiradores que han venido a reforzar la dotación de este tipo de equipos imprescindibles para el tratamiento de los pacientes más graves afectados por el coronavirus.
Vicente Navarro de Luján: Desde el primer momento, nos dimos cuenta de que nos enfrentábamos a una crisis de naturaleza nunca vivida en nuestra generación y, por ello, fuimos la primera universidad del conjunto de la Comunidad Valenciana en decretar la suspensión de actividades, estimulando a nuestros alumnos de otros países a que volvieran a sus puntos de procedencia, ya que la libertad de movimientos no estaba garantizada. Desde el mismo día 14 de marzo, pusimos a disposición de nuestras autoridades autonómicas todo el material sanitario del que disponíamos, que era bastante, ya que nuestra institución consta de una amplia gama de titulaciones en Ciencias de la Salud, por lo que contábamos con mucho almacén de elementos sanitarios, que fue recogido por las autoridades competentes. También colaboramos con instituciones de la Iglesia que atienden a comedores para personas en situación de exclusión o que carecen de los mínimos medios para afrontar esta crisis sanitaria.
Por otra parte, muchos estudiantes de los últimos cursos de las carreras de Ciencias de la Salud se ofrecieron como voluntarios y han colaborado en los hospitales de la red valenciana, tanto de titularidad pública como de iniciativa social. La respuesta ha sido muy generosa, a pesar de que el contexto en el que iban a desarrollar su colaboración era especialmente complicado desde todo punto de vista. A todos ellos les he de enviar mi reconocimiento y la gratitud más sincera.
Rafael Rodríguez-Ponga: En primer lugar, la UAO ha mantenido el 100% de la docencia, ahora a distancia, así como otras actividades de atención a estudiantes y a futuros alumnos, de manera que el impacto en el aprendizaje resulte ser el menor posible.
En segundo lugar, valoro mucho la asistencia –tan necesaria ahora- que prestan los servicios especializados de la UAO, formados por psicólogos y médicos, a las personas que tienen alguna dificultad en esta situación. Por ejemplo, hemos hecho unos vídeos de consejos psicológicos para el personal sanitario.
En tercer lugar, estamos haciendo un estudio, en el grupo de investigación Trivium, sobre las consecuencias de la pandemia, desde el punto de vista educativo, psicológico, lingüístico, filosófico… Nos ayudará a comprender mejor qué ha cambiado en nuestras vidas, más allá de lo sanitario.
En cuarto lugar, señalemos las labores de voluntariado de muchos de los nuestros, por ejemplo, mediante un acuerdo con el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, para llevar medicinas a personas con dificultades para ir a la farmacia.
Nos creíamos una sociedad casi invulnerable y nos hemos encontrado con un mundo casi paralizadoRafael Rodríguez-Ponga, rector de la Universitat Abat Oliba CEU
P.: ¿Qué podemos aprender de esta pandemia?
Rosa Visiedo: Que hay que valorar y dar gracias todos los días por lo que tenemos.
Que la prevención, la actuación rápida y la coordinación entre autoridades y ciencia es imprescindible en situaciones de crisis sanitaria.
Que, cuando la vida nos plantea pruebas como esta, surgen nuevas oportunidades individuales y colectivas de demostrar nuestras creencias y valores, transformándolas en propuestas de acción que mejoren nuestra sociedad y la vida de las personas.
Vicente Navarro de Luján: En primer lugar, la pandemia ha puesto en tela de juicio nuestras seguridades y nos ha puesto de manifiesto que el ser humano es un ente débil, sometido a acontecimientos y situaciones que escapan de su previsión y capacidad de control. Se trata de un dramático ejercicio de la virtud de la humildad.
Sin duda ninguna, nuestro mundo, nuestra cultura social podrían estar preparados para atender un cataclismo de otro tipo (inundaciones, terremotos, etc.), pero hemos constatado que de ninguna forma estábamos social o mentalmente en situación de afrontar una pandemia de esta gravedad, que parecería cosa del pasado medieval o de la Edad Moderna, ante la cual ni siquiera teníamos dispuesta una respuesta sanitaria o inmunológica que nos preservara de sus efectos.
En este sentido, va a haber un antes y un después de esta catástrofe, que va a cambiar nuestros comportamientos sociales, sobre todo en una sociedad como la nuestra, tan socializada y acostumbrada a vivir en ámbitos abiertos y de constante relación interpersonal. La experiencia vivida va a dejar un difuso temor en todos al contagio, al contacto, a la posibilidad de que se reitere la situación que hemos vivido, una actitud psicológica que solo se podrá superar cuando la población sepa que se cuenta con una vacuna o un tratamiento terapéutico seguro y eficaz.
Y el conjunto de los ciudadanos nos vamos a enfrentar a una crisis económica de gran envergadura, acaso una de las mayores de los dos últimos siglos, que va a tener consecuencias muy graves en ámbitos de empleo, de reestructuración de sectores productivos vitales para nuestra economía, como es el caso del turismo. Es una situación que va a desafiar la cohesión y el proyecto europeo, puesto que la respuesta al desafío que vivimos no puede venir de la acción individual de cada Estado, sino de la capacidad conjunta de la Unión Europea de afrontar este inmenso reto. En saber responder conjuntamente a esta hecatombe se juega la Unión Europea la credibilidad de su proyecto.
Rafael Rodríguez-Ponga: Humildad. Nos creíamos una sociedad casi invulnerable y nos hemos encontrado con un mundo casi paralizado. De golpe, hemos retrocedido un siglo, por las similitudes con aquella pandemia de gripe.
Responsabilidad. Ahora más que nunca, asumamos la importancia de la responsabilidad individual para evitar contagios, es decir, para evitar dañar a otros y dañarnos a nosotros mismos.
Vida. Cada muerte es una enorme desgracia. Valoremos más la vida.
Previsión. Hay que estar mejor preparados para el futuro.
El profesor de Microbiología y Virología de la Universidad CEU San Pablo da las claves para evitar un nuevo brote de la pandemia y presenta su innovador proyecto Rompeolas COVID-19.
«Todos los integrantes del equipo hemos contribuido de forma altruista con nuestros conocimientos y nuestra dedicación», afirma el catedrático de Anestesiología del CEU. Redondo es uno de los artífices del primer ventilador de turbina para pacientes con COVID-19.