Hilda García | 22 de abril de 2021
La autora de Feminismo sin complejos alberga la esperanza de que este movimiento muera por sus propias incongruencias. A su juicio, es un engaño y un negocio que «no lucha por la mujer, sino contra las estructuras sociales e incluso contra la propia biología».
Filóloga, docente y diputada por Vox en la Asamblea de Madrid, Alicia Rubio alumbró «por casualidad» su segundo libro, animada por el gerente y editor de Sekotia, Humberto Pérez-Torné. Feminismo sin complejos alerta sobre el perjuicio que esta ideología causa en la sociedad: «Es un auténtico monstruo, está haciendo un daño terrible», afirma la escritora.
Su activismo como madre objetora frente al adoctrinamiento en las aulas ha convertido a la investigadora en víctima de una campaña de difamación por parte de los defensores de un movimiento que es «una de las hidras de la ideología de género, terriblemente adoctrinante y censuradora».
Feminismo sin complejos
Alicia V. Rubio
Sekotia
184
17,95€
Tertuliana y colaboradora en programas de radio y televisión, Rubio es también autora de Cuando nos prohibieron ser mujeres… y os persiguieron por ser hombres. Amable y cercana, la diputada se muestra relajada durante una conversación en la que transmite una imagen de seguridad y firmeza en sus convicciones. Explica que el feminismo rechaza el amor entregado de toda pareja dispuesta a luchar por un proyecto común, y lo hace mediante la demonización de la maternidad y la defensa del aborto.
Pregunta: Para dar comienzo a esta entrevista, la primera cuestión es obligada, ¿qué es el feminismo?
Respuesta: En este momento, el feminismo es un engaño y un negocio, al menos en los países occidentales, donde tenemos leyes igualitarias. Somos iguales en dignidad y derechos. Es una estafa y lo malo es que tuvo su razón de ser y la tiene en algunos lugares del mundo, que precisamente no son España. El hecho de que ese feminismo esté siendo utilizado por sus defensoras es un enorme problema.
Pregunta: ¿El feminismo significa igualdad o supremacismo?
Respuesta: En realidad, el feminismo es un lobo con piel de cordero. En este momento es supremacista. Además, no lucha por la mujer, lucha por una serie de intereses personales de los que mueven esto y por una revolución contra las estructuras sociales que realmente no tiene ni pies ni cabeza, porque es además de raíz marxista. Es todo ello una ideología, no una realidad, sino una interpretación ideológica de la realidad.
No puede haber feminismo liberal ni moderado. No lucha por la mujer, sino por intereses personales de los que lo mueven
P.: Hoy en día se habla mucho de las feminazis, militantes de un feminismo extremo. ¿Existe el feminismo moderado?
R.: En mi opinión, no puede existir un feminismo moderado, porque incluso las más moderadas tienen que tomar determinados fundamentos de las feministas marxistas. Y en ese momento dejan de ser moderadas. Se pretende que haya un feminismo liberal y es algo impensable, porque una de las particularidades que tiene el feminismo es que es muy intrusivo, estatalista, y el liberalismo está totalmente en contra de eso. Además, exige y vive del dinero público para resolver todos esos los problemas que según el feminismo existen. Por lo tanto, no puede haber feminismo liberal ni moderado.
P.: En su libro explica que el feminismo tiene raíces marxistas y su sustrato es la lucha de clases. ¿Puede contarnos brevemente cómo surgió?
R.: El feminismo inicial es el feminismo sufragista. Surgió precisamente porque a las mujeres, por un exceso de protección en muchas ocasiones, nos habían convertido en menores de edad, en unas niñas eternas. Es lógico que la mujer accediera a todos los trabajos, estudios y pudiera votar, es decir, que gozara de los mismos derechos que el hombre.
A partir de ahí, surge esa raíz marxista en la que la diferencia entre hombres y mujeres se interpreta como una lucha de sexos y la familia, como un lugar de opresión en el que la mujer es la oprimida y los niños también. Y con ese fundamento teórico empiezan a surgir todas las ideólogas feministas a las que voy mencionando en el libro. En realidad, el feminismo ahora no lucha por la mujer, lucha contra unas estructuras sociales e incluso contra la propia biología. Además, el feminismo tiene mucha concomitancia, por su raíz marxista, con los totalitarismos. Se las llama feminazis, pero en muchos casos debería llamárselas femimarxistas, lo que pasa es que el marxismo tiene una buena fama inmerecida, cuando lo cierto es que es un totalitarismo genocida.
A las feminazis se las debería llamar femimarxistas. El marxismo tiene una buena fama inmerecida, cuando lo cierto es que es un totalitarismo genocida
P.: Usted afirma que el feminismo se ha convertido en un negocio.
R.: Sí, porque para que esta teoría descabellada funcione se necesita dinero. Es decir, se necesita implantar en las universidades estudios feministas, como ya se ha hecho en todas partes. Y, para que haya dinero, la mejor manera es agarrarse a la teta de lo público. El feminismo sin dinero no funcionaría, hay por detrás unos intereses -que lo explico en el capítulo del feminismo institucionalizado-, precisamente por todas las consecuencias que tiene en la sociedad.
Las que mueven las ruedas del carro son las castas intermedias, que lo hacen en muchas ocasiones simplemente por dinero. El feminismo se ha convertido en un negocio, porque en el momento en que te metes en asociaciones feministas recibes unos fondos públicos para resolver problemas que posiblemente no existen o que incluso estás creando o magnificando. Ese dinero público derivado del hecho de ser una asociación de mujeres o de trabajar en determinados asuntos es lo que muchas persiguen.
P.: ¿Qué hay de cierto en la tan cacareada brecha salarial entre hombre y mujer? ¿Existe?
R.: No, lo creo firmemente. Ni funcionarios ni autónomos ni personas que trabajan por horas reciben distinto salario, porque no se tiene en cuenta el sexo. Lo que hay es una diferencia en las expectativas y en las elecciones personales. Las mujeres nos dedicamos más a un tipo de tareas en las que hay más empatía, más trato social, más verbalización. Un tipo de tareas que posiblemente generan menos dinero, con lo cual los sueldos a lo mejor pueden ser menores. Tampoco las mujeres tenemos esos pluses que tienen los hombres de peligrosidad, nocturnidad, difícil desempeño… Esa estupidez de sumar los sueldos y dividirlos entre el número de hombres y el número de mujeres no tiene ningún sentido, porque no tiene en cuenta ni las decisiones personales ni la realidad en sí.
No existe brecha salarial, lo que hay es una diferencia en las expectativas y elecciones personales entre hombre y mujer
P.: En el fondo, ¿diría que el feminismo actual desprecia y utiliza a la mujer?
R.: Sí, porque el feminismo no busca en absoluto el bienestar de las mujeres, de hecho, ya llega un punto en el que no se sabe qué es ser mujer. El feminismo ni siquiera defiende a las mujeres, con lo cual nos encontramos a feministas defendiendo que personas XY, es decir, nacidas varones que dicen que son mujeres, se metan en el deporte femenino. Es decir, el feminismo ha perdido el norte y es que entre las propias mujeres XX tampoco admite a todas. Por ejemplo, las mujeres de derechas no somos mujeres. Hemos visto cómo se ha acosado a mujeres que han cometido el error de meterse en esas fiestas patronales de la izquierda y la ultraizquierda, que son las manifestaciones del 8M y contra la violencia de género, etc., y las han maltratado, literalmente. Es decir, que son tales las contradicciones del feminismo que da verdadera grima.
P.: ¿El feminismo educa en el odio al hombre heterosexual, al que ve como el enemigo?
R.: Lo ve como el opresor, la casta opresora. El feminismo dice que el hombre, tanto en la familia como en la sociedad, ha creado estructuras para oprimir a la mujer. Hay que luchar contra eso por dialéctica marxista y crear una sociedad nueva en la que la clase oprimida sea la clase dominante. Y en ello estamos. Es absolutamente ridículo, porque la visión marxista de la historia, que ya es bastante discutible, tenía dos clases: burgueses y proletarios, con intereses antagónicos y nada los unía. Pero es que entre el hombre y la mujer, y más en el seno de la familia, hay amor y un proyecto común de incalculable valor que son los hijos. No es aplicable y, de hecho, las feministas van directamente a por el amor que llaman romántico, es decir, el amor entregado, de una pareja que se quiere y que está dispuesta a luchar por ese proyecto común. Lo hacen mediante la demonización de la maternidad y la defensa del aborto. Es decir, la realidad se tiene que adaptar a su ideología a martillazos.
Según el feminismo, las mujeres de derechas no somos mujeres
P.: Entonces, ¿qué patrón de hombre fomenta el feminismo, quizá un modelo femenino?
R.: Eso es por inercia pura, es decir, si el hombre heterosexual es opresor por naturaleza, interesará un hombre feminizado, que no oprima a las mujeres y que, además, no cometa contra ellas ese terrible delito que es hacerlas madres, pues la maternidad es la opresión por excelencia. Lees cosas del feminismo y parece que el hombre se ha inventado su rol sexual masculino y oprime a las mujeres haciendo que tengan hijos. Parece que es el propio hombre el que ha inventado su biología. Por esa inercia, el hombre ideal por excelencia es el homosexual, que no oprime ni embaraza a las mujeres. Y la mujer por excelencia es la mujer más hombruna que se pueda conseguir. Llegamos al ridículo de que los modelos ideales del feminismo resulta que son el hombre. Tan machista es el feminismo que nos pone de ejemplo al hombre. Entonces, la mujer masculinizada, lesbiana, con roles masculinos es la mujer ideal para el feminismo. Es un auténtico despropósito.
P.: ¿La corriente feminista promueve las relaciones homosexuales?
R.: Claro que se promocionan muchísimo, lo digan o no, sus propias ideólogas las promocionan como lucha contra el heteropatriarcado, como forma de liberarse de los hombres y de prescindir de ellos. Lo dicen clarísimamente. Cuando a las crías les dan lecciones de feminismo, inciden mucho en eso. Está habiendo una epidemia de lesbianas y de bisexuales que no son tales, sino que les han metido en la cabeza que eso las va a hacer más libres. La promoción del lesbianismo es parte de este feminismo absolutamente desquiciado, porque pretende vivir sin la otra mitad. Es supremacista, claro.
Al feminismo le interesa un hombre feminizado, que no oprima a las mujeres y no cometa el terrible delito de hacerlas madres
P.: El feminismo afirma que la mujer es dueña de su propio cuerpo… ¿Cómo concibe la maternidad este movimiento? ¿Cuál es su postura respecto del aborto?
R.: Los roles sociales tienen un fundamento biológico. Hace dos siglos, la mujer no tenía leche maternizada ni métodos anticonceptivos. Lo lógico era que se enamorara de un hombre, se casara, fundara una familia… Se iba quedando embarazada y el lugar más cómodo para cuidar a los niños era el hogar. Lo que hace que las mujeres no tengamos toda la proyección laboral que el feminismo dice que tenemos que querer obligatoriamente es la maternidad, que es un enorme problema. La solución para las mujeres que queremos ser madres, en vez de facilitarnos de todas las formas posibles la reincorporación o la ausencia del trabajo, es promocionar el aborto, que es la manera de que la mujer no sea madre y pueda tomar roles masculinos. Te lo venden como que es tu cuerpo, pero luego caen en la incongruencia absoluta de que tu cuerpo es tu cuerpo cuando yo te diga. Lo es para matar a tu hijo, pero no para utilizarlo para la prostitución o para cosas que el feminismo considera que son opresivas o vergonzantes para la mujer, como ser azafata de Fórmula Uno. El feminismo decide cuándo tu cuerpo es tuyo y cuándo tu cuerpo es del feminismo.
Las mujeres libres consideramos dos cosas: que nuestro cuerpo es nuestro y, segundo, que precisamente en lo que ellas promocionan entra en juego un tercero. Por ejemplo, la prostitución es degradante tanto para la mujer como para el cliente, es lamentable, pero son dos personas adultas y no afecta a terceros. Ahora bien, el aborto afecta a terceros. No se puede decir que tú estás haciendo lo que quieres con tu cuerpo, estás eliminando, matando a una tercera persona, que además es tu hijo.
P.: La eutanasia se vende también como derecho a decidir.
R.: La inercia ideológica lleva a pensar que lo más probable es que el feminismo esté de acuerdo con la eutanasia. El feminismo nos ha llevado a una sociedad totalmente envejecida, porque es una de las grandes causas del suicidio demográfico que estamos sufriendo. Es necesario eliminar población que es poco útil y eso es para lo que ha venido la eutanasia. Aquí estamos en parámetros de medir a las personas en función de su utilidad, no de su valor intrínseco como persona. ¿Quiénes son poco útiles? Naturalmente, las personas mayores, que tienen un gasto en pensiones y también en Seguridad Social, porque normalmente a cierta edad uno empieza a tener goteras.
En principio, esta ley de eutanasia engaña y dice que se da a elegir, pero después es clarísima la famosa pendiente ética de todas estas leyes en las que al ser humano se le juzga por su utilidad y se le cosifica. Al final, se va a matar sin preguntar a la persona por hacerle un favor, e incluso se va a inducir a que las personas que en un determinado momento de su vida parece que nos resultan molestas pidan la eutanasia para no ser una carga. Va a acabar siendo una coacción. Tampoco hay que irse muy lejos, en los Países Bajos ha derivado en que muchísimos no pueden elegir, porque no se les da un tratamiento alternativo, ya sea contra la depresión o mediante cuidados paliativos para el dolor, que son extraordinariamente buenos. Además, se está eliminando a niños, que tampoco han dado ningún tipo de consentimiento. También ha surgido un interesante negocio, porque en muchos casos la eutanasia no la practican los médicos, sino una figura, una empresa a la que contratas.
Para el feminismo, el aborto es la manera de que la mujer no sea madre y pueda tomar roles masculinos
P.: ¿Considera que el feminismo intenta imponer el pensamiento único?
R.: Absolutamente. Uno de los grandes objetivos de todo totalitarismo son los menores, porque saben que son muy fieles a los aprendizajes en la infancia. El que escribe en el corazón de un niño escribe para siempre, porque sabe que no tiene ningún tipo de defensa, ningún bagaje cultural ni vivencial para defenderse de las mentiras que les cuentan y porque son los que van a reproducir el modelo luego. El feminismo es terriblemente adoctrinante y también censurador. Como en cuanto coges cuatro cosas puedes desmentirlas, porque tiene muchas contradicciones, no pueden permitir que nadie les lleve la contraria.
P.: ¿El feminismo forma parte del adoctrinamiento en los colegios, en los que la ideología de género tiene cada vez mayor presencia?
R.: Lo afirmo categóricamente, porque yo lo sé, porque he estado dentro de las aulas veintiocho años y he visto lo que contaban los lobbies de género y, de hecho, mi primer libro surgió porque me di cuenta de que el adoctrinamiento estaba siendo brutal. Además, se decían cosas que no eran ni científicas ni reales y se está consiguiendo lo contrario de lo que se dice: sociedades más violentas, relaciones más violentas entre los alumnos, incomprensión entre los sexos, destrucción de la pareja heterosexual antes de que se forme porque cuentan que los hombres son maltratadores… Es decir, era todo un auténtico despropósito, y tengo datos y trabajos científicos que lo demuestran.
Merecemos que con los años se presente esta época como de ridiculez intelectual absoluta y seamos el hazmerreír de las generaciones posteriores
P.: ¿Qué opina del lenguaje inclusivo, que se vende como políticamente correcto?
R.: La ignorancia es lo más atrevido. Yo he leído a feministas que con un par de cursillos de antropología se callaban y veían el ridículo tan espantoso que hacen. He leído libros que me han dado vergüenza ajena. Soy filóloga y cualquier persona con un poco de cultura se avergonzaría del lenguaje inclusivo, porque es absolutamente incorrecto. El ‘todos’ es colectivo y entramos todos y todas. Entonces, ‘todos y todas’, ‘ciudadanos y ciudadanas’, repetido trescientas veces, no aporta nada más que peso. El utilizar determinados términos que no existen es absurdo. Las palabras tienen género, como ‘el miembro’ y ‘la miembro’. Es todo tan ridículo… Por ejemplo, el brazo es un miembro, pero supongo que la pierna es una miembra. O términos como ‘quijotas andantas’, ‘las jóvenas‘, ‘las estudiantas’, usando el participio activo. El poner la arroba es ridículo, y también la x, porque cuando lo lees no sabes cómo decirlo. Al final, queda el famoso ‘todes’, otra incongruencia del lenguaje. Espero que con los años se presente esta época como de ridiculez intelectual absoluta y que seamos el hazmerreír de las posteriores generaciones, porque lo merecemos.
P.: Describe la sociedad futura como una sociedad abocada a la soledad, la vejez y la reducción poblacional. ¿Qué podemos hacer para revertir los avances del feminismo?
R.: Espero que el feminismo muera por sus propias incongruencias. El problema es que el feminismo ha creado una inercia de comodidad en la que las mujeres no quieren tener hijos, porque se les ha vendido que es un trabajo, más problemas, complicarte la vida. Sin embargo, tiene unas compensaciones de las que no se habla. Las mujeres que somos madres, como es mi caso, estamos orgullosas de serlo. Yo no estoy orgullosa ni de mis libros ni de mi carrera, estoy orgullosa de mis hijos. Somos una sociedad libre, en la que no se puede obligar a las mujeres a tener hijos, pero se puede incentivar mediante políticas.
Yo ahora que estoy metida en política y lo curioso es que, cuando se presenta este problema del suicidio demográfico, la soledad no deseada, la España vaciada, todo al final se resume en que no hay niños. No puedes intentar esparcir gente en la España vaciada porque no la tienes. Y lo niegan. Cuando se habla del suicidio demográfico, todos los políticos cierran los ojos y no ven el elefante en la habitación. Algunos te dicen: ¿los fachas vais a obligar a las mujeres a tener hijos? No es eso. Lo mismo que estás incentivando que los hombres ayuden en el hogar, también puedes incentivar que las mujeres quieran tener hijos, porque les das ayudas, facilidad para compaginarlo, miles de cosas, porque les cuentas todas las grandes maravillas de la maternidad… Es todo ideológico, no saben enfrentarse a los problemas sin que esté la ideología de por medio, con verdad, con honestidad intelectual. Y tenemos un serio problema.
La famosa ley integral contra la violencia de género no ha resuelto nada y pone en duda la presunción de inocencia del varón
P.: ¿En España existe la igualdad efectiva en derechos de hombre y mujer?
R.: Claro que existe, en virtud de nuestra Constitución y de la legislación en general. Luego puede suceder que haya determinadas discriminaciones puntuales que la ley debe y puede resolver. En este momento, además, lo que hay es una discriminación negativa en contra del varón. La mujer no es la que está socialmente mal, hay unos delitos en el Código Penal con más pena para un hombre que para una mujer. Incluso los hombres reciben unas sentencias más graves por el mismo delito que una mujer. Además, está la famosa ley integral contra la violencia de género, que no ha resuelto nada y que pone en duda la presunción de inocencia del varón, de la mitad de la población. Eso es una locura que si la vieran nuestros antepasados romanos se quedarían alucinados y dirían: ¿eso es lo que habéis hecho con los fundamentos que os dimos? Esa igualdad absoluta en todo es imposible, por la simple razón de que puede suceder que en un empleo me cojan por ser mujer porque prefieren ese perfil, o por ser fea o por ser guapa. Posiblemente los feos tengan una discriminación añadida en los empleos de cara al público. En realidad, la sociedad nunca va a ser absoluta y totalmente igualitaria.
Ahora hablan de currículos ciegos. Las feministas y los partidos de izquierda están exigiendo que se presente el currículum sin que se vea quién eres. Depende para qué cosas, puede, pero en otras ocasiones a lo mejor al que te está contratando le interesa tu aspecto físico, porque es parte de tu trabajo. Están intentando que no haya ninguna diferencia, que todos seamos exactamente iguales. Eso sí, luego van y te hablan de la diversidad. Sexualmente tenemos que ser todos distintos, tener una sexualidad diferente hasta haber ya ciento y pico y que la gente siga inventando. Es el engaño de que nos están uniformando y cosificando y nos entretienen con que uno puede ser bitranspolisexual… A mí deme libertad de la buena, de la de calidad, no esa basura.
Cada año creo menos en la reivindicación en favor de los derechos de la mujer de todos estos grupos radicales, comunistas, batasunos y separatistas; tengo la impresión de que solo es una excusa más para su proyecto de ingeniería social.
A quien más a gusto le imprecaría –entre enfadada y sorprendida por su capacidad para no conocer límites- el inicio de las Catilinarias sería a Irene Montero: «¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros?».