Fernando Bonete | 23 de diciembre de 2019
El periodista y profesor devuelve la dimensión antropológica a la comunicación y el torbellino tecnológico en su libro «La sociedad del desconocimiento».
A estas alturas, resulta innegable el protagonismo de la tecnología como agente y dinamizador de los grandes cambios que han tenido y tienen lugar en el mundo. La tecnología ha ampliado nuestra capacidad de acceso, producción y difusión del conocimiento, pero también ha cambiado nuestra manera de interpretar la realidad; y la comunicación, como habilidad que permite compartir con otros nuestra interpretación de las cosas, ha experimentado este cambio de forma directa.
La sociedad del desconocimiento
José Francisco Serrano Oceja
Ediciones Encuentro
144 pp.
14,50€
La sociedad del desconocimiento. Comunicación posmoderna y transformación digital, del periodista y profesor universitario José Francisco Serrano Oceja, acoge la estrecha relación entre tecnología y comunicación, toma distancias del torbellino tecnológico y sus urgencias, y resitúa el análisis en torno a lo importante, esencial y verdaderamente humano de la comunicación: su dimensión antropológica.
Este conjunto de ensayos publicados por Encuentro, más de una veintena agrupados en dos partes, “Humanidades y Comunicación” e “Iglesia y Comunicación”, parte de la doble experiencia académica y profesional de su autor. Una labor docente e investigadora que ejerce ahora como profesor titular acreditado de la Universidad CEU San Pablo, tras nueve cursos como decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación, y una labor profesional que lo ha llevado a colaborar con diversos medios de comunicación, generalistas y especializados –ABC, ABC Cultural, Cadena COPE, Radio Internacional, Religión Confidencial, entre otros–. Por lo demás, una doble dimensión que José Francisco Serrano ha unificado y lleva a cabo con una misma finalidad: comunicación y evangelización.
Fernando Bonete: Vivimos en una sociedad descrita como “sociedad de la información” o “sociedad del conocimiento”. El título de este libro propone justo lo contrario.
José Francisco Serrano Oceja: Este libro trata de plantear preguntas acerca de esos dogmas culturales que todos tenemos asumidos, pero que no hemos formulado críticamente. En este momento se dan una serie de factores que nos invitan a reformularlos.
En la comunicación, por ejemplo, la tecnología es un factor determinante. Sin embargo, los resultados de la tecnología son inmediatos y autorreferentes, no nos permiten la distancia de la experiencia ni la mirada humana, cargadas de significado social y antropológico, que son las que nos ayudan a establecer la verdadera relación entre sociedad, información, conocimiento y sabiduría, y las que aporta la investigación. Sin embargo, en comunicación hay poca investigación…
F.B.: ¿La falta de investigación y reflexión permite entonces que la tecnología absorba la comunicación?
S.O.: La tecnología ha fascinado la comunicación, y en esa fascinación nosotros no hemos tomado la suficiente distancia. Y tomar esta distancia es clave, porque la tecnología crea una relación entre imaginario y realidad en que la percepción condiciona la experiencia, cuando es la experiencia y la realidad las que deben condicionar la percepción. La inmersión tecnológica nos hace vivir en un mundo de proyecciones.
Cuando se reflexiona sobre el sentido de la tecnología, en paralelo tiene que haber una reflexión sobre el sentido de lo humanoJosé Francisco Serrano Oceja
F.B.: Para tomar distancia y conciencia de la realidad, propone diferentes herramientas, entre otras, las humanidades.
S.O.: Este libro es una alerta, una llamada de atención sobre el significado, las consecuencias del abandono de las humanidades, que no solo es un abandono de la enseñanza de las humanidades, sino un abandono de la prioridad de la reflexión sobre lo humano. Y en este momento, más que nunca, hay que reflexionar sobre el sentido de lo humano. Cuando se reflexiona sobre el sentido de la tecnología, en paralelo tiene que haber una reflexión sobre el sentido de lo humano.
Se han generado nuevos ámbitos de pensamiento y cultura, nuevas expresiones artísticas, la transformación tecnológica introduce nuevas realidades… sé que las humanidades han dejado de ser una zona de confort, pero la pregunta por la ética que nos devuelve el sentido de lo humano tiene que volver a estar presente, y de forma previa a cualquier cuestión sobre el uso de los medios.
F.B.: Otra de las herramientas es la educación. Aquí propone la impartición de una Educación para los Medios. ¿De qué se trata?
S.O.: Cuando yo estudiaba, estaba muy de moda esa Media Literacy, una Educación para los Medios que ahora ha perdido peso, porque, como estamos inmersos en el sistema, parece que los medios son parte de nuestra propia vida. Pero esta disciplina, apoyada en las humanidades, ayuda a centrar el foco y ser conscientes de nuestros hábitos mediáticos y sus efectos. Una Educación para los Medios nos ayudaría a ser conscientes de aquello que nos está fascinando para devolvernos libertad.
F.B.: Las humanidades, la educación, pero también los medios. Me ha parecido entender que el periodismo interpretativo es más necesario que nunca porque es el único periodismo completo.
S.O.: En un momento de la evolución del periodismo se vio la insatisfacción que producía el periodismo informativo, que es uno de los frutos más queridos del objetivismo periodístico, y se generó el periodismo interpretativo. El problema vino de entender lo interpretativo como un adjetivo del periodismo, cuando todo periodismo es interpretativo. Una vez asumido esto, hay que atender a los criterios de interpretación, que son, en primera instancia, antropológicos.
Lo que une el periodismo con la comunicación y el resto de las ciencias sociales es una adecuada compresión de la teoría de la acción humana. ¿Por qué el hombre hace lo que hace? Y partir de ahí la teoría del periodismo como una práctica de la interpretación del continuo de la sociedad. La crisis del periodismo no es solo una crisis del modelo de negocio del periodismo, es también y sobre todo una crisis respecto a la compresión subyacente en torno a las rutinas profesionales del periodismo.
El criterio último de la comunicación es la persona, y eso le permite a la Iglesia superar cada bache histórico en el nacimiento de nuevos medios y nuevas formas de comunicaciónJosé Francisco Serrano Oceja
F.B.: En la segunda parte de su obra, titulada «Iglesia y comunicación», afirma que la Iglesia es experta en comunicación, porque es experta en humanidad. ¿“Es” experta en comunicación o “debería ser” experta en comunicación?
S.O.: Que la Iglesia sea experta en comunicación no implica que la Iglesia sea experta en el uso de los medios de la comunicación, ni en el uso de las tecnologías de la comunicación. Pero sí sabe que el criterio último de la comunicación es la persona, y eso permite a la Iglesia superar cada bache histórico en el nacimiento de nuevos medios y nuevas formas de comunicación.
No entro en la dinámica de si la Iglesia llega pronto o llega tarde, porque no me planteo si la Iglesia tiene una concepción instrumental de los medios. Ya quedó claro en la Redemptoris missio de Juan Pablo II, un texto que no era sobre medios de comunicación, que nuestra cultura no se entiende sin los medios, porque nuestra cultura está condicionada en todos los ámbitos por la comunicación y los medios.
F.B.: Este era el binomio “Iglesia y medios”, ¿y qué hay del binomio “Iglesia y política”?
S.O.: Planteo el binomio Iglesia y política en la situación de España. La tesis que he querido anticipar en el libro es que en España se están reformulando los pactos implícitos y explícitos que se hicieron en la época de la Transición. Los pactos a los que me refiero son aquellos entre política y sociedad, y entre política y medios de comunicación, pero también a los pactos entre política e Iglesia y medios de comunicación e Iglesia. Esos también se están reformulando, y no sé si la Iglesia está preparada o está preparándose para esta “Segunda Transición”.
Un ejemplo concreto de esta equivalencia en la reformulación de los pactos y que, de hecho, nos preocupa a los periodistas es la forma de relación entre el Poder Ejecutivo y los medios de comunicación. Durante la Transición, se estableció esa especie de matrimonio entre la prensa y la política, donde había un flujo constante de información. Hoy, que el presidente del Gobierno convoque a los periodistas y no permita preguntas en la rueda de prensa es la consecuencia de un nuevo enfoque en las relaciones.
Esto también se está haciendo respecto de la Iglesia. Me pregunto por qué hay Conferencias Episcopales en el mundo cuyas sesiones son públicas, conferencias a las pueden asistir los medios durante todo su desarrollo, y otras a las que no.
F.B.: “El ejercicio del papado ha dejado de ser previsible”. ¿Qué implicaciones tiene esta afirmación?
S.O.: La clave del papado de Francisco ha sido la sorpresa. Lo que me preocupa de este momento es que hayamos pasado de la clave interpretativa de la sorpresa a la sospecha. Un clima que generan ciertos medios respecto al pontificado del papa Francisco en estos momentos. También entiendo que el ser referente ético mundial lleva aparejados unos costes, porque las exigencias de los medios y de la sociedad muchas veces trascienden la voluntad de lo que quiere decir y hacer el papa Francisco.
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