Carlos Gregorio Hernández | 26 de octubre de 2019
El director de las jornadas sobre la Reconquista desmiente alguno de los tópicos sobre al-Ándalus y la vida de los cristianos en territorio musulmán.
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El pódcast El Debate de la Historia ha dedicado un programa a la idea de la Reconquista y al mundo musulmán en la península. Rafael Sánchez Sáus, catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Cádiz y director de las jornadas sobre este asunto organizadas por el Instituto CEU de Estudios Históricos y la Fundación Villacisneros, ha puesto luz sobre algunos de los mitos de al-Ándalus y sobre la vida de los cristianos en territorio islámico.
A continuación ofrecemos un extracto de la entrevista.
Carlos Gregorio Hernández: ¿Se puede hablar de al-Ándalus como una tierra tolerante con otras religiones que no fueran el islam?
Rafael Sánchez Saus: Si entendemos el concepto de tolerancia como hoy en día, no. En la Edad Media la idea de tolerancia es la de aquellos que no tienen más remedio que soportar algo que no consideran ni positivo ni bueno porque no están en condiciones ni de eliminarlo ni de tratarlo de otra manera.
En ese sentido, el islam es tolerante porque crea un estatuto de protección de los pueblos judíos y cristianos, la llamada dhimma, que los permite mantenerse en territorio musulmán a cambio de aceptar su dominio y someterse a un estatuto que rige todos los aspectos de la vida y que está fundamentado en el principio de que en todo momento la religión musulmana y sus fieles tienen una consideración superior a la de cristianos y judíos y esto tiene que manifestarse en todos los ámbitos y momentos de la vida personal y social. Hasta en los detalles más mínimos.
C.G.H.: ¿Se puede hablar de violencia hacia la población cristiana después de la conquista?
R.S.S.: La historia de al-Ándalus desde la llegada a la península ibérica hasta la disolución del califato y los periodos siguientes es la historia de una formación político y social de una violencia, de una conflictiva interna y de una capacidad de agresión externa brutal.
Entonces, esa idea extendida de al-Ándalus como un país de paz y convivencia choca con los hechos. Estamos ante un territorio desarticulado como consecuencia de la conquista islámica con tensiones de carácter religioso, étnico -no solamente entre la población sometida y los conquistadores, también entre beréberes y árabes o entre árabes de distintas procedencias-, y social.
Sabemos que en las primeras décadas de la dominación musulmana fue necesario hacer varios censos porque la población tributaria, fundamentalmente cristiana, iba sufriendo tales descensos que había que actualizarla.
C.G.H.: ¿Cómo sobrevive la Iglesia? ¿cómo se estructura?
R.S.S.: La Iglesia se da cuenta muy desde el principio de que su única posibilidad, de que lo que más le conviene una vez que es imposible la resistencia, es el pacto. Y más sin poder saber que estamos ante una situación que se alargará durante siglos. En ese momento se piensa que es mejor llegar a un pacto sin saber qué puede pasar más adelante.
La Iglesia en los primeros tiempos entra en una dinámica favorecedora de pactos con el poder musulmán de la que se extrae una situación de cierto privilegio en relación con otros grupos. Aunque también es verdad que desde el primer momento sufre un impacto terrible a consecuencia de la conquista. Hablamos de iglesias destruidas y saqueadas, de dispersión del clero y de una disminución drástica del número de obispados. Se produce un empobrecimiento general de la vida religiosa como consecuencia de la dhimma. A los cristianos en al-Ándalus se les prohíbe todo tipo de evangelización o de defensa activa frente al proselitismo musulmán, sin poder impedir que sus propios fieles se viesen tentados con la idea de islamizar.
La conquista musulmana supone una cesura en la evolución propia de lo que hubieran sido las tierras de EspañaRafael Sánchez-Saus
C.G.H.: ¿Cabe sostener el tópico que habla de al-Ándalus como el cenit científico y cultural de la Europa de ese tiempo?
R.S.S.: Se puede matizar mucho ese esplendor cultural porque estamos ante una formación que dura varios siglos y que, a lo largo del siglo VIII y parte del IX, es una tierra a muchísima distancia de los grandes centros culturales del mundo islámico.
Aunque hoy nos parezca increíble no hay ninguna construcción hasta que no se empieza a construir la mezquita de Córdoba a finales del siglo VIII, no hay muestras de arte… la primera inscripción que conservamos en árabe en España es del año 830, más de 100 años después de la conquista. Estamos hablando de un mundo que está en un nivel de cultura muy bajo y que recibe únicamente a guerreros y gente que viene a mantener la administración económica y tributaria.
Esto cambia cuando los Omeya se instalan y establecen en Córdoba primero el emirato, después el califato y alcanza su cumbre ya en la segunda mitad del siglo X.
C.G.H.: En Al-Ándalus y la Cruz hablas de la conquista árabe como el acontecimiento que, quizá, haya marcado más nuestra historia. ¿Cuál es la huella árabe?
R.S.S.: La huella existe en ámbitos como la toponimia, la lengua y las palabras de origen árabe, y algo que tiene que ver con la cultura de un país que es la memoria, aunque sea embellecida, de un periodo. Por tanto, ese periodo árabe no hay ni que negarlo ni apartarlo. Todo lo contrario
Cuando yo hablo de ese acontecimiento me refiero a que la conquista musulmana supone una cesura en la evolución propia de lo que hubieran sido las tierras de España.
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