Fernando Bonete | 27 de marzo de 2021
El laureado poeta italiano Daniele Mencarelli nos habla de su novela La casa de las miradas (2020), primera obra del autor traducida al español.
Cuanto más largas son mis preguntas, más cortas son sus respuestas. Muchos dirán que sabe condensar, como el poeta que es, las realidades más complejas. Añadiría –aunque quizá es decir lo mismo de otra manera– que en su «hambre de significado» se ha hecho ya todas estas preguntas y tiene muy bien trabajadas e interiorizadas las respuestas. Es difícil saberlo, porque no ha sido hasta 2020 cuando hemos podido disfrutar de una mínima porción de su obra en español, ni siquiera la más conocida.
Desde 1997, el escritor italiano Daniele Mencarelli ha sumado un total de seis colecciones de poesía, cosechando un éxito literario que extendió a la narrativa en 2018, con el lanzamiento de su primera novela, La casa degli sguardi (Mondadori). Es también el primer volumen de una trilogía de corte autobiográfico que verá la luz en los próximos años. La ovación de público y crítica ya lo han confirmado en el género (Premio Severino Cesari Opera Prima, Premio Volponi, Premio John Fante, Premio Cral Mondadori).
La casa de las miradas
Daniele Mencarelli
Ediciones Encuentro
280 págs.
22€
Es esta pequeña porción de su obra la primera en llegar al español de la mano de Ediciones Encuentro, con el título La casa de las miradas (2020). Una historia protagonizada por un joven adicto al alcohol que encuentra esperanza y redención en un hospital infantil y en la más absoluta de las adversidades.
Pregunta: ¿Qué lleva a un poeta con una trayectoria asentada como la suya a adentrarse en la novela?
Respuesta: Esta nueva aventura literaria desde la narrativa nace de una necesidad humana. Quería revisitar ciertos lugares, lugares sobre los cuales ya había escrito poesía, pero sobre los que sentía que quedaba algo por decir. He vuelto a aquellos encuentros que han marcado mi vida por gratitud, porque la grandeza vive si nosotros estamos dispuestos a convertirnos en sus testigos. Y yo, en mi vida, he encontrado mucha grandeza.
Pregunta: El protagonista de esta novela se llama Daniele, reside en Italia, es poeta, usted mismo acaba de mencionar que revisita o vuelve al pasado… ¿Cuánto hay de real autobiográfico y cuánto de ficción en esta historia?
Respuesta: El componente biográfico es, sin duda, dominante. Aunque lo único que cuenta en literatura es el lenguaje.
P: La herida de un trauma pasado y la ausencia de un sentido para su vida arrastra a nuestro protagonista al alcohol y las drogas. ¿Esto también fue un drama personal o es ya un paradigma social?
R.: En mi caso es, sin lugar a dudas, un drama personal. Tengo una familia maravillosa. Mi drama pertenece al hombre en cuanto tal. Hoy lo reivindico con fuerza, está en nuestra naturaleza vivir nuestros límites objetivos, también con sufrimiento. Hoy parece que se ha convertido en algo burdo, pero la muerte es un horizonte dramático, y el hombre desde siempre se rebela contra su destino aparente.
P.: Daniele tiene un padre y una madre, hermanos que se preocupan por él, una familia que lo quiere… Sin embargo, no es capaz de apoyarse en ellos, su cariño no le procura ningún alivio, más bien al contrario. ¿Cómo puede convertirse el amor en una fuente de dolor?
R.: Daniele sufre por amor, y en él el sufrimiento no es algo que esté separado del amor. Sufre tanto cuanto ama.
P.: Nuestro protagonista comienza a remontar su situación trabajando como hombre de la limpieza en un hospital para niños. Se podría pensar que es el empleo más precario en el lugar más trágico posible. Sin embargo, ¿no supone el trabajo una fuente de dignidad y nueva esperanza para Daniele?
R.: Sí. El trabajo para él es la puerta a través de la cual entra en una nueva vida. Daniele trabaja y haciéndolo vuelve a la realidad, forma parte de la realidad, necesidad de la amistad. Renace a la vida gracias al trabajo.
Está en nuestra naturaleza vivir nuestros límites, también con sufrimiento
P.: En este hospital, Daniele asiste a escenas muy duras, niños con enfermedades terminales, mutilados o fallecidos, padres destrozados… Antes le preguntaba si el amor puede convertirse en una fuente de dolor. Ahora le doy la vuelta para que me diga cómo es posible reconciliarse con la vida mientras uno presencia la más absoluta de las desgracias.
R.: Frente al dolor, máximo, de los niños, Daniele descubre que no es capaz de dejarse llevar por la desesperación. El dolor le enseña la esperanza. Esperar es nuestra esperanza. El dolor no pide ser resuelto como un rebus, ningún hombre ha sido capaz de ello, pero cuando el dolor es atroz uno se lanza a la esperanza.
P.: «Dios no está entre mis amigos, lo he buscado a menudo, quizá en los momentos y lugares equivocados, pero siento su mano en la belleza de las cosas, en los interrogantes por los cuales el amor me hace llorar» (p. 90). ¿Es Daniele una persona sin fe que, sin embargo, cree? ¿Qué lugar ocupa Dios en la ecuación?
R.: Qué bella pregunta. Bellísima. ¡No soy capaz de responderla! Vivo para buscar respuestas a mi hambre de significado, porque no sé abandonar mis amores en la nada. Dios es mi horizonte natural. Es el amor el que nos pone en movimiento, que nos hace pedir a Dios que alargue hacia nosotros su mano. Sin esta búsqueda, me pregunto: ¿qué sentido puede tener la vida?
Cuando el dolor es atroz uno se lanza a la esperanza
P.: Esta es la primera novela de la trilogía. En Italia ya se puede leer la segunda, y creo que falta poco para ver terminada la tercera. ¿Cuál será el hilo conductor de estas tres obras? ¿Daniele volverá a ser el protagonista?
R.: Daniele continúa siendo el protagonista. Las tres novelas biográficas llevarán a construir un único corpus, una educación sentimental. Un chico que descubre cuán valiosa es su herida.
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