David Vicente Casado | 30 de septiembre de 2020
El exalcalde de La Coruña y exembajador de España en la Santa Sede afirma que «un católico, con esta ley, no puede ser médico ni enfermero, porque un católico no quiere aplicar el aborto ni quiere aplicar la eutanasia».
Francisco Vázquez (La Coruña, 1946) es una de las 100 personalidades de la esfera pública española que han firmado el manifiesto de la Plataforma de Los 7000 en contra de la ley de eutanasia que el Gobierno quiere aprobar.
Pregunta: ¿Cómo se ha conseguido aunar las firmas de personas tan diversas y tan importantes?
Respuesta: Es la coincidencia en la defensa de unos valores y de unos principios que con gran preocupación personas de distinto signo estamos observando que están siendo atacados desde el Gobierno. Sus políticas obedecen a la imposición del pensamiento único, a través de toda una serie de leyes en ningún caso negociadas previamente y que vulneran las libertades y un derecho tan fundamental como es la objeción de conciencia por parte de personas e instituciones.
El compromiso con la defensa de la vida no es una cuestión ni de izquierdas ni de derechas, ni de progresistas ni de conservadores. Se trata de un valor compartido por personas de muy distinto signo, desde el punto de vista político o ideológico.
De un tiempo a esta parte, estamos viendo una sociedad en la que minorías muy sectarias, muy adoctrinadas ideológicamente, están imponiendo su visión de la sociedad donde, además, se castiga al discrepante, y con la que la mayoría de españoles no estamos de acuerdo. Frente a eso hay que alzar la voz, porque no podemos permitir que se imponga, como en el caso de la eutanasia, el aborto, el proyecto de ley de educación, o en el caso de la sarcástica llamada Ley de la Memoria Democrática, que de democrática no tiene nada.
Si hoy alguien habla en contra del aborto, enseguida se le imputa el término ‘reacccionario’, por estar en contra del derecho a decidir de las mujeres, cuando el problema es a la inversa: lo que se defiende es el derecho a la vidaFrancisco Vázquez, exalcalde de La Coruña
Estamos viendo un proyecto político que intenta acabar con el actual sistema constitucional y quiere, sobre todo, derribar todo el gran avance de convivencia, de consenso, de entendimiento y de reconciliación que supuso la transición democrática.
Pregunta: ¿Qué se ha hecho mal para que un tema tan importante como la vida y la defensa de la vida se haya politizado y se haya polarizado en dos bandos?
Respuesta: Lo que hay que evitar es esa confrontación en la que se permite, a quienes quieren imponernos sus criterios, hablar de progresistas y conservadores, de izquierdas, de derechas… No se trata de eso. Hay valores que son compartidos, como es la defensa de la vida. ¿Qué es lo que se ha hecho mal? El perder la batalla conceptual. Hoy en día, a través de toda la propaganda y el control, cada vez más preocupante, de los medios de comunicación públicos y de un instrumento tan importante como el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), se van imponiendo una serie de conceptos que se asientan en la sociedad si no los denunciamos a tiempo.
Si hoy alguien habla en contra del aborto, enseguida se le imputa el término ‘reacccionario’, por estar en contra del derecho a decidir de las mujeres, cuando el problema es a la inversa: lo que se defiende es el derecho a la vida.
Hay que superar el complejo que le da alas a esas minorías que imponen el pensamiento únicoFrancisco Vázquez, exalcalde
En el caso de la ley de eutanasia, lo que se está perdiendo es la batalla conceptual de la explicación a la sociedad. La eutanasia lo que representa es el matar a la persona. Yo no quiero que nadie disponga de mi vida, pero eso no implica el que todas las personas estemos a favor y tengamos el deseo de que haya una asistencia debida al enfermo, por ejemplo, un sistema de cuidados paliativos, un sistema de sedaciones, y que no se prolongue artificialmente la vida más allá del hecho natural de la muerte. En eso estamos todos de acuerdo. Otra cosa muy distinta es lo que implica la eutanasia, que es la decisión de matar, y a veces sin contar con la voluntad de dicha persona, en virtud de una decisión de un comité técnico, o por una decisión de las familias, lo cual abre el campo a arbitrariedad, ¿verdad? Uno de ellos puede ser que la aplicación de la eutanasia responda a intereses económicos o personales.
Estamos a favor del derecho a la vida y en contra de la imposición legal de la muerte, sea de la forma que sea, bien muerte mediante aborto o bien muerte mediante eutanasia. Hay que superar el complejo que le da alas a esas minorías que imponen el pensamiento único. No hay nada más progresista que defender la vida y defender al débil. Se trata de algo incluso superior al hecho religioso de la trascendencia. Hoy, con los avances que hay en la genética, de los ADN, etc., todos sabemos cómo empieza la vida desde el primer momento.
Pregunta: ¿Qué significan para usted los cuidados paliativos?
Respuesta: Se trata de la obligación que tiene el Estado, no de matar a las personas, porque aquí lo que está el Estado es irrogando la capacidad de decidir la muerte de las personas. El Estado tiene que tener la facultad de atender a los enfermos desde el mismo momento de la concepción hasta sus últimos momentos y lo que hay que desarrollar es una atención en los servicios sanitarios de unidades de cuidados paliativos que permitan evitar e impedir el dolor.
No quisiera terminar sin trasladar una reflexión muy grave que es la imposición legal de unas leyes que no contemplan la objeción de conciencia, sino que para personas católicas como nosotros, a quienes quieran ser médicos, enfermeros, celadores, se les cierra el camino. Un católico, con esta ley, no puede ser médico, porque un católico no quiere aplicar el aborto ni quiere aplicar la eutanasia… y no solo personas, sino instituciones como la Clínica de Navarra, por ejemplo. ¿Se les va a obligar a que en sus instalaciones se mate a las personas? Fíjese en qué situaciones de totalitarismo estamos entrando. No se puede mirar para otro lado, es necesario ser claros y rotundos.
El exministro del Interior afirma que «algunos piensan que estar a favor de la eutanasia es algo concebido como progresía, y estar en contra es reaccionario».
La vicepresidenta de la Fundación Villacisneros afirma que este Gobierno «no encuentra, desgraciadamente, una oposición firme y contundente que defienda, ideológica y pedagógicamente, lo más sagrado que tenemos, que es la vida».