Insultos, odio, rechazo… Es lo que ocurre cuando se presiona a un niño para que se posicione a favor de uno de los padres, «en el lado de los buenos o de los malos”.
Insultos, odio, rechazo… Es lo que ocurre cuando se presiona a un niño para que se posicione a favor de uno de los padres, «en el lado de los buenos o de los malos”.
Tras la reciente publicación de la detención de tres miembros de la Asociación Infancia Libre por secuestro de sus hijos y la interposición de falsas denuncias contra sus exparejas por presuntos abusos sexuales, surge de nuevo el debate en torno al Síndrome de Alienación Parental (SAP).
Richard Gardner introdujo el concepto de SAP para hacer referencia a una situación en la que el hijo es alienado por uno de los progenitores y, como resultado de la presión emocional ejercida, el hijo muestra una campaña de rechazo y odio hacia el otro de los progenitores. Como consecuencia, los elementos del SAP serían los siguientes:
– El niño suele afirmar que sus comentarios y actitudes de desprecio hacia el progenitor alienado son suyas.
– Ausencia de ambivalencia: en toda relación se producen sentimientos ambivalentes de amor y odio hacia la misma persona. Las relaciones madre-hijo y padre-hijo no son una excepción. Sin embargo, cuando observamos un caso que encajaría en este perfil solo están presentes sentimientos de odio y rechazo hacia el progenitor alienado.
– Apoyo al progenitor alienante en el conflicto de pareja de manera abierta.
– Ausencia de culpa en el hijo ante las conductas de rechazo y campaña de denigración hacia el padre alienado.
– Presencia de argumentos prestados, con un discurso que parece preparado y con una terminología que no parece propia del niño.
– La campaña de denigración se suele ampliar a la familia extensa del progenitor alienado.
No hay duda del daño psicológico irreparable que se produce cuando se presiona a un niño para que se posicione y tome partido por una de las partes
El SAP es un síndrome lleno de polémica y a día de hoy sigue en discusión si realmente existe o no, cómo denominarlo y cuáles son sus elementos. Ante las discrepancias, algunos autores como José Ignacio Bolaños indican como más adecuado el concepto de Síndrome de Alienación Familiar (SAF), ya que al incluir a la familia en su totalidad la culpa no se centraliza exclusivamente en uno de los progenitores, al tiempo que tampoco resta responsabilidad al resto de las partes. Esta visión desde el punto de vista de la familia nos llevaría a desarrollar intervenciones en las que se incluyera a todos los miembros involucrados.
Independientemente de la entidad nosológica, no hay duda del daño psicológico irreparable que se produce cuando se presiona a un niño para que se posicione y tome partido por una de las partes: “el de los buenos o el de los malos”. Por ello, es fundamental garantizar la protección de los menores, describiendo cada conducta y manifestación específicas de cada caso concreto.
El divorcio es un acontecimiento vital que produce dolor en todos los miembros que forman parte de la familia y es fácil que surjan sentimientos de hostilidad entre los padres. Los problemas emergen cuando estos sentimientos de rabia y enfado son proyectados y trasladados a los hijos sin ser conscientes, en la mayoría de ocasiones, del impacto emocional que puede generar en los hijos. Es necesario que tanto padres como hijos lloren las pérdidas que este proceso de separación implica y hagan frente a los múltiples cambios asociados para lograr alcanzar un mayor desarrollo físico y emocional del menor, teniendo siempre presente las siguientes reglas:
– Los padres se divorcian, los hijos no.
– Todo hijo tiene derecho a tener una imagen positiva de ambos padres.
– El cuidado y la protección de los hijos priman sobre el conflicto conyugal.
De estas tres reglas se derivan las siguientes indicaciones que nos pueden servir a modo de conclusión:
Una madre es condenada a dos meses de cárcel por dar un par de bofetones a su hijo.