Antonio Olivié | 27 de mayo de 2020
Hungría ha elaborado un plan de choque para incentivar la natalidad que incluye incentivos económicos y de conciliación familiar que ya están dando buenos resultados.
Roma (Italia) | Ayudas para la hipoteca, para comprar un coche grande, para el primer hijo, para el segundo, promoción del matrimonio… El plan de choque que ha puesto en marcha Hungría para frenar el invierno demográfico está dando frutos. Al menos han conseguido invertir la tendencia de los últimos 30 años. De enero de 2019 a enero de 2020, la tasa de fertilidad en el país ha pasado de 1,4 a 1,6. No es todavía el ideal, pero muestra la eficacia de un plan muy necesario en toda Europa.
La media de hijos por mujer en Europa era de 1,55 en el año 2018, muy por encima de España, que se mantiene en 1,26. Son datos que están lejos de la tasa de reemplazo, que permite mantener la población, si no tenemos en cuenta la llegada de inmigrantes. La realidad es que el Viejo Continente se hace cada vez más anciano y son muchos los países que se plantean medidas para revertir la situación, especialmente en Europa del Este.
El caso de Hungría es paradigmático, porque, tras tibios intentos de años anteriores, puso sobre la mesa un plan radical hace poco más de un año. Algunas de las medidas han funcionado y tal vez sería el momento de tomar nota:
– Cada matrimonio que espera un hijo con la madre menor de 40 años dispone automáticamente de un crédito, libre de intereses, de 30.000 euros para poder comprar una casa o remodelar la que tienen. Un préstamo que no se comienza a devolver hasta pasados tres años, y quienes tienen más de tres hijos no deben devolver nada.
– Las mujeres que tienen más de cuatro hijos están exentas de pagar el impuesto de la renta para toda la vida.
– Hay ayudas para los abuelos en caso de que los padres no puedan hacerse cargo de los hijos por motivos laborales.
– El Gobierno da una ayuda de hasta 7.500 euros para poder comprar un coche grande (de más de siete plazas) a partir del tercer hijo.
– Han creado espacios en los que los niños tengan actividades una vez que acaba el colegio, en caso de que las madres no los puedan recoger a primera hora.
El embajador de Hungría ante la Santa Sede, Eduard Habsburg, destacaba hace unos días que «trabajar para la promoción de la natalidad es también trabajar para el progreso, para una sociedad con esperanza en el futuro». Por algo, en su país han decidido destinar el 5% del PIB a este objetivo.
En opinión de Habsburg, «las ayudas económicas no bastan, ya que se requiere un clima, un ambiente para facilitar que las familias tengan hijos». Y en esto el embajador de Hungría destaca también la necesidad de que en Europa haya un cambio de mentalidad, con más Gobiernos que desarrollen políticas familiares.
Trabajar para la promoción de la natalidad es también trabajar para el progreso, para una sociedad con esperanza en el futuroEduard Habsburg, embajador de Hungría ante la Santa Sede
Entre los países que más están respaldando estas políticas en los últimos años se encuentra Estonia. Allí también han logrado invertir la tendencia, logrando una tasa de fecundidad de 1,67 en 2018, después de haber pasado años en torno a 1,3 hijos por madre, semejante al nivel de España. Entre las medidas que se pusieron hace años estaba la posibilidad de solicitar una baja de maternidad de tres años, en los que el primero se cobraba el sueldo íntegro.
En 2017, el Gobierno de Estonia aprobó unas ayudas mensuales de 60 euros por el primer y segundo hijo, así como 100 adicionales con un tercero. A todo ello se sumaba un bonus de 300 euros para las familias con tres o más hijos, lo que suma, al menos, 520 euros hasta que uno de los menores llega a los 16 años.
Las voces críticas consideran que son ayudas que solo buscan frenar la inmigración y que no funcionarán a largo plazo. Pero los promotores de estas medidas aseguran que, si no se pone remedio ahora mismo, la tendencia puede ser incluso peor en el futuro. Y lo que es evidente es que, cuando se aplican políticas de conciliación y respaldo a las familias, los frutos benefician a toda la sociedad.
Al descenso de la natalidad hay que sumar los serios problemas para conciliar la vida familiar con la laboral.
Revertir la silueta de la pirámide poblacional es la única manera de asegurar la sostenibilidad del sistema.