Hilda García | 20 de junio de 2019
Venden como un sacrificio su ascenso a la cima. Al dejar su cargo encuentran una ocupación mejor remunerada, si cabe. Ambición, ansias de poder, notoriedad, ánimo de lucro… ¿qué mueve a los políticos?
«Para el que no tiene nada, la política es una tentación comprensible, porque es una manera de vivir con bastante facilidad», aseveraba Miguel Delibes. Lo que para algunos es una rentable aventura para otros es la vida real. Los gobernantes pasan y los ciudadanos nos quedamos. Y a menudo con una herencia envenenada.
Los políticos son funámbulos que coquetean con el diablo y cultivan el fino arte de embaucarte. ¿De veras existe alguno con vocación de servicio que anteponga el bien común a su interés particular? Si es así, tendrá mi voto.