Hilda García | 27 de junio de 2019
En solitario no son nada, pero en manada se crecen. Las especies peligrosas se reproducen cada vez con mayor facilidad y suponen una amenaza para la sociedad. (Solo) a veces irrumpe un domador supremo que pone cordura y rectifica fallos -nunca mejor dicho- bochornosos.
“Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía”, sentenció Séneca. Al menos ahora las fieras están en un lugar donde no pueden hacer daño. Y quizá sus congéneres lo piensen dos veces antes de atacar.
Los depredadores deben estar encerrados para que los demás seamos libres. Esperemos que nuestro frágil sistema penitenciario tarde mucho en devolverles la llave de la jaula. El tiempo borrará sus huellas, pero la víctima nunca olvidará.