Antonio Miguel Jiménez | 03 de agosto de 2019
Guy de la Bédoyère publica «Domina», un libro que pone de relieve el importante papel de la mujer en la construcción de la Roma imperial.
Sería una auténtica perogrullada comenzar estas líneas con esa típica y simplona afirmación de “las mujeres fueron muy importantes en la Roma imperial”, ante lo que cualquier persona con dos dedos de frente podría objetar: “¿y en el resto de periodos de la historia de Roma, o de la historia humana, no?” Por ello lo vamos a omitir, pues ciertamente la importancia que han tenido las mujeres a lo largo de la historia ha sido tanta como la que han tenido los hombres. Ojo: digo importancia, no representación social o derechos y libertades. Ahí, ciertamente, hay que concretar cada caso y puntualizar debidamente.
Domina
Guy de la Bédoyère
Pasado & Presente
500 págs.
32 €
Pero, ¿es este libro una obra que resalte la importancia de la mujer en la construcción de la Roma imperial? ¿O es un conjunto de biografías de mujeres famosas de la historia romana? Intenta ser lo primero, aunque consigue más bien lo segundo.
Pese a que el título haga referencia a las dominae (pl. de domina) romanas, es decir, a las señoras, mujeres de clase alta que “mandaban” en su casa, la domus (de este vocablo proceden tanto domina como dominus en masculino), y que el subtítulo se refiera a las mujeres que construyeron la Roma imperial, el núcleo del libro pertenece al género biográfico, centrándose en personajes como Octavia y Livia, Mesalina y Agripina la Menor, y, en menor medida, las Julias de los severos.
Es cierto que la información que los autores antiguos aportan sobre personajes concretos como Cleopatra, Livia o Agripina la Menor es tanta que da no para una, sino para muchas biografías, donde cabe destacar dos títulos recientemente publicados: la biografía Agripina (Southon, 2019) y la novela histórica, galardonada con el premio Planeta, Yo, Julia (Posteguillo, 2018).
Pues bien, aunque Domina. Las mujeres que construyeron la Roma imperial (Pasado & Presente, 2019) es un libro interesante en cuanto a que su autor, Guy de la Bédoyère, es un consumando especialista de la Roma imperial y conoce bien sus vericuetos, cosa que ya demostró en su volumen La guardia pretoriana (Pasado & Presente, 2017), la presente obra no ofrece mucho más que las biografías de esas singulares (y nada representativas) mujeres. Caso distinto es el del primer capítulo.
La estructura del libro es sencilla. Un prefacio y una introducción, un capítulo primero, dedicado muy acertadamente al papel de la mujer en la antigua Roma, titulado muy elocuentemente “Virtud, honor y castidad” y, a partir de ahí, los capítulos segundo a décimo dedicados a las biografías de las mujeres de la dinastía Julio-Claudia, que se ha considerado tradicionalmente, o al menos así lo hace De la Bédoyère, como dinastía constructora del Imperio.
Cabe puntualizar que más bien fue Augusto, ayudado por Livia, el introductor en la tradición romana de la siempre rechazada idea de dinastía, siempre asociada a la monarquía, idea aborrecida tradicionalmente en Roma pero implantada de facto por Augusto. Por último, encontramos un epílogo bastante breve, casi onomástico, dedicado a las mujeres de la dinastía Severa y del postrero periodo bajoimperial. Nada se dice de las mujeres de las dinastías Flavia y Antonina.
Sí hay que subrayar que De la Bédoyère suscribe, apoyado en reconocidos investigadores, teorías interesantes sobre el origen y la estabilización del régimen augústeo, más conocido como Principado. Destaca una de las más interesantes: el papel femenino en la transmisión de la legitimidad augústea y en el entroncamiento mítico de Roma con los dioses.
La mujer podía ser venerada si se ajustaba a los rigurosos patrones de castidad, virtud y honorGuy de la Bédoyère, Domina
Otro punto interesante es el de la importancia de la mujer en la nueva política propagandística. Además, en ese acertado primer capítulo que antes mencionamos, el autor realiza una muy buena síntesis de la situación de la mujer en el mundo romano, lo que se esperaba de ella (siempre desde el punto de vista de los hombres) y cómo se concebía a aquellas mujeres que se salían del cumplimiento de su papel. Por otra parte, y sabiendo que el autor conoce en profundidad la sociedad romana, en ocasiones da la sensación de que incurre en presentismos y no siempre sopesa de manera ecuánime las realidades de una sociedad patriarcal como la romana.
En definitiva, es un libro interesante para quien desee acercarse a la antigua Roma y a sus personajes más característicos, sin embargo quien esperaba una mayor atención a la figura de la mujer (noble) en el periodo imperial, a su cotidianidad, sus derechos y sus obligaciones, su papel en las esferas pública y privada de la sociedad… La vida, al fin y al cabo, de esas dominae romanas, terminará el libro con cierta insatisfacción.
Josiah Osgood ofrece una interesante propuesta sobre cómo Roma se convirtió en la civilización por antonomasia del mundo occidental.