Cristina Barreiro | 15 de abril de 2019
Ella no era inicialmente la elegida para ceñir la corona de España, pero su presencia hizo que Alfonso XIII se enamorase de ella.
Fue la más guapa de las reinas españolas. Con permiso de Isabel de Portugal. Su papel como fundadora del Cuerpo de Damas Enfermeras de la Cruz Roja y su determinación a la hora de apostar por la legitimidad monárquica en las postrimerías del franquismo, la convierten en algo más que un personaje de leyenda. Cuando se cumplen cincuenta años de la muerte de Victoria Eugenia, merece unas líneas para el recuerdo.
No debió resultar sencillo para una joven nacida en Balmoral, Escocia, arribar a España. Criada en la rigidez de la corte inglesa, mantuvo una infancia cercana a su madre, la princesa Beatriz. Con sus hermanos jugó en Kensington y Windsor cuando el Imperio era aún el amo del mundo.
Ella no era inicialmente la elegida -anglicana y con rango “menor”- para ceñir la corona de España, pero su presencia, una “belleza auténticamente británica” en palabras de Carmen Llorca, hizo que el veleidoso Alfonso XIII se enamorase de ella. Tenían 20 y 19 años. Una relación que culminaba en un fastuoso enlace en los Jerónimos, marcado por la tragedia. El 31 de mayo de 1906, el anarquista Mateo Morral atentaba contra la pareja al paso de su carruaje por la calle Mayor. «Ena» lucía la más preciada de las tiaras españolas: la de la flor de lis, obra de Ansorena y regalo del rey a la desposada.
Pero eran los días en los que la inestabilidad social azotaba la vida de los españoles. El banquete nupcial se celebró en el Palacio Real, pero la imagen de Victoria Eugenia quedaba teñida de sangre. El nacimiento del primogénito, el príncipe Alfonso, marcado por la hemofilia, ponía punto y final a los tiempos felices del matrimonio. España, lastrada por la sangría marroquí y la decadencia clientelar, se descomponía al paso que el “mal de la sangre” distanciaba a la pareja: la herencia de su abuela, la emperatriz Victoria, llegaba a la Corte después de dejar su huella en la Rusia de los zares. Nacieron después Jaime, Beatriz y Cristina. Y en 1913, en La Granja de San Idelfonso, don Juan de Borbón. Meses más tarde, comenzaba la Gran Guerra.
Es conocido el papel de Alfonso XIII en un conflicto en el que España se declaró neutral. Su apoyo a los combatientes a través de la oficina pro-cautivo ha sido ficcionado en la novela Cartas a Palacio. Sin embargo, el trabajo de Victoria Eugenia, la reina los chatones y la haute couture, pasa de puntillas en las referencias a la ayuda sanitaria. Fue ella quien fundó el Cuerpo de Damas de Enfermeras de la Cruz Roja, originalmente integrado por las mujeres de la alta sociedad para desarrollar funciones de voluntariado sociosanitario. Comprendió la necesidad de articular un cuerpo de enfermería, instruido y con vocación social y, en 1918, inauguró el Hospital Central de San José y Santa Adela.
Y cuando el desastre de Annual masacró a los soldados en el Rif, ordenó el envío de enfermeras para instalar hospitales de campaña en las zonas de Melilla y Larache. La dictadura de Primo de Rivera liquidaba un modelo restauracionista caduco e inauguraba un intervencionismo estatal acorde con las políticas en boga en los años veinte. La reina continuó fundando sanatorios y dispensarios médicos. Pero libraba su particular batalla doméstica: su suegra y su matrimonio.
Las elecciones de abril de 1931 desencadenaron la catástrofe. Alfonso XIII abandonaba España y unas horas después lo hacía Victoria Eugenia. En su despedida en Galapagar, apenas una docena de monárquicos la acompañaron. Partió en tren desde El Escorial para iniciar el camino del exilio. La monarquía se había desplomado. Mientras, España se desangraba en una guerra en la que Franco, monárquico, se alzaba vencedor. Cuando la Segunda Guerra Mundial azotó la Inglaterra que la había acogido, Victoria Eugenia se instaló en Lausana. Era la separación definitiva.
Alfonso XIII fallecía en Roma en 1941. Desde entonces, Victoria Eugenia supo erigirse como leal defensora de la dinastía. Aplaudió la “Carta de los Caballeros”, entregada a Franco en 1943, en la que se pedía el restablecimiento de la monarquía y Vieille Fontaine fue el escenario para la redacción del “Manifiesto de Don Juan” de 1945. Para ella, el rey era ya su hijo. Madre y abuela, iniciaba una cruzada a favor de la monarquía. Victoria Eugenia no volvería a España hasta febrero de 1968. Habían pasado casi cuatro décadas y lo hacía para asistir al bautizo de su biznieto, Felipe de Borbón y Grecia. Era el 7 de febrero de 1968 cuando aterrizaba en Barajas.
La reacción de Alfonso XIII ante el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera fue de respaldo al militar jerezano. #historia https://t.co/FsiaEPFur8
— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) March 9, 2019
Bajó la escalinata portando un magnífico abrigo de visón y sus inconfundibles perlas. La recibían en pista centenares de monárquicos. Durante aquellas jornadas madrileñas se alojó en el Palacio de Liria. Franco no había elegido todavía sucesor en ese reino que era España desde 1947. Algunos jugaban la baza de Carlos Hugo y Alfonso de Borbón. Pero ya en Zarzuela, y minutos antes de portar a su ahijado a la pila bautismal, Victoria Eugenia intervenía en la “peculiar sucesión del pleito sucesorio”, como ha escrito Carlos Seco Serrano: se trataba de salvar la legitimidad de la monarquía sin rupturas traumáticas.
La reina, en un aparte con el general, lo instó a decidirse por uno de sus tres descendientes varones: Juan, Juan Carlos o Felipe de Borbón, según versionó Jesús Pabón. Victoria Eugenia salió de España tres días después, no sin antes visitar su Hospital de la Cruz Roja. Apenas un año después, en julio de 1969, Franco designaba a don Juan Carlos sucesor a título de rey. Pero Victoria Eugenia no vivió para verlo. Había fallecido en Suiza tres meses antes. Moría la reina. Para muchos, desdichada; para otros, altiva; pero para todos espléndida. Así, al menos, la inmortalizaron Philip de László o Ricardo Macarrón.
Ahora que se conmemoran los cincuenta años del fallecimiento de Victoria Eugenia de Battemberg, el Instituto CEU de Estudios Históricos ha organizado una mesa redonda en la que se abordará la figura de la reina desde una perspectiva pluridisciplinar.
Una variada selección bibliográfica para acercarse a la guerra que partió la España de hace 80 años.
Gran Bretaña, Francia o Argentina recuerdan con honores a sus caídos en las diferentes guerras. En España sigue habiendo vencedores y vencidos.