Álvaro de Diego | 15 de mayo de 2019
El Ayuntamiento de La Coruña ha retirado el título de hijo adoptivo a Manuel Fraga, ponente constitucional y largos años presidente de la Xunta de Galicia.
Tras asistir a una misa en Venecia el 7 de octubre de 1786, Goethe se refirió casi de pasada a la conmemoración de “una antigua victoria contra los turcos”. Si un hombre tan excepcional albergaba ese recuerdo sobre Lepanto, ¿qué podemos esperar de los necrófagos del franquismo y nuestra Guerra Civil? Rafael Sánchez Ferlosio ha fallecido el mismo día en que se cumplían ochenta años del final del conflicto fratricida. Su desaparición adquiere una significación especial pues su vida y obra niegan el cainismo que hoy reverdecen algunos partidarios de la memoria histórica.
Nacido en la capital de Italia en plena era fascista, fue hijo del notable escritor Rafael Sánchez Mazas. Este último, corresponsal de ABC en Italia desde la Marcha sobre Roma, descollaría luego de entre la aristocracia literaria falangista. Hoy quizá resulte conocido por Soldados de Salamina, relato en el que Javier Cercas recupera la historia del miliciano que le perdonó la vida ante el pelotón de fusilamiento.
El Jarama
Rafael Sánchez Ferlosio
Debolsillo
472 págs.
9,95€
Sánchez Ferlosio inauguró en 1951 su obra creativa con Industrias y andanzas de Alfanhuí. Su siguiente novela, El Jarama, obtuvo el Premio Nadal en 1955 y el de la Crítica en 1957. En ambos casos concitó la unanimidad del jurado, prueba de que también en las dictaduras se reconoce la excelencia. Al margen de la factura literaria, sorprende la atmósfera que se respira en aquella narración. En una tarde campestre de domingo descubrimos a una generación totalmente ajena al pasado inmediato más sangriento. Para los jóvenes que recorren el antiguo escenario de la ofensiva bélica franquista, que la República contuvo con las Brigadas Internacionales, estos hechos luctuosos representan lo que para nosotros la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898: algo así como una lejana contienda de nuestros antepasados, apenas presente en los libros.
Por aquel entonces se registró lo que Pedro Sáinz Rodríguez tildó de «nacimiento biológico” de una nueva oposición al franquismo. A mediados de los años cincuenta se manifestó el inconformismo universitario ante la política del régimen. La rebeldía la iniciaron los casi imberbes falangistas, no resueltos a obedecer las consignas de un partido único que incumplía sus promesas. Ya en 1954 una manifestación del SEU, sindicato oficial universitario, fue reprimida duramente por la policía ante la embajada británica.
Quienes protestaban por la visita de Isabel II a Gibraltar, se vieron sorpresivamente incluidos entre la disidencia. A ellos se unieron, aunque con distinta orientación, algunos monárquicos disconformes, católicos espoleados por el padre Llanos y un pequeño núcleo de comunistas. En marzo del año siguiente, un hermano de Sánchez Ferlosio, Miguel, firmaba un escrito en el que acusaba al régimen de devorar, a través de las organizaciones juveniles y universitarias, “energías y entusiasmos, lealtades y capacidades, quemándolas muy a menudo en holocausto de políticas, de circunstancias, de defensas oportunistas, de adulaciones innecesarias y denigrantes, sin lograr la formación de una conciencia nacional espontánea y constructiva de la juventud, sino la división, la dispersión y el desencanto”.
En octubre la muerte de Ortega y Gasset fue aprovechada para la expresión de posturas contestatarias. El profesor Pinillos preparó una encuesta sobre el malestar universitario, que el rector Laín Entralgo presentó al propio Franco. El jefe de Estado se hizo eco de que para las nuevas promociones universitarias su “Cruzada” se estaba convirtiendo en un hecho lejano que perdía su “naturaleza fundacional”. En su mensaje de Año Nuevo alertaba así a la sociedad española de los nuevos peligros y hacía una llamada paternalista a los padres, religiosos y educadores.
Toda conmemoración es, por naturaleza, apologética y, consiguientemente, no neutral, ni, mucho menos, críticaRafael Sánchez Ferlosio, escritor
Apenas unas semanas más tarde aparecería un manifiesto universitario redactado por el aludido Miguel Sánchez Mazas, pronto arrestado junto a Dionisio Ridruejo, Ramón Tamames, Enrique Múgica y su cuñado Javier Pradera, entre otros instigadores de las protestas.
En febrero de 1956 se suspendieron las clases y tras un incidente en el que resultó gravemente herido de bala un estudiante, el Gobierno franquista aprobó la suspensión de dos artículos del Fuero de los Españoles sobre la libertad de residencia y las garantías ante la detención policial. Franco, en contra de su costumbre, forzó un cambio de Gobierno y permitiría al falangista Arrese explorar una «Constitución» que diera continuidad a su régimen una vez él hubiera desaparecido.
Aquel intento, en el que con escaso entusiasmo participaría Rafael Sánchez Mazas, fracasaría. No obstante, de aquella generación universitaria surgiría el reformismo franquista y la oposición al régimen que, de común acuerdo, harían nuestra Transición democrática. Este episodio cada vez adquiere menos significación, como demuestra la reciente retirada a Manuel Fraga del título de Hijo Adoptivo por el Ayuntamiento de La Coruña.
Catedrático, diplomático, número uno en varias oposiciones, Fraga fue el ministro aperturista por antonomasia del franquismo. Como titular de Información y Turismo auspició una Ley de Prensa que preparó al país para la democracia. Fue defenestrado en la crisis de 1969 en favor del inmovilista Carrero Blanco y recaló en Londres como embajador a la espera de su hora. Vicepresidente en el primer Gobierno de la Monarquía, fue padre constitucional y responsable de la conversión del grueso de la derecha española a la democracia.
Dejó escrito Rafael Sánchez Ferlosio que “toda conmemoración es, por naturaleza, apologética y, consiguientemente, no neutral, ni, mucho menos, crítica”. Remontar el río, navegar Jarama arriba, supone recuperar aquella historia de encuentro, identificarse con los conmemorados “por una especie de mística intrahistórica”. Reivindiquemos la reconciliación que algunos hoy se empeñan en romper.
Una variada selección bibliográfica para acercarse a la guerra que partió la España de hace 80 años.