Javier Arjona | 18 de mayo de 2019
Tras el franquismo, España inició el periodo más próspero de su historia reciente, que trajo consigo la Constitución del 78.
El final de la dictadura franquista supuso la apertura a una nueva etapa democrática que permitirá a España iniciar el periodo más próspero de su historia reciente. La Transición, orquestada por Juan Carlos I, Adolfo Suárez y Torcuato Fernández Miranda, configurará el actual modelo de la Constitución de 1978.
La agitación vivida durante el final de la Segunda República, en la que los partidos Izquierda Republicana, encabezado por Manuel Azaña, el PSOE, liderado por Francisco Largo Caballero, y la CEDA de José María Gil-Robles se disputaban la supremacía política de una España mortalmente dividida, acabó dando paso a una cruenta Guerra Civil que se prolongó hasta la primavera de 1939. En los primeros compases de la contienda nacía Falange Española Tradicionalista de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, que tras el Decreto de Unificación de 1937 se convertirá en el partido único del régimen franquista.
Desaparecía, por tanto, el variado panorama político de la etapa republicana para dar paso a una formación monocolor de ideología inspirada en el fascismo de Benito Mussolini, y que había evolucionado a partir del partido Falange Española, fundado en 1933 por José Antonio Primo de Rivera. Tras la Segunda Guerra Mundial, la formación franquista acabó adoptando el nombre de Movimiento Nacional, para marcar distancias con las potencias del Eje, que habían sido derrotadas en 1945.
En la segunda etapa del franquismo, iniciada en 1959, comienza a hacerse presente la oposición al régimen desde organizaciones obreras, estudiantiles y nacionalistas, y con presencia activa de una Iglesia renovada tras el Concilio Vaticano II. Aparecieron también grupos de derecha opositores, como los de Jose María Gil-Robles, el que fuera líder de la CEDA, Joaquín Ruiz-Giménez o Dionisio Ridruejo. Estos grupos protagonizaron en 1962 el denominado Contubernio de Múnich, al manifestar su oposición al franquismo en el IV Congreso del Movimiento Europeo, celebrado en la ciudad alemana.
A la muerte del general Franco, el entonces príncipe Juan Carlos fue proclamado Rey ante las Cortes franquistas, en una delicada maniobra que buscaba perpetuar el régimen con el joven monarca al frente del Estado. Los nombramientos de Torcuato Fernández Miranda como presidente de las Cortes, y de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno a sugerencia del primero, marcaron un punto de inflexión clave en el proceso de cambio con un proyecto reformista de alto calado que pasaba por la convocatoria de elecciones generales en 1977.
Llegaba el momento de volver a traer a los partidos políticos a la escena nacional, y fue entonces cuando el presidente Suárez negoció primero con Felipe González, entonces líder del Partido Socialista Obrero Español, y poco después decidió legalizar el Partido Comunista, que tenía a Santiago Carrillo como cabeza visible. También en la izquierda política se situaba el Partido Socialista Popular, fundado en 1968 por Enrique Tierno Galván, que acabaría integrándose en el PSOE. En la derecha, el espectro político era más complejo, con partidos como Alianza Nacional 18 de Julio, que integraba al viejo falangismo asociado al búnker, o la Alianza Popular de Manuel Fraga, además del Partido Popular, donde se posicionaron los reformistas franquistas.
Por su parte, Adolfo Suárez concurrió a las primeras elecciones generales de 1977 al frente de un nuevo partido político, la Unión de Centro Democrático, que acabó aglutinando al propio Partido Popular, a liberales, socialdemócratas y democristianos. El joven presidente ganó los comicios obteniendo un 34% de los votos, seguido de cerca por el Partido Socialista Obrero Español. En aquella legislatura se elaboró la Constitución de 1978, vigente en la actualidad y en cuya redacción participó una comisión formada por miembros de UCD, PSOE, PCE, AP y que contó con la participación de las minorías vasca y catalana representadas en la figura de Miquel Roca Junyent.
Candidatos de los principales partidos de la Transición fotografiados por Alberto Schommer: UCD con panes, PSOE con capotes, AP con espadas y PCE con palomas blancas. pic.twitter.com/GfKCgrLI2K
— Archivos de la Historia (@Arcdelahistori) December 6, 2018
Adolfo Suárez revalidó la Presidencia del Gobierno en las elecciones generales de 1979, donde Manuel Fraga lideró la Coalición Democrática, cuarta fuerza política que agrupaba a varios partidos de derecha con Alianza Popular a la cabeza. A continuación, y con 8 escaños en el Congreso de los Diputados, se situó Convergencia i Unió, el partido nacionalista de Jordi Pujol, que representaba al centro derecha catalán. El histórico Partido Nacionalista Vasco, ahora encabezado por Xabier Arzalluz, logró 7 escaños, y en la escena política irrumpía Herri Batasuna, izquierda abertzale y brazo político de la banda terrorista ETA.
El Partido Socialista Obrero Español ganó en 1982 por primera vez las elecciones, obteniendo además una holgada mayoría absoluta en el hemiciclo. Alianza Popular se presentó a aquellos comicios en coalición con el Partido Demócrata Popular de Óscar Alzaga, mientras Unión de Centro Democrático se desplomaba, alcanzando tan solo 11 diputados. Cuatro años más tarde, Felipe González revalidaba su mandato al frente del PSOE, por delante de la Coalición Popular y del Centro Democrático y Social, la nueva formación política de Adolfo Suárez.
En aquellos comicios de 1986, en el mismo año en que España ingresaba en la Comunidad Económica Europea y tenía lugar el referéndum sobre la permanencia en la OTAN, el histórico Partido Comunista comenzaba a diluirse integrado en la nueva agrupación Izquierda Unida, que entonces encabezaba Gerardo Iglesias, tras la dimisión de Santiago Carrillo. La paulatina pérdida de apoyo popular de la coalición quedará patente unos años más tarde, en 2015, cuando llegue a su suelo electoral obteniendo únicamente 2 escaños.
Alvaro Figueroa encarnó como nadie a la sociedad aristocrática del primer cuarto del siglo XX, que movía los hilos de la política nacional desde sus redes caciquiles.
El objetivo del Pacto de San Sebastián era poner fin al reinado de Alfonso XIII y dar paso a la república.