Javier Arjona | 27 de abril de 2019
Tras el turnismo, derecha e izquierda se extremaron y se evidenció la imagen de las dos Españas.
La Semana Trágica de 1909 acabó certificando la defunción del turnismo y dando paso a un nuevo orden político que eclosionará con la Segunda República y que será interrumpido por la Guerra Civil. Izquierda y derecha extremarán sus posiciones haciendo patente la imagen de las dos Españas.
Conservadores y liberales, aquellos partidos políticos creados por Antonio Cánovas del Castillo y Práxedes Mateo Sagasta tras la corta experiencia de la Primera República, mantuvieron el modelo de alternancia en el poder sellado en el Pacto de El Pardo durante al menos un cuarto de siglo.
A la muerte del primero en 1897, distintas facciones pugnaron por hacerse con el control del Partido Conservador. Primero, Francisco Silvela, y, después, Raimundo Fernández Villaverde, acabaron dando paso a Antonio Maura, un abogado mallorquín que inició su carrera política en el Partido Liberal, y que finalmente se hizo con las riendas de la formación conservadora.
Aquellos primeros años del siglo XX habían sido testigos del crecimiento de los partidos republicanos y de la afinidad de intereses políticos de estos con el incipiente socialismo antidinástico
También la desaparición de Sagasta, en 1903, abrió una carrera por el relevo en las filas liberales. En este caso, el abanico de candidatos se mantuvo más abierto y se sucedieron distintos personajes al frente del partido, desde Eugenio Montero a Segismundo Moret, pasando por José Canalejas o el mismísimo conde de Romanones. Precisamente bajo la primera presidencia de Moret es cuando tuvo lugar en Madrid la boda real entre Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg, que casi acaba en magnicidio tras el atentado anarquista protagonizado por Mateo Morral.
En el año 1907, el rey Alfonso XII pidió a Antonio Maura formar Gobierno tras varios años con el Partido Liberal al frente del Ejecutivo. El líder conservador buscó entonces llevar a cabo su proyecto político de «revolución desde arriba» en el llamado Gobierno Largo, pero los incidentes de la Semana Trágica acabaron con el liberal José Canalejas al frente de un nuevo Gobierno. Había finalizado el fair-play entre liberales y conservadores, y Maura dio por finiquitado el régimen político de la Restauración.
Aquellos primeros años del siglo XX habían sido testigos del crecimiento de los partidos republicanos y de la afinidad de intereses políticos de estos con el incipiente socialismo antidinástico. De ahí la formación de una coalición entre varios partidos republicanos y el Partido Socialista Obrero Español, denominada Conjunción Republicano-Socialista y liderada por el ínclito Benito Pérez Galdós, que en las elecciones generales de 1910, ganadas por Canalejas, obtuvo un 10% de los votos. En ese mismo año, el periodista catalán Alejandro Lerroux había fundado el Partido Republicano Radical, que se integró en la citada coalición para aquellos comicios.
El nacionalismo catalán seguía entonces representado por la Lliga Regionalista de Francesc Cambó, aunque emergían nuevas formaciones, como la Unión Federal Nacionalista Republicana, liderada por el abogado barcelonés José María Vallés.
A su vez, el movimiento carlista tomó el nombre de Comunión Tradicionalista para las elecciones generales de 1910, bajo la dirección del filósofo Juan Vázquez de Mella, mientras irrumpía en escena un buen número de nuevos partidos minoritarios que cubrían todo el espectro político nacional. En 1912 nacía el Partido Reformista de Melquiades Álvarez, de corte republicano y laicista, mientras distintas facciones empezaban a desgajar tanto el Partido Conservador como el Liberal.
Cuando en el año 1923 tuvo lugar el golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera, el catalanismo se había reforzado con el Partido Republicano Catalán, abanderado por Lluis Companys y el Estat Català de Francesc Maciá, que en 1931 darían lugar a Ezquerra Republicana de Cataluña. Aquí arranca la andadura de una formación política casi centenaria, que sigue presente en la actualidad bajo la presidencia de Oriol Junqueras.
También había nacido el Partido Comunista de España en 1921, al abrigo de la Revolución bolchevique. Sin embargo la llegada del dictador, y la consecuente suspensión de la Constitución vigente de 1876, marcó un periodo de inactividad política. Primo de Rivera creó expresamente un partido único, la Unión Patriótica, más volcado en la gestión administrativa del Estado que en la política.
Aquí arranca la andadura de una formación política casi centenaria, que sigue presente en la actualidad bajo la presidencia de Oriol Junqueras
Llegado el mes de agosto de 1930, una plataforma de partidos políticos llamada Alianza Republicana promovió el conocido Pacto de San Sebastián, acordando la caída de la monarquía alfonsina. Durante el final de la dictadura habían aparecido nuevos partidos, todos ellos opositores al régimen de Primo de Rivera, que todavía continuó durante un año el general Berenguer.
Manuel Azaña había fundado Acción Republicana en 1925 y, a su vez, Niceto Alcalá-Zamora creó junto a Miguel Maura el partido Derecha Liberal Republicana, que, junto al resto de partidos de una nueva Conjunción Republicano-Socialista, propiciarán la defunción política de Alfonso XIII tras las elecciones municipales del 12 de abril de 1931.
Los primeros comicios republicanos arrojaron una importante victoria de las formaciones de izquierdas, lideradas por el Partido Socialista Obrero Español de Julián Besteiro. Obtuvieron amplia representación parlamentaria el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, el Partido Radical Socialista de Marcelino Domingo, Ezquerra Republicana de Cataluña representada por Francesc Maciá y Acción Republicana de Manuel Azaña. En el curioso espectro republicano conservador, la Derecha Liberal Republicana de Niceto Alcalá-Zamora obtuvo 25 escaños en aquellas primeras elecciones generales.
Durante el Bienio Reformista de Manuel Azaña, se reforzaron los grupos de la oposición tanto de derechas como falangistas, monárquicos e incluso anarquistas. En 1933 nacía la Confederación Española de Derechas Autónomas, más conocida como CEDA e impulsada por Jose María Gil-Robles, que precisamente en las elecciones generales de ese mismo año se alzaba con la victoria electoral obteniendo el 24% de los votos. Ya en el año 1936, en vísperas de la Guerra Civil, vencía en las últimas elecciones republicanas la coalición de izquierdas conocida como Frente Popular y liderada por Izquierda Republicana, el nuevo partido fundado por Manuel Azaña.
Personajes como Prim, Castelar o Cánovas del Castillo marcan el paso del siglo XIX al XX.
En abril se ha iniciado un carrusel de campañas electorales con cerca de medio centenar de partidos.