Javier Arjona | 30 de julio de 2019
La sierra burgalesa de Atapuerca, un lugar único en el mundo, alberga el yacimiento de fósiles humanos más importante del Pleistoceno.
Este mes de julio se han cumplido 27 años del sorprendente hallazgo del conocido Cráneo 5 en el yacimiento de la Sima de los Huesos de Atapuerca. En aquel verano de 1992, cuando Miguel Induráin se vestía de amarillo en París por segundo año consecutivo y se ultimaban los preparativos de los Juegos Olímpicos de Barcelona, el equipo codirigido por Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro sacaba a la luz el cráneo humano más completo correspondiente a la especie Homo Heidelbergensis, la precursora del Neanderthal en el continente europeo. En homenaje al ciclista navarro, aquel singular fósil fue bautizado como ‘Miguelón’.
Sin embargo, la Sierra de Atapuerca tiene una historia mucho más compleja que contar, y que arranca a mediados del siglo XIX durante el reinado de Isabel II. Fue entonces cuando se produjeron en España una serie de importantes transformaciones económicas que impulsaron el desarrollo de un país que se había subido tarde al carro de la Revolución Industrial. Primero la Ley de Minas de 1839, y posteriormente la de Ferrocarriles de 1855, generaron oportunidades de negocio para empresas foráneas como la británica The Sierra Company Limited, que se llevó la concesión para construir un trazado ferroviario que comunicase las minas de hierro y carbón de la Sierra de la Demanda con la ciudad de Burgos.
En aquellas obras, que finalizaron en 1901, se realizó una trinchera de medio kilómetro de longitud y una profundidad de hasta 20 metros a través del complejo kárstico de la sierra burgalesa, dejando al descubierto tres antiguas cuevas rellenas con sedimentos, entre los que aparecieron utensilios líticos y fósiles humanos. Hoy en día esos yacimientos reciben el nombre de Galería, Gran Dolina y Sima del Elefante, y están ubicados a unos pocos cientos de metros de la Sima de los Huesos donde se encontró el Cráneo 5. Precisamente en Gran Dolina, en concreto en el nivel TD6, fue donde aparecieron en 1994 restos de homínidos de una antigüedad cercana a los 800.000 años, que el equipo de Atapuerca definió como una nueva especie conocida como Homo Antecessor.
Hay dos singularidades que hacen de los yacimientos de Atapuerca un lugar único en el mundo. Por un lado, la variedad de especies extintas halladas en la misma región y, por otro, la enorme riqueza en número de fósiles encontrados. En la Sima de los Huesos se han hallado restos de hasta 28 individuos apilados en una curiosa acumulación intencionada de cadáveres, que supone la primera evidencia de algo parecido a un enterramiento humano datado hace 400.000 años. Por su parte, en Gran Dolina aparecieron fósiles de 6 individuos y los cortes identificados en los huesos han permitido establecer que aquella especie, emparentada con los primeros pobladores de Europa, practicaba el canibalismo al comienzo del Pleistoceno Medio.
Hay dos singularidades de Atapuerca: la variedad de especies extintas halladas y la enorme riqueza en número de fósiles encontrados
La primera especie humana que salió de África hace casi dos millones de años fue el denominado Homo Ergaster, que siguió tres vías de salida. Una primera bordeando el Mediterráneo para cruzar por el entonces istmo de Gibraltar y establecerse en la región de Guadix-Baza (hombre de Orce), otra hacia Asia, donde recibió el nombre de Homo Erectus, y una tercera a través del continente europeo, cruzándolo de este a oeste, hasta llegar a Atapuerca bajo la denominación de Homo Antecessor.
En una segunda migración, una nueva especie conocida como Homo Heidelbergensis también abandonó el continente negro hace medio millón de años para poblar Siberia (hombre de Denisova), mientras otros clanes se establecían en la actual Alemania (Heidelberg) y cruzando los Pirineos llegaban a Atapuerca, al mismo lugar donde, para entonces, se habían extinguido los grupos de Antecessor.
Tantas especies en movimiento durante milenios deberían habernos dejado muchos más vestigios de su presencia en todos aquellos lugares por donde transitaron. El problema radica en que, además de que los fósiles óseos se descomponen fácilmente y desaparecen, no es sencillo encontrar el punto exacto donde aquellos clanes del Pleistoceno pudieron establecerse, porque la sedimentación hace que hoy en día los restos se encuentren varios metros bajo la superficie. Por este motivo, Atapuerca es un lugar único en el mundo, ya que, si es altamente improbable hallar restos de una especie tan antigua, parece doblemente imposible encontrar fósiles de dos de ellas y además en abundancia.
En homenaje a Induráin, el Craneo 5, un singular fósil, fue bautizado como ‘Miguelón’
Pues aquí no acaba la historia… En el yacimiento de la Sima del Elefante se halló en el año 2007 una mandíbula humana correspondiente a otra especie datada en 1.2 millones de años. Siguiendo el proceso evolutivo, debe tratarse de un homínido a medio camino entre el Ergaster africano y el Antecessor, que podría ser el mismo que en los niveles bajos de Gran Dolina dejó vestigios de industria lítica con una antigüedad cercana a los 1.5 millones de años y, por qué no, quizás emparentado con los pobladores de la región de Guadix-Baza, de los que el último fósil descubierto en 2002 corresponde a un diente datado en 1.4 millones de años de antigüedad.
RAZÓN Y FE EN EL SIGLO XXI (III) Ni la aparición de la vida en el planeta Tierra se puede explicar fruto de la casualidad ni el proceso evolutivo que dio lugar a una especie con ‘conciencia de nivel superior’ tiene sentido sin recurrir a explicaciones que exceden los postulados de la ciencia.