Antonio Olivié | 01 de marzo de 2021
El respeto internacional a una figura como Mario Draghi ha sido esencial para formar un Ejecutivo de unidad. Es difícil descubrir en España un perfil tan respetado.
Roma (Italia) | La figura de Mario Draghi, nuevo primer ministro italiano, ha logrado conciliar todos los intereses de una política italiana muy fragmentada. Partidos de izquierda y derecha, moderados y radicales, sostienen un Gobierno de unidad nacional con dos objetivos fundamentales: gestionar el final de la pandemia y los fondos de la Unión Europea para los próximos seis años. ¿Cuáles son las razones de esta unanimidad casi absoluta?
La lluvia de millones de la Unión Europea para la recuperación económica ha sido un elemento de cohesión entre los partidos, ya que nadie quiere quedarse fuera del reparto. Son 210.000 millones de euros para infraestructuras y modernización y todos los líderes políticos quieren tener voz y voto en su destino final.
Hay proyectos históricos, como el puente de Messina, que puede unir Sicilia con la península italiana, que marcarán el futuro de quienes lo lleven a cabo. Es significativo que tanto el líder del grupo de centro izquierda Italia Viva, Matteo Renzi, como el de la derechista Lega, Matteo Salvini, hayan respaldado la construcción de esta infraestructura.
La oportunidad de protagonizar un impulso histórico para el Sur de Italia es única y si se sabe gestionar con habilidad permitirá cambiar la dinámica depresiva de las últimas décadas. El atraso de algunas zonas del centro y sur de Italia en cuanto a infraestructuras o alta velocidad es mucho más acusado que en España. Cualquier inversión a largo plazo logrará cambiar el panorama.
Es una cuestión en la que todos los partidos están de acuerdo. Italia arrastra aún un problema de reconversión industrial en algunas zonas, donde grandes empresas «semipúblicas» se sostienen desde hace décadas de forma artificial, como ocurría con la minería en el norte de España.
La posibilidad de gestionar fondos para cambiar el tipo de economía es muy apetecible para todas las fuerzas políticas. Tanto el centroderecha, con una gran implantación regional, como la izquierda, que mantiene aún un cierto poder en el Centro y Sur, sueñan con administrar este cambio de paradigma.
Una concesión al Movimiento 5 Stelle, que es compartida con el resto de los grupos, es la política ambientalista. Y no hay que olvidar que 5 Stelle es el grupo mayoritario en las dos Cámaras. Por eso el discurso inaugural de Mario Draghi en el Senado manifestaba que «queremos dejar un buen planeta, no solo una buena moneda».
La inversión en energías renovables, la transición ecológica y la movilidad son algunos de los elementos clave del nuevo Ejecutivo. Son cuestiones prioritarias en la Unión Europea, compartidos por la mayoría del arco parlamentario.
El Gobierno de unidad nacional ha sido posible porque el partido más votado en las últimas elecciones, el Movimiento 5 Stelle, está en sus horas más bajas. Lleva un año sin un líder, con un coordinador provisional, y perdiendo componentes de forma constante. Esto ha llevado a la incapacidad de sostener al que era su primer ministro, Giuseppe Conte, o proponer alguna alternativa rigurosa.
En este contexto, el presidente de la República, Sergio Mattarella, ha jugado la carta de Draghi como un revulsivo. Y su apuesta ya ha conquistado la confianza de los mercados, haciendo que se desplome la prima de riesgo en las últimas semanas.
El ala más radical de la derecha, encuadrada en los Frattelli di Italia de Georgia Meloni, es el único grupo que se queda fuera del Gobierno de unidad nacional. Es una estrategia para diferenciarse de la Lega, un partido con postulados muy semejantes, y consolidarse como la única opción alternativa. Pese a ello, ya ha anunciado que no está radicalmente contra el nuevo Gobierno, por lo que puede apoyar medidas concretas que contribuyan a la recuperación del país.
Estos cinco elementos, y sobre todo el respeto internacional a una figura como Mario Draghi, han sido esenciales para formar un Ejecutivo de unidad. Es difícil descubrir en España un perfil ejecutivo tan respetado. Junto a ello hay que reconocer que el partido más votado en las últimas elecciones en España no atraviesa la crisis del 5Stelle italiano.
Por último, hay que reconocer que la radicalidad de algunas propuestas de la izquierda española no se presenta en Italia. El nivel de agresividad, en las declaraciones y en la calle, es mucho más bajo.
La realidad es que en Italia los problemas se arreglan con pactos… y con tránsfugas. Sus ciudadanos siempre han demostrado habilidad para alcanzar acuerdos.
El referéndum para reducir el número de diputados supone otro factor de incertidumbre e inestabilidad para la política italiana y para partidos como el Movimiento 5 Stelle.