Juan Ignacio Güenechea | 09 de noviembre de 2020
Aunque se avecina una intensa batalla judicial, Joe Biden es el nuevo presidente de Estados Unidos. El demócrata se enfrenta a importantes retos en un país dividido y golpeado con dureza por la pandemia del coronavirus.
A la espera de que comience la segunda parte de las elecciones de EEUU en los juzgados, el país se ha inclinado por el candidato demócrata, Joe Biden. Tras unos resultados más ajustados de lo que muchos esperaban, Biden se enfrentará a cuatro años con muchos retos por delante. Analizamos algunas claves de lo que podemos esperar de él en la Casa Blanca:
Analizando el voto del 3 de noviembre, si algo queda claro es lo siguiente: hay dos Estados Unidos. Pese a que los medios de comunicación pretenden vendernos la imagen de Donald Trump como un esperpéntico dirigente que a todos horroriza, lo cierto es que no es así, ni mucho menos, y los datos así lo demuestran.
Biden se presentaba con este lema de campaña: «The Battle for the Soul of Our Nation» (La batalla por el alma de nuestra nación). En estos primeros días tras la jornada electoral, ha dicho que se presentaba como demócrata, pero que gobernaría para todos.
No será tarea fácil cumplir estas promesas. Un dato poco alentador para él es que, según las encuestas a pie de urna, muchos de sus votantes lo han hecho por no votar a Trump, es decir, por aversión a su adversario, no por entusiasmo por Biden. Trump tiene una base muy movilizada que sí votó por él con más convencimiento, es a esta a la que Biden tratará de unir en su mandato, pero parece -de momento- poco probable que lo consiga.
Biden, quien tiene fama de ser «un buen tipo», era el típico candidato del establishment que agrada a los demócratas clásicos, pero que no entusiasmó a sus bases. Ya se vio en las primarias: los demócratas, temerosos de una posible nominación de Bernie Sanders, fueron blindándose alrededor de Joe. Así se aseguraron la nominación de un candidato de la línea moderada, pero el ala más a la izquierda iba a pedir su parte.
De hecho, la elección de Kamala Harris como compañera de ticket – será la primera mujer vicepresidenta de Estados Unidos- fue un guiño al sector más progresista del partido y muchos esperan que Harris cuente con un gran peso en las decisiones de la nueva Administración. Por ello, si alguien espera un partido moderado o una Administración «centrista», podría equivocarse gravemente. Los demócratas sabían que una derrota de un candidato de su establishment hubiera desatado una guerra interna en el partido, pero una victoria también los obliga a acercarse a ese sector más a la izquierda. Kamala se encargará de ello.
Uno de los mensajes clave de la campaña de Biden fue afirmar que volvería a recuperar los aliados que Trump había «dinamitado». Biden ha dicho abiertamente que retomará el Acuerdo de París, promoverá energías verdes, reducirá las tarifas arancelarias, revisará programas migratorios y muchas otras medidas destinadas a revertir lo que Trump ha promovido durante 4 años. Desde Estados Unidos se cree que vendrán cambios importantes en todas estas materias en los primeros 18 meses, y que en las elecciones legislativas de 2022 se podrá notar ese efecto.
Sin embargo, y las tendencias de voto lo demuestran, hay sectores de votantes tradicionalmente demócratas que han entrado en la cesta de Trump en este 2020. Esto quiere decir que el mensaje de Trump ha calado hondo en muchos ciudadanos y un giro drástico en según qué cuestiones podría generarle un efecto rebote con un electorado que necesita. Recordemos: a Biden, por lo que sabemos, lo han votado muchos ciudadanos por no votar a Trump, no por que quieran encarecidamente su programa. Quizá ya hay políticas de la anterior Administración que no pueda revertir.
Biden tendrá un gran primer reto: la crisis del coronavirus. En gran medida, su victoria se la debe «agradecer» a la pandemia, ya que los números de Trump iban encaminados a obtener una reelección fácil antes de que estallara la crisis sanitaria y económica. Por ello, durante sus primeros meses esta cuestión será una de sus claves y no será algo fácil.
Además, aunque haya ganado oficialmente la elección, ya hemos visto cómo Trump no la concederá tan fácilmente, elevando a los tribunales este resultado. Un movimiento que, guste más o menos, marcará de manera esencial la reputación y legitimidad de Biden como presidente y que lo acompañará en todo su mandato.
Esto le escribió George H.W. Bush a Bill Clinton en una nota que dejó en el despacho oval, al cederle el cargo tras la elección de 1992. Una sincera y elegante despedida de un presidente que solo estuvo un mandato en el cargo, pero que sabía de la responsabilidad de ser el dirigente del país más importante del mundo libre. Pues esperemos que acierte Biden, en su reto de unir de nuevo al país, ya que su éxito será el verdadero triunfo de Estados Unidos, pero no lo tendrá fácil.
Examinamos el perfil de uno de los personajes que marcarán el futuro político en Estados Unidos.
El primer mandato de Donald Trump demuestra que el poder real del presidente depende del control que tenga su partido en el Congreso de los Estados Unidos.