Antonio Olivié | 18 de junio de 2020
La pandemia ha disparado los medidores de audiencia tanto en televisión como en Internet. Ante la falta de respuestas de la ciencia, muchas personas tratan de encontrar un sentido religioso.
Roma (Italia) | Uno de cada cuatro norteamericanos asegura que su fe se ha hecho más fuerte durante la pandemia del coronavirus, según un sondeo realizado por el Pew Research Center. El dato concuerda con las audiencias de las televisiones católicas de todo el mundo y con el auge de los contenidos religiosos en Internet.
Y no, no se trata solo de que todos los medios han crecido porque hay más personas en casa. En el caso de España, el canal TRECE TV se ha convertido en líder de los canales TDT en el mes de mayo, con un 2,4% de cuota de pantalla (4 décimas más que hace un año). Se trata de un crecimiento de número de espectadores y de cuota de mercado, que también se ha dado en Italia y en EE.UU., en un entorno de gran competencia.
El evento más excepcional del año ha sido la bendición Urbi et Orbi desde el Vaticano, en el pasado mes de marzo. En España fue el programa más visto del mes en TDT, con 1.070.000 espectadores y un 6,9% de cuota de pantalla. En Italia, la ceremonia de la plaza de San Pedro congregó a más de 11 millones de espectadores, ya que la retransmitían la televisión estatal RAI, en la que tuvo 8,6 millones de espectadores, y la católica TV2000, que alcanzó 2,8 millones de audiencia.
En EE.UU., una de las grandes emisoras religiosas, Catholic TV, también ha experimentado un crecimiento exponencial en estos meses. Según su director general, Jay Fadden, «durante estos tiempos difíciles hay mayor interés en contenidos católicos o religiosos, porque nos llevan a apreciar nuestra propia fragilidad y ayudan a las personas a valorar la presencia de Dios en su vida».
El caso de Internet también es significativo. La imposibilidad de celebrar eventos públicos ha llevado a muchas diócesis y parroquias a meterse a fondo en Internet, retransmitiendo las principales celebraciones. Algunos medios, como TeleVid de Colombia, han experimentado crecimientos del 35% en Facebook, con cerca de 1.800.000 seguidores en esta red social.
A través de Internet, los responsables de los Cursos Alpha, para profundizar en la fe, también han multiplicado sus asistentes. Tal y como señala Nick Gumbel, uno de los responsables de este programa de la Iglesia anglicana, normalmente recibían unos 500 asistentes por curso y este año suman en torno a 1.700.
El seguimiento de eventos vaticanos en Internet ha llevado a agencias de noticias, como Rome Reports, a alcanzar los 500.000 suscriptores en YouTube, en sus canales en español e inglés. Y también ahí, el día de mayor audiencia fue el de la bendición Urbi et Orbi de marzo.
En un momento de desconcierto universal, en el que la ciencia no parece tener todas las respuestas, muchas personas tratan de encontrar un sentido religioso. Si a esto se suma un pontífice que envía un mensaje universal, abierto a todos, nos encontramos con una oportunidad única para trasladar contenidos religiosos.
Este incremento de la audiencia de contenidos religiosos en la red o en televisión demuestra que los nuevos medios han dado con una fórmula atractiva. La mera retransmisión de una celebración religiosa no es lo único que funciona. Hay espacio para llegar al público del siglo XXI con una comunicación adaptada a los tiempos.
La pandemia también ha permitido descubrir la habilidad de determinados sacerdotes o religiosos a la hora de comunicar a través de la red. Hasta la fecha, algunas personas se resistían a intervenir en las redes sociales y la necesidad ha demostrado que es posible establecer un debate profundo. Incluso hay parroquias que, a raíz de su experiencia de catequesis online, han comenzado a realizar pódcast que complementarán la enseñanza presencial.
La acción social de la Iglesia también ha cobrado un cierto protagonismo en este periodo. Durante los días en que muchas instituciones públicas u ONG cerraban sus puertas, Cáritas ha redoblado el esfuerzo en muchísimos lugares, atendiendo a los más necesitados. Es algo que se ha reflejado en los grandes medios, que han dado espacio a la cara más amable de la Iglesia.
Esta crisis puede ser una ocasión para que las instituciones académicas católicas confirmen el testimonio de su propia identidad y misión como comunidad de fe y de caridad.
Las celebraciones religiosas se han suspendido en toda Italia, pero los templos permanecen abiertos para la oración. En estos momentos de temor e incertidumbre, hay un espacio para la reflexión y la contemplación.