Pablo Casado Muriel | 28 de junio de 2020
El periodismo político hace balance de cuatro meses de crisis sanitaria, confinamiento y estado de alarma. Del error inicial al problema con las fuentes oficiales, el teletrabajo y la polarización.
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La crisis del coronavirus ha tenido multitud de focos informativos de interés: hospitales, residencias, calles vacías y, por supuesto, el Palacio de la Moncloa y el Congreso de los Diputados. En estos últimos lugares se ha desarrollado la vertiente política de la pandemia y allí han estado los periodistas para contarlo, a pesar de las limitaciones y dificultades a las que se han enfrentado.
Después de casi cuatro meses de crisis sanitaria, confinamiento y estado de alarma, varios representantes de la crónica política se reúnen en el pódcast Y, ahora, ¿qué? para valorar la labor que se ha llevado a cabo desde los medios de comunicación, en un contexto de máxima complejidad.
No hay excepciones a la hora de reconocer la fecha clave en la que todo explota en las redacciones: el 9 de marzo. Recuerda Elsa García de Blas, periodista en El País, que aquel día «las cosas se precipitaron para todos» después de la ligera cautela con la que se vivió la manifestación feminista de la jornada anterior. Aunque el problema de salud pública se reconoció tarde, la gravedad del mismo se evidenció al instante, como explica Juanma Lamet, de El Mundo: «En cuestión de una semana pasamos de no tener medidas, excepto en las residencias, a estar todos confinados», resume Pablo A. Iglesias, de Servimedia.
Esta circunstancia obliga a la profesión a hacer una autocrítica que ninguno elude. En las tertulias se repetía el argumentario del Ministerio de Sanidad y de la OMS… «No es para tanto», se decía. Las fuentes oficiales, por lo tanto, estaban fallando y, como reconoce Elsa García de Blas, «no nos cuestionamos las fuentes, algo que en general sí hacemos». Mariano Alonso, de Libertad Digital, completa esta afirmación advirtiendo de que «el periodismo consiste en ir desbrozando un camino, no en ser adivinos». «Si la ciencia falló, cómo no íbamos a fallar nosotros», concluye.
Con el país confinado y en estado de alarma, la estrategia de comunicación del Gobierno consistió, en las primeras semanas, en un aluvión de comparecencias públicas de ministros, cargos técnicos y hasta del mismo presidente, en horario coincidente con los informativos de televisión. «La abundancia de comparecencias no es sinónimo de eficiencia», reconoce la periodista de El País.
Todos los cronistas coinciden a la hora de criticar el sistema de filtrado de preguntas impuesto por la Secretaría de Estado de Comunicación, una medida corregida con el tiempo y tras las quejas de los profesionales ante lo que consideraban, en palabras de Lamet, «un intento de limitar la labor de cuarto poder de la prensa».
Con Pedro Sánchez compareciendo en directo en el horario de los informativos se conseguía evitar que los medios trabajasen esa información, explica Juan Casillas, uno de los encargados de la información política en ABC. Un intento de «dictar un relato», en palabras de Pablo A. Iglesias.
La charla periodística de Y, ahora, ¿qué? también sirvió para repensar el concepto de tertuliano y el peligro de que el hooliganismo sustituya al análisis. Los profesionales se enfrentan a una crisis de credibilidad cuando es posible saber qué va a decir un determinado periodista antes de que algo ocurra, comenta Juanma Lamet, en lo que define como la «dinámica del zasca».
Durante la conversación, se llegó a la cuestión sobre el origen de la polarización que se vive en los medios, la sociedad y la política. Es difícil llegar a un consenso a la hora de señalar como punto de inicio a la prensa, a los partidos o a una audiencia que, como reconoce Mariano Alonso, cada vez más quiere escuchar algo sin matices, o negro o blanco.
Esta presión a la que se refiere el periodista de Libertad Digital ha encontrado en las redes sociales un fortín, aunque Juan Casillas advierte, una vez más, de que «Twitter no es España» y de que es necesario «estallar esa burbuja».
Por último, y como cronistas políticos, reflexionaron sobre las dificultades de ejercer la profesión de forma telemática, sin acceso directo a las fuentes. Aunque con alguna discrepancia, todos reconocen que «se pierde mucho» y hablan de la información que puede proporcionarte un gesto en los pasillos del Congreso.
Otro punto de referencia para el periodismo es la Redacción, un lugar de «enriquecimiento e intercambio», en palabras de los profesionales. Pese a ello, estos meses de coronavirus han dejado claro que un sistema mixto que facilite el teletrabajo permite realizar «mucho y muy buen periodismo».
Un programa especial de «Y, ahora, ¿qué?» con varios reporteros que han cubierto la crisis del coronavirus desde hospitales y residencias.
El presidente de honor de El País reconoce que «ha habido una bajada de calidad de la dirigencia política en todo el mundo» y que esta ha tenido que hacer frente a un «desafío novedoso».