Juan Van-Halen | 05 de agosto de 2021
El puzle de España tiene algo de aquella pieza que tejía Penélope durante el día y destejía por la noche para ahuyentar el acoso de sus pretendientes.
España es un puzle al que venimos dando vueltas desde hace años en un intento de resolverlo. Cada vez resulta más complejo: se pierden piezas, encontramos otras que no se corresponden con el modelo, no pocas están dañadas, incluso en medio del conjunto a completar aparecen piezas de otros juegos que allí no pintan nada aunque exigen su papel. Es una carrera por la independencia de mirarse el ombligo que ya padecimos hecha locura durante la rebelión cantonal en la Primera República, con buques de Cartagena ocupando Málaga y Jaén preparando una guerra contra Granada. Y más disparates federalistas. El puzle de España, ya lo dijo Ortega en una célebre sesión del Congreso de los Diputados refiriéndose a Cataluña, no tiene solución por lo que hay que aprender a conllevarlo. Aunque parte de nuestra Historia ha dado la razón al filósofo, me resisto a conllevar el fracaso. ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Por qué el puzle parece no tener solución?
No voy a pasar la mirada por el siglo XIX y sus discordias civiles, por esa tensión disgregadora que en parte se asentó en las luchas entre carlistas e isabelinos, luego alfonsinos, que tanta sangre produjo, pero me referiré por su calado y actualidad a una trampa anterior, de hace trescientos años, que nos llega en una Historia inventada que convierte la pugna dinástica entre dos pretendientes al trono, uno francés y el otro austriaco, en una guerra entre Cataluña y España, y que construyó la patraña de hacer de un patriota español, Rafael de Casanova, el héroe del independentismo. El último episodio de esa lucha dinástica artificialmente prolongada (se inició en 1701 y ya en 1711 había renunciado el pretendiente austriaco) fue la toma de Barcelona el 11 de septiembre de 1714. Cada aniversario asistimos a una ofrenda floral ante el monumento a Casanova, pero no hay interés alguno en que conozcamos sus Bandos. En el último convocaba a los barceloneses a luchar «por su Rey, por su honor, por la Patria y la libertad de España».. Casanova murió, a los 83 años, perdonado por Felipe V, en su natal Sant Boi de Llobregat. Nada que ver con lo que estudian los escolares en Cataluña.
Y creo que ahí debe buscarse el fracaso que reconoció Ortega y que perdura tan vivo aunque a veces nos resistamos a reconocerlo: la debilidad del Estado, su cobardía en periodos cruciales de nuestra Historia. Fue un error permitir desde hace ya tantos años que en algunas Autonomías se presente como cierta una Historia falsa, manipulando a sucesivas promociones de estudiantes. ¿Qué ha hecho la Inspección Educativa? Sospecho el inicio del caos en el «todos café» para las Autonomías, que no resolvió el problema, y sin tener en cuenta sus lealtades o deslealtades históricas. Conocemos el caso de la escuela catalana y desconozco lo que se explicará a los alumnos en el País Vasco. En todo caso el independentismo vasco es nuevo, viene de Sabino Arana. Sus partidarios se han cuidado de no reeditar buena parte de su obra por resultar ridícula para lectores de hoy. También niegan la conversión final de Arana al españolismo.
Todo reconocimiento, toda prebenda, toda decisión de buena fe, han sido entendidas por el independentismo, sobre todo el catalán, como signos de debilidad del Estado y empleados para socavarlo. En gobiernos débiles de la Nación a cuyo frente se sitúa un personaje menor, como fue ya el caso de José Luis Zapatero y es el de Pedro Sánchez, el reto de los independentistas se hace más rampante. Con un PSOE cada vez más debilitado y cuestionado y un Sánchez a su frente que sólo piensa en atornillarse al sillón con toda clase de maniobras y alianzas con quienes no creen en España, la solución del puzle está más lejos. La unidad y permanencia de España como hoy la conocemos se entrega con sonrisas, cesiones inauditas y un amasijo de mentiras.
Con un PSOE cada vez más debilitado y cuestionado y un Sánchez a su frente que sólo piensa en atornillarse al sillón con toda clase de maniobras y alianzas con quienes no creen en España, la solución del puzle está más lejos.
El desastre fue ahondándose porque los dos grandes partidos, que para los padres de la Constitución se pondrían de acuerdo en lo fundamental cuando fuese necesario (de ahí acaso apostar por la Ley D’Hondt), acudieron a los nacionalistas catalanes y vascos cuando precisaron formar mayorías. En aquel tiempo, Aznar primero y los que vinieron detrás, encontraron aliados de gesto complaciente y buenas maneras, pero aquel buen rollito, a fuerza de concesiones y privilegios, dio paso a lo que tenemos hoy. Aquella CiU no era esta Ezquerra ni este PNV aquel PNV. Mariano Rajoy todavía no se habrá repuesto de la traición del voto peneuvista a su pacto parlamentario previo a la moción que le expulsó del Gobierno. Ya no tenemos un Cánovas y un Sagasta que decidan pensando en la Nación y no en sus intereses.
El puzle de España tiene algo de aquella pieza que tejía Penélope durante el día y destejía por la noche para ahuyentar el acoso de sus pretendientes. Alejaba la finalización de su tejer como los españoles alejamos el pensamiento de lo que tememos. Tejemos y destejemos siguiendo la batuta de Sánchez que nos miente con un «tranquilos, todo está atado» mientras abre cada vez más puertas al desastre. Pero si la sociedad sigue callada, cree que no ocurre nada, deja hacer a los dinamiteros, la cuestión no será conllevar lo ridículo sino aceptar la demolición. Todos seremos Penélope, a la que Buero Vallejo llamó «La tejedora de sueños» en una pieza teatral con muchas enseñanzas. Pero ya no será teatro sino amarga realidad. No serán sueños sino terribles pesadillas.
P.D. – En un Ojo avizor anterior tildé a Sanchez de mentalista; ahora hay que considerarlo medallista. Asegura que ha ganado la Medalla de Oro de la vacunación, de la recuperación, de qué se yo. Me recuerda a Zapatero diciéndonos que estábamos en la Champions League de las economías mundiales. Palabras, palabras, palabras. La prensa europea no opina lo mismo, como recoge Euroskopia. Da a Sánchez como el presidente peor valorado en la gestión de la Covid-19.
Además, España está a la cabeza del desempleo en la UE, empatada con Grecia, y el temido final de los ERTE supondrá un aumento considerable del paro real. Pese a unas declaraciones de Sánchez, en agosto del año pasado, apuntándoselo, los ERTE fueron incorporados por Rajoy a una Reforma Laboral que Yolanda Díaz quiere derogar con el rechazo de la Unión Europea y de los inversores internacionales como le hicieron saber a Sánchez en su reciente excursión estadounidense. Pero para Mi Persona todo vale. Escucha lo que quiere y miente a caño libre. Mientras, en la pantomima de Salamanca, al Rey le recibieron con aplausos y a Sánchez con abucheos.
Aquel ridículo paseo de medio minuto de Sánchez junto a Biden ha tenido su segunda parte en esta excursión norteamericana sin la compañía de empresarios importantes, sin reuniones relevantes, sin nada que decir y menos que esperar.
Las acciones de Gobierno y el aparato propagandístico de Sánchez han sido una flagrante mentira, una máscara, una simulación, un escenario a menudo eludiendo el control parlamentario y sin preguntas en sus comparecencias públicas.