Juan Van-Halen | 16 de septiembre de 2021
Sánchez piensa que puede seguir engañando en todo y a todos sin consecuencias. La sociedad española puede ser pasota, y a menudo lo es, pero el número de tontos es mucho menor que el que cree Moncloa.
No sé las lecturas que tendrá nuestro Presidente pero existe un testimonio gráfico suyo como lector. Mientras sus colegas del Reino Unido, Alemania, Francia e Italia habían suspendido sus vacaciones por la crisis afgana, Sánchez se hacía fotografiar en una playa cuando Begoña le aplicaba crema solar en la espalda. Él tenía un libro en las manos mientras miraba a la cámara. Es decir: lee y no sólo informes. Desde esta evidencia me atrevo a recomendarle una interesante lectura: Las aventuras de Pinocho de Carlo Lorenzini, que tomó como seudónimo el nombre de su pueblo, Collodi, en la Toscana. Se publicó en 1883 y su éxito resultó inmediato y universal.
Pinocho, que fue un trozo de madera del que no cabía esperar otra cosa, gracias al carpintero Geppetto se transformó en un muñeco, y ahí empiezan sus aventuras que incluyen la ayuda de un hada, la venta de sus libros escolares porque decide no ir a la escuela, su persecución por unos ladrones, su actuación como payaso en un circo, el apoyo y a veces el acoso de representantes del mundo animal -grillos, perros, garduñas, luciérnagas, pájaros y hasta peces de distintas especies-, su conversión en un asno y, tras ser engullido por un tiburón y liberarse junto a su padre Geppeto, consigue ser lo que siempre quiso: un niño. Es un texto con menos ingenuidad de lo que pudiera esperarse, al menos para lectores avisados e inteligentes y nuestro Presidente lo es.
Hay no pocos investigadores que interpretan que en Pinocho y su mundo se incluyen simbolismos y alegorías cercanas a la masonería. Lorenzini era masón. Es la historia de quien, primero por casualidad y luego por tesón, rechazando ser lo que es y practicando la mentira -y por ello le crece la nariz- consigue lo que quiere pues en definitiva no obedece sino a sí mismo. A menudo olvida y aleja a quienes lo ayudan, mercadea con lo poco que tiene, que recibió de su padre -alegoría de los apoyos conseguidos con engaño-, para cumplir sus deseos. En su primera versión Pinocho acaba ahorcado por sus innumerables faltas, pero Lorenzini cambió el final para hacerlo más feliz.
No parece discutible que Sanchez es el Presidente que más ha mentido desde la recuperación democrática. Se inició en política por la casualidad como concejal y parlamentario de rebote, triunfó y fue expulsado por los suyos, recuperó con tesón lo que según él le pertenecía, construyó el camino a su manera, se rodeó de una fauna ciegamente leal, y cuando tuvo que prescindir de sus próximos no se cortó. Sortea trampas de elefante, pacta con ladrones que aspiran a robarnos la unidad del país, gasta el dinero que no es suyo al servicio de su interés político, y aspira a salvarse si le engulle el tiburón. ¿Pinocho? Le deseo el final feliz: el niño arrepentido, no el tremendo colofón de la primera versión del cuento. ¿Y quién fue su Geppetto? ¿Acaso Zapatero?
En la pugna por sacar adelante la renovación del CGPJ, Sánchez ha esgrimido, con su virtuosismo y desparpajo habituales, la mentira como argumento. Acusa al primer partido de la oposición de burlar el mandato constitucional. Pero Sánchez huye del obligado acuerdo y trata de imponer un trágala. Lleva seis meses sin hablar del tema con Casado. Ante tanto despropósito ¿quién actúa forzando la Constitución? Desde luego no quien sigue el deseo de la mayoría de los jueces y las recomendaciones de la Unión Europea y pide encontrarse con el mandamás sin respuesta favorable hasta ahora. Se trata de despolitizar la Justicia. El Presidente ya intentó cambiar las mayorías necesarias para la renovación del órgano de dirección de los jueces y la Unión Europea lo impidió. Desde Bruselas España está en el mismo punto de mira que Polonia y por lo mismo.
La nueva trampa de Sanchez es asegurar que cambiará la Ley si antes el Partido Popular apoya un nuevo CGPJ aceptando los nombres que él propone, entre ellos una controvertida magistrada de Podemos y el juez que fue colaborador necesario en la moción de censura que sacó a Rajoy de la Moncloa con una sentencia manipulada, como reconoció otra sentencia posterior. Pero ¿quién cree en la palabra de Sánchez? Como se dijo de Nixon: ¿usted le compraría un coche usado con la confianza de que no hubiese trucado el cuentakilómetros? Sería ingenuidad confiar en que, una vez cumplido el acuerdo por el Partido Popular, el PSOE abordaría de inmediato el cambio de la Ley. Lo más dañino en un Presidente de Gobierno es que, a fuerza de acumular mentiras, su pueblo no le crea. Por más que se desgañiten mintiendo la ministra de Justicia y compañía. Sánchez piensa que puede seguir engañando en todo y a todos sin consecuencias. La sociedad española puede ser pasota, y a menudo lo es, pero el número de tontos es mucho menor que el que cree Moncloa. Y reacciona en las urnas. Tanto le había crecido la nariz a Pinocho que nadie le creía. La nariz de Sánchez es tan larga que podría servir de puente sobre océanos y mares. Así estamos.
P.D.
1.- En el proyecto de Memoria Democrática que nos amenaza se incluye investigar «la pandemia que asoló a España a partir de los años cincuenta del siglo XX para esclarecer la verdad de lo acaecido durante la dictadura franquista». Se refiere a la grave pandemia de polio. Ante el impacto de la petición de una veintena de científicos de renombre internacional en la prestigiosa revista Lancet para que una comisión independiente investigase los fallos en la gestión de la pandemia del Covid-19 en España, Sánchez se vio obligado a responder en uno de sus Aló presidente televisivos: «Por supuesto que habrá una comisión investigadora». Palabra de Pinocho. La bloqueó.
2.- Quedaron en Kabul más de 800 afganos que trabajaron para las tropas españolas y la Aecid. Era la cifra que se barajó en un principio. Viven aterrorizados esperando a los talibanes que no perdonan la colaboración con sus enemigos. No viajaron en el primer vuelo civil tras la marcha de las tropas, con destino a Doha. Nuestro Ejército del Aire trasladó a Torrejón a 1.900 cooperantes afganos y familiares, colaboradores con países de la UE, la ONU, la OTAN y Estados Unidos. No se ha dado la cifra de cuántos de ellos habían trabajado para España. Parece que actuamos de taxis aéreos, lo que es encomiable. Pero ¿y los nuestros? Se entiende la llamada de Biden a Sánchez, que le hizo tan feliz. Lo que quería está claro. Ahora hay que exigir que vuelva nuestra gente.
3.- El secretario general del PP, que representa a todos sus afiliados, contestó de mala manera las declaraciones de una compañera que fue ministra, presidenta del Senado y presidenta de la Comunidad de Madrid, que opinaba libremente. Un error de tono del secretario general que no debería haber tomado partido. A mi juicio es un involuntario servicio a Sánchez. La corrupción no es de los partidos sino de las personas. Cuando azotó al PP de Madrid se pusieron detrás nombres y apellidos. Y sigue la vía judicial. La afectada dimitió y nunca fue imputada. Pues eso.
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