El Debate de Hoy | 24 de mayo de 2020
El periodista de El Mundo denuncia que en España y Estados Unidos «la verdad está sometida desde el poder a una práctica de pisoteo constante».
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Arcadi Espada analiza en «Y, ahora, ¿qué?» el presente de España y de sus medios de comunicación. El periodista de El Mundo lamenta los ataques que sufre la verdad y la ausencia de una sociedad fuerte que provoque un regeneracionismo tras esta pandemia.
A continuación, puedes leer un extracto de la entrevista, que encontrarás completa en los canales habituales: iVoox, Spotify, Apple Podcast, Google Podcast y YouTube.
Pregunta: Y, ahora, ¿qué?
Respuesta: Ahora a afeitarme, es lo primero que voy a hacer en cuanto pueda ir a un restaurante. He hecho la promesa de no afeitarme hasta que no venza esta humillación espantosa, quizá la peor que yo he sentido en mi vida. Ese es el único plan claro que tengo sobre el futuro.
P.: ¿Le ha inspirado esta situación de confinamiento ante el reto del folio en blanco?
R.: He de decir que no. Este me parece un tiempo podrido, un tiempo sin épica, como dicen en algunos deportes, los minutos de la basura. No encuentro ninguna inspiración especial ni ninguna reflexión inteligente, al menos que a mí me lo parezca, sobre esto. Y especialmente cuando leo a los Agamben de turno o a los filósofos de pacotilla haciendo pronósticos sobre el futuro de una manera desquiciada y absurda.
Estoy muy descontento con esto que estamos viviendo, profundamente afectado por la humillación y especialmente cabreado con los españoles, que han demostrado un escasísimo vigor cívico. Este país siempre está jugando la promoción para el descenso. Viene una pandemia, sacamos los peores resultados, vamos a tener la peor crisis de todas… y encima hemos sufrido el confinamiento más estricto y absurdo de todos los países. Por lo tanto, todo es bastante sombrío. Esto debería servir para una especie de regeneracionismo español, pero me temo que ni servirá para esto, porque nadie está interesado en hacer de la COVID-19 la COVID-98, como fue la guerra de Cuba.
P.: ¿El modelo de suscripción de pago en los medios puede reforzar su independencia?
R.: Los periódicos se han de pagar, como cualquier otra cosa que valga. Si no hubiera sido por la vanidad propia del oficio, que nos hizo caer en la confusión entre usuarios y lectores, todo el mundo entendería que los periódicos se han de pagar, aunque sea de una manera muy modesta, como ha sido siempre. En la vida, todo lo que no cuesta dinero no tiene importancia.
P.: ¿Van a tener músculo las grandes cabeceras para dar la batalla frente a las redes sociales, que se han convertido en una fuente de información para mucha gente?
R.: Yo no soy un hombre de negocios y, sobre eso, no tengo ni idea. Lo que sí sé es que la verdad es un asunto de interés público, y prueba de ello es el presidente del Gobierno y los países que padecen una minusvaloración de la verdad. No voy a hablar de China, pero sí hay dos países en el mundo en los que la verdad está sometida desde el poder a una práctica de pisoteo constante: España y Estados Unidos. Trump y Sánchez son lo mismo desde ese punto de vista.
La única manera de defenderse de estas autocracias de la mentira es con una sociedad civil consciente de que el periodismo es una institución, no del poder, sino de la sociedad, retomando la vieja institución de aquellos que piensan que el poder solo se puede controlar desde otro poder, y entra la lógica del Cuarto Poder.
Desgraciadamente, la sociedad española no tiene consciencia de eso y cree que la defensa frente a los desmanes de la mayoría gobernante, y no hablo políticamente, puede ser controlada desde las redes sociales, desde esa atomización inútil de la verdad distribuida desde tantos pequeños fragmentos que no puede llegar a crear un discurso coherente.
P.: En este tiempo de pandemia, se han dado polémicas periodísticas como la de la foto de ataúdes que publicó El Mundo en su portada, ¿qué le parece a usted?
R.: ¿Cómo va a ser esto una polémica periodística? Esto es una polémica de personas analfabetas. ¿Quién puede tomarse en serio a alguien que diga que un periódico no debe publicar la fotografía de los ataúdes? No se puede tomar en serio. ¿Vamos a confundir a cuatro niñatos ignorantes encaramados a su Twitter con una discusión racional? ¿Vamos a confundir sus bobadas con una discusión sobre el papel que la muerte ha de jugar en la exhibición diaria de un periódico? Esto no es una polémica periodística, esto es una polémica de adolescentes ignorantes que añaden, además, una especial poquedad intelectual a la hora de enfrentarse a los problemas del mundo.
¿Alguien se puede tomar en serio que un periódico no es un parque temático y que un periódico no está para decirle a la gente lo maravilloso que ha sido el día, sino todo lo contrario? Eso no quiere decir que esa portada y otras puedan ser racionalmente discutidas por parte de los intelectuales, pero hablar de discusión intelectual a través de los hilos de Twitter me parece una degeneración.
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