Mario Crespo | 10 de abril de 2021
Este mes traigo -snif, ñam- una lista de olores y sabores que no nos podrá robar ningún virus, porque están anclados en nuestra imaginación.
Hace unas semanas, superé el COVID. Sin síntomas, por suerte. Según quienes lo han vivido de forma más intensa, uno de los signos más desconcertantes, aunque no de los más graves, es la pérdida de olfato y gusto, la anosmia y la ageusia. Los olores y sabores hacen la vida sabrosa. Están extrañamente conectados con la memoria: no es raro que un aroma en la calle -la colonia de nuestro primer amor, el papel crujiente de un libro, un guiso pasado de moda- nos devuelva de golpe, con nitidez, a un momento concreto del pasado. Hay incluso recuerdos artificiales de olores y sabores que nunca percibimos, pero que conocemos bien: los que proceden de nuestros libros y películas favoritos. Por eso, este mes traigo -snif, ñam- una lista de olores y sabores que no nos podrá robar ningún virus, porque están anclados en nuestra imaginación.
El humo de la pipa de Sherlock Holmes
Cuando Holmes conoce a Watson y le habla de un piso con un par de habitaciones que le gustaría compartir, le advierte que, si desea ser su compañero, debe tolerar el humo de tabaco fuerte. Por suerte, el doctor resulta ser también aficionado a la pipa. Aunque Sir Arthur Conan Doyle no concreta en sus obras la marca favorita del detective, sí que habla de la que gustaba a Watson: la mezcla Arcadia. Holmes, por su parte, no parece ser demasiado exquisito: en El sabueso de los Baskerville, solo le pide a su amigo que le consiga «una libra de tabaco de hebra, del más fuerte».
Por muy pestilente que fuera, no me importaría soportarlo en una tarde de conversación en el 221B de la calle Baker.
El sabueso de los Baskerville
Arthur Conan Doyle
Anaya
256 páginas
2003
Las codornices de Babette
Estrenada el año de mi nacimiento, El festín de Babette (1987) está basada en un relato de la Baronesa Blixen, de la que ya hablé en esta sección. La película es todo un manifiesto de alegría papista, amor por la comida y exaltación de la amistad. De todo el menú de Babette, la improbable cocinera varada en una aldea de Dinamarca, lo que más me apetece son las codornices. «Codornices en sarcófago», en concreto, que dicen que están rellenas de trufa negra y foie, y reposadas dentro de un volován con salsa de vino Clos de Vougeot cosecha de 1845. La película está en Prime Video (en alquiler) y en Filmin.
El whisky Loch Lomond
¡Mil millones de rayos y centellas! ¿Cómo sería el escocés favorito del capitán Haddock (y de Milú)? Me lo imagino más cobrizo que ámbar, de textura cremosa; sabor intenso, poco dulce, picante en la punta de la lengua. O algo así. Lo que sabemos por los álbumes es que se trata de un licor prestigioso, que se anuncia en la televisión y que se comercializa en los lugares más exóticos. Aparece por primera vez en La isla negra y el primero en probarlo es Milú.
Hay una destilería escocesa con el mismo nombre, pero sin conexión con la creada por Hergé: después de muchas décadas cerrada, empezó a operar en 1965, después de las primeras viñetas.
La isla Negra
Herge
Juventud
64 páginas
1989
El olor a salitre y a pólvora de Master and Commander
Pienso en la película y me llega a las fosas nasales un soplo denso de brisa marina. Rodada en 2003 y dirigida por Peter Weir, esta película quintaesencia el cine de aventuras marítimas. No sobra nada, ni falta: es un despliegue impresionante de capacidad narrativa, gestión de la intriga y desarrollo de personajes. Este barco es Inglaterra, ya saben. Está en Netflix.
El ron de La isla del tesoro
Vivo en Venezuela, así que bebo de vez en cuando un vaso de ron del bueno, con un par de hielos. Seguramente el que se servía en la Posada del Almirante Benbow no era un ejemplo de calidad, pero daría lo que fuera por probar un trago ardiente con los personajes de Robert Louis Stevenson, mientras suena la terrible canción de los piratas: «Quince hombres sobre el cofre del muerto, ¡Yo, ho, ho, y una botella de ron! La bebida y el diablo se encargaron del resto, ¡Yo, ho, ho, y una botella de ron!».
La isla del Tesoro
Robert L. Stevenson
S.L.U. Espasa Libros
300 páginas
1901
El jabón de afeitar de James Bond
Según Ian Fleming, a 007, amante de la vida buena, le gustaba mucho el jabón Eucris de Geo F. Trumper. Lo he probado, y otras variaciones de la misma casa, y todos son dignos de estar en el lavabo del espía más famoso de todos los tiempos. En cuanto los acaricia la brocha, hacen una espuma cremosa, suave y con el punto justo de olor. En las películas, Bond ha usado varios jabones, todos ellos de excelente calidad, pero dicen los entendidos que en Skyfall (2012) volvió a espumarse la cara con su pastilla favorita. Más allá de las marcas concretas, el agente británico nos enseña que no podemos empezar nunca una aventura sin oler a limpio.
Los cócteles de Garci
Beber de cine, de José Luis Garci, es un libro nostálgico, pero luminoso. Una declaración de amor a los cócteles, los viejos amigos y los bares, qué lugares. Y al cine, por supuesto. Por su larga lista de tragos -Bloody Mary, Caipirinha, Daiquiri, Dry Martini, Gimlet, Gin Fizz, Manhattan, Margarita, Negroni y Whisky Sour- se pasean las grandes estrellas de Hollywood, casi siempre en blanco y negro, a menudo pasadas de copas. Está editado por Notorious.
Beber de cine
José Luis Garci
Notourius ediciones
172 páginas
2016
Llega la precuela de «El crack», cuarenta años después. Hablamos con su director, José Luis Garci, sobre cine, sus referentes y cómo tomar un Martini Dry con amigos.
Una nueva entrega repleta de misiones comprometidas, tipos duros y misterio. Espías de novela, de película y hasta de tebeo.