Mario Crespo | 15 de marzo de 2020
Las recomendaciones de este mes nos llevan a lugares como el Mississippi o Sucre y nos presentan a artistas como Mikel Santiago o Ximena Maier.
Esta sección está pensada para quienes cambiarían la filmografía completa de Lars Von Triers por los diez primeros minutos de En busca del arca perdida. Para quienes dan mucho más valor a una viñeta de Hergé que a las obras reunidas de Jacques Derrida. Para quienes no se avergüenzan de decir “ese no lo he leído” o “esa no la he visto”, pero tienen una curiosidad genuina por leer y por ver. Por leer y por ver, digo, no por decir que han visto y que han leído, que es algo muy distinto. Este mes visitan Podría ser peor un soneto, una película, un novelista, una ciudad y una ilustradora.
Me lo encontré en la muy recomendable cuenta de Twitter Retablo de la vida antigua. Está incluido en A merced de los pájaros, primer poemario de Jesús Cotta, publicado en 2009. Catorce versos sobre la camaradería, la montaña y la aventura.
Si aún tienes un amigo, te aconsejo
que subáis a los montes un buen día.
No olvides llevar agua, un catalejo
y alguna confidencia. Al mediodía
descansaréis bajo los pinos viejos
y subiréis en buena compañía
a aquella cumbre que, antes, a lo lejos,
era irreal y azul. Y todavía
os quedará una tarde luminosa
para charlar un poco hasta que alumbre
Venus la noche. Y cuando esplendorosa
la luna inicie con el mar su idilio,
descenderéis cantando de la cumbre,
como hacen los pastores de Virgilio.
Dos muchachos descubren en una isla del Mississippi a Mud (Matthew McConaughey), un prófugo de la justicia, un tipo sureño, carismático, supersticioso y proclive a meterse en líos, y deciden ayudarlo a fugarse junto a Juniper (Reese Witherspoon), el amor de su vida.
Dirigida por Jeff Nichols, Mud es una de las mejores películas de lo que va de siglo, aunque no recibiera ni una sola nominación a los Óscar. De narrativa clásica, con sabor a Mark Twain y a los clásicos de aventuras, nos habla de los mitos de la infancia, del refugio de la familia y del amor sin almíbar. Y del Mississippi, bellísimo y terrible, que es quizás el gran protagonista de la historia. Está en Filmin.
Mikel Santiago es un bicho raro en el panorama literario español. No nos da la brasa con sus libros: no fuerza las tramas para meter con calzador temas o colectivos de moda ni pretende salvar el mundo. Sus libros tampoco parecen hechos con el molde del best seller de cadena de montaje. Fue rockero antes que escritor, y se le nota en el estilo. Busca divertir y lo consigue.
Yo lo descubrí con El extraño verano de Tom Harvey, una novela de intriga tan redonda como su título, pero su primer gran éxito fue La última noche en Tremore Beach, traducida ya a dos decenas de idiomas. El mal camino, ambientada en la Provenza, es otra gran lectura. De momento no he leído nada suyo que no me enganche. Pruébenlo antes de que empiecen a salir las películas.
A tiro de piedra de Potosí y no muy lejos del majestuoso Salar de Uyuni, Sucre –también llamada Chuquisaca o La Plata- es una de mis ciudades favoritas del mundo. Fue la sede de la Real Audiencia de Charcas y hoy sigue siendo la capital constitucional de Bolivia, aunque la mayoría de las instituciones están en La Paz. Tendida sobre siete colinas, como Roma, su centro, de trazado español, es uno de los mejor conservados del continente.
Las calles del centro, todas impecablemente blanqueadas, están llenas de postales de otro tiempo: iglesias y conventos, casas solariegas, viejos teatros o tiendas de artesanía indígena. La catedral, mezcla de estilo renacentista y barroco, y el Archivo Histórico, uno de los más completos de América, son los dos grandes tesoros de la ciudad. Para tener una experiencia completa, conviene alojarse en el Parador Santa María la Real, ubicado en una casona del XVIII: un hotel de lujo con alma de museo. Se puede llegar en avión desde La Paz, Santa Cruz de la Sierra o Cochabamba.
Dice Ximena Maier en su biografía oficial que le gustan “los carteles tipográficos pintados a mano, la edad heroica de la exploración polar, la ópera italiana y los pícnics”. No es mala presentación. Con estilo limpio y gran manejo de la acuarela, ha ilustrado libros como El corsario negro, de Emilio Salgari, o Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, además de muchas páginas de periódicos y revistas.
Hasta ahora ha publicado tres álbumes propios, todos editados por Nido de Ratones: Cuaderno del Prado, El arte de pasarlo bien y El taxidermista, el duque y el elefante del museo. Este último, que narra la difícil tarea de disecar un elefante sudanés donado por el duque de Alba al Museo de Ciencias Naturales de Madrid a comienzos del siglo XX, es una joya para todas las edades. Por si fuera poco, en sus redes sociales comparte generosamente sus creaciones.
Propuestas para un fin de semana en el que hay tiempo para reír con Rock Hudson, pasar frío con Lionel Davidson o sentarse a la mesa con Gonzalo Altozano.
Novelas de capa y espada, películas de aventuras, lugares históricos… una nueva sección con recomendaciones de ocio de las de toda la vida.