El Debate de hoy

Síguenos ahora en El Debate

Conocí Madrid siendo un niño de provincias. No olvido la primera visita al Prado con mi abuelo, la trattoria de Serrano en la que devoraba grisini, la fascinación de los bichos del zoo o el paseo decembrino por Cortilandia. Pasé la carrera en el microestado de Metropolitano, en el que los colegios mayores, volcados hacia la sierra, configuran un entorno peculiar, ajeno a la vida de capital. Luego me quedé, y viví unos años felices entre mapas de metro, museos, churros, parques de las afueras y librerías de viejo. Ahora que todos hablan de la capital y hasta se discute si hay un modo de vivir «a la madrileña», traigo a Podría ser peor unas cuantas cosas que hablan de mi Madrid. Y sin política, lo prometo.

Una novela: Madrid, de Corte a checa, de Agustín de Foxá

Una de las mejores novelas españolas del siglo XX, a secas, este libro de Foxá sabe adaptar el estilo al momento histórico que describe. Confieso que mi debilidad es la primera parte, Flores de lis, que describe con prosa bellísima los estertores de la monarquía. Lo que llegó después lo saben todos, y lo anuncia claramente el título. Hay una edición reciente de Renacimiento.

Un poema: Mal de ausencia, de Luis Alberto de Cuenca

Me gusta mucho el Madrid de Luis Alberto de Cuenca. Este poema da una vuelta, desde el ángulo romántico, al tan explotado tema del «Rodríguez», de los veranos en un Madrid solitario y churruscante que, pese a todo, tiene sus partidarios.

Desde que tú te fuiste, no sabes qué despacio
pasa el tiempo en Madrid. He visto una película
que ha terminado apenas hace un siglo. No sabes
qué lento corre el mundo sin ti, novia lejana.

Mis amigos me dicen que vuelva a ser el mismo,
que pudre el corazón tanta melancolía,
que tu ausencia no vale tanta ansiedad inútil,
que parezco un ejemplo de subliteratura.

Pero tú te has llevado mi paz en tu maleta,
los hilos del teléfono, la calle en la que vivo.
Tú has mandado a mi casa tropas ecologistas
a saquear mi alma contaminada y triste.

Y, para colmo, sigo soñando con gigantes
y contigo, desnuda, besándoles las manos.
Con dioses a caballo que destruyen Europa
y cautiva te guardan hasta que yo esté muerto.

Una película: La torre de los Siete Jorobados (1944)

Esta película de Edgard Neville transcurre en el Madrid de finales del XIX, una ciudad oscura, misteriosa, con luces y sombras que recuerdan al expresionismo alemán. El protagonista, Basilio, conoce, gracias al fantasma del doctor Mantua, una sorprendente ciudad subterránea que se extiende bajo la capital. En plena posguerra, con muy escasos medios, Neville logró hacer una película rebosante de imaginación, intriga, costumbrismo y humor negro.

Otra novela: Los amigos del crimen perfecto, de Andrés Trapiello

Andrés Trapiello ha escrito mucho y bueno sobre Madrid, que ha definido como «una ciudad descacharrada y hecha a empellones». Su ensayo sobre el Rastro no tiene desperdicio (no he leído todavía su libro más reciente sobre la ciudad, que se titula, sencillamente, Madrid). De sus obras capitalinas, la que mejor encaja con el espíritu de Podría ser peor es esta novela de 2003, ganadora del Nadal.

Un extravagante grupo de amantes de la novela negra se reúne en el Café Comercial para charlar sobre sus autores favoritos y divagar sobre la quimera del crimen perfecto. Bautizados como personajes y escritores del género (Poe, Maigret, Miss Marple, Sam Spade y hasta un Padre Brown), pronto se ven envueltos en una trama delictiva real. Ambientada en los primeros años 80, la historia refleja bien el amor de Trapiello por Madrid. No es una novela policíaca tradicional, pero los amigos del género la leerán con simpatía y sabrán disfrutar los guiños a los clásicos. Publicado por Destino.

Y otra más: La calle de la luna, de Kiko Méndez-Monasterio

En mis propósitos de Año Nuevo me comprometí a dar la lata con ella, y allá vamos. La leí cuando era universitario, en su primera edición, y me impresionó lo auténtico que era, y hablaba, Luis Peralta, con quien juraría que todos nos hemos tomado unas copas alguna vez. La he vuelto a leer años después, en la nueva edición de Los papeles del sitio, y ha vuelto a trasladarme a un Madrid no tan lejano, hecho de música, barras de bar y melancolía.

«Parecíamos irlandeses», dice Luis, «que para toda nostalgia teníamos una canción, o que todas las canciones nos traían una nostalgia… Y eso con veintitantos, que ya me dirás si a esas edades se puede tener nostalgia». Se puede, se puede.

Un ensayo biográfico: Big Time: la gran vida de Perico Vidal, de Marcos Ordóñez

Digan lo que digan, a mediados del XX hubo un Madrid hollywoodiense, alegre y faldicorto, el del Museo Chicote y la Costa Fleming. El Doctor Zhivago se subía al tren en la estación de Delicias, Audrey Hepburn compraba en Mantequerías Coruñesas y Cary Grant disfrutaba de un helado en el Retiro.

Marcos Ordóñez recorre ese Madrid en este libro gozoso, hecho de retazos de la vida de Perico Vidal, hombre para todo del cine americano en Madrid que supo ganarse la confianza de las estrellas. El elenco impresiona: Orson Welles, Mankiewicz y David Lean, Ava Gardner y Frank Sinatra (amigo de Vidal), Liz Taylor, Dean Martin y otros astros se deslizan por las páginas bebiendo mucho, alegrando las cuentas de los hoteles y, en fin, ejerciendo de estrellas. Editado por Libros del Asteroide.

Una última novela: Golpes bajos, de David Gistau

«Una historia muy americana pero pasada por Madrid». Así la definió su autor, y es verdad. Pero el madrileñismo no es un simple barniz: si la historia transcurriera en otro lugar, habría sido muy diferente. Novela de boxeo, de ambiciones y de segundas oportunidades, Gistau, casi a la manera de Tom Wolfe, mezcla en la trama entornos muy diferentes, de los gimnasios de barrio a la televisión, de Lucero a Serrano, y el resultado, a veces por la vía de la hipérbole, se parece bastante a la realidad. La editó La esfera de los libros.

Bonus track: las películas de El Crack

Ya he hablado aquí de la trilogía de José Luis Garci y tengo la norma de no repetirme, pero permitan que haga una trampa, porque no se puede hablar de Madrid sin citar al piojo Areta.

Imagen destacada: Fotograma de El Crack, película de José Luis Garci.