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Abrimos una serie sobre esas cosas que hacen más agradable una tarde lluviosa de domingo. En contra de las modas, habrá muchas películas viejas y muchas novelas de capa y espada y de detectives duros y melancólicos. También series, cuentos, poemas, pódcast y objetos –mejor si están hechos a mano-, y algunos lugares en los que se puede ser razonablemente feliz. En resumen, baluartes desde los que combatir el aburrimiento. Sí, hay muchos problemas en el mundo, pero ya sabe: podría ser peor.

Tramperos, comanches, buscadores de oro, pistoleros, predicadores, sheriffs y chicas de saloon. Si alguien busca a todos estos personajes, puede encontrarlos en la colección Valdemar Frontera, una selección exquisita del mejor western literario. La dirige Alfredo Lara, que también prologa los libros con una gran erudición: sospecho que es el único español capaz de distinguir la silueta de un cherokee de la de un arapahoe desde una colina, a diez millas de distancia y sin prismáticos.

En la veintena de títulos publicados hasta ahora están ya casi todos los grandes maestros del género: Dorothy M. Johnson, James Warner Bellah, Alan Le May, Elmore Leonard… Hay novelas y cuentos de muchos quilates, la mayoría adaptados al cine, y de muchos subgéneros: desde historias claustrofóbicas en pequeños pueblos fronterizos hasta baladas de supervivencia en los espacios abiertos y hostiles de las Montañas Rocosas. Un universo literario reconocible que merece ser reivindicado. Aunque todo es bueno (lo prometo), ahí van un par de recomendaciones: Shane, de Jack Schaefer, y Bajo cielos inmensos, de A. B. Guthrie.

La recomendó en Twitter Aurora Pimentel, que nunca falla con las series, y yo la vi entera en unas pocas semanas. Basada en los tres libros de Gerald Durrell sobre su infancia (Mi familia y otros animales, Bichos y demás parientes y El jardín de los dioses), la historia comienza con la huida de Louisa Durrell y sus cuatro hijos a la isla de Corfú, un rincón de Grecia sin luz eléctrica y lleno de fauna exótica –animal y humana-.

Corren los años treinta y la familia británica tendrá que adaptarse a un entorno muy distinto al de su brumoso país natal. Y, mientras tanto, los personajes crecen, se pierden, se encuentran y viven mil peripecias. Parece que en la serie siempre es verano y siempre hace sol, y si uno se acerca a la pantalla le llega un olor a salitre, cipreses y vino griego. Tiene cuatro temporadas, la produjo la cadena inglesa ITV y en nuestro país está disponible en la plataforma Filmin.

Sí, es un cuento de Navidad, o más bien, de Año Nuevo, pero nunca es tarde si la dicha es buena. Columnista, entrevistadora y escritora de relatos, Esperanza Ruiz tendrá que regalarnos, tarde o temprano, una novela. De momento, nos quedamos con este cuento londinense, redondo y forjado en frío.

Cumple 80 años este mes y sigue como nueva. The Shop Around the Corner, dirigida por Ernst Lubitsch y protagonizada por James Stewart y Margaret Sullavan, es una comedia romántica ambientada en Budapest, llena de fuerza y sin una gota de cursilería. Alfred y Klara, compañeros de trabajo en la tienda de regalos del señor Matuschek, sostienen un apasionado romance por correspondencia. Ambos ignoran la identidad del otro remitente y los dos se caen muy mal. La trama tiene su dosis de enredos, pero también un punto de drama que la aleja de las comedias locas de la década anterior y le da un tono más reposado. Muchos años después se hizo un remake titulado Tienes un email, pero está a años luz de la original.

Por si fuera poco, después de verla se puede disfrutar de los comentarios de José Luis Garci y compañía en el legendario Qué grande es el cine, felizmente recuperado por el archivo digital de RTVE.

Está en Fajozes, a la entrada de Vila do Conde, a tiro de piedra de Oporto. Fundada en 1887, Ach Brito produce hoy buena parte de los jabones portugueses de alta gama (Claus Porto, Chipre Imperial, Confiança, Lavanda, Veleiro…) y dispone de una tienda dentro de sus instalaciones con paredes blanquísimas, excelente surtido y olor de santidad. Aunque en las estanterías hay cosas para todos los gustos, el lugar, sobre todo, hará las delicias de quien se afeite todas las mañanas: es difícil salir sin, al menos, um sabonete de barbear. El jabón en pastilla te traslada a un mundo más lento, más limpio, más artesanal y que olía mucho mejor.

Imagen destacada: Fotografía del Monument Valley, Estados Unidos.